|01|El viaje.

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Veo pasar el paisaje continuo de pastizales acompañados de un cielo despejado.
Son exactamente las 4:30 de la tarde.

De repente una ráfaga de viento entró directamente hacia mi rostro.

-¡Papá!- Grité molesta pues él lo había provocado bajando la ventanilla del auto.

-Es para que quites esa mala cara, preocupas más de lo que está a tu madre.

No dije nada, tenía razón después de todo. Los problemas con Meiko no tenían porque afectar.

Tardamos hora y media en llegar, después de todo ese pueblo estaba lejos de la ciudad donde actualmente vivo.
El aire cada vez se sentía más húmedo y caluroso.

-Bien, llegamos querida- Habló mi padre.

-Si- Mi madre preocupada bajó de inmediato y entró al hospital, seguida por nosotros.

Caminó tan rápido que tan solo logré ver que a lo lejos habló con una enfermera para pasar directamente por un pasillo.
Mi padre y yo apresuramos el pasó y después de corto cansancio logramos alcanzarla frente a una puerta, la cual no dudó en abrir.

-¡Papá!- Se acercó a abrazarlo.

-¡Mitzuki!- Correspondió a su abrazo. -Oh ¡También han venido Miku y John!- Nos miró alegre.

Lo abrazamos entre todos.

-Creo que debería enfermarme más- Sonrió el abuelo.

-¡Papá no diga esas cosas!- Se molestó mi madre, aunque claramente mi abuelo bromeaba.

Estuvimos charlando un buen rato y descubrimos que lo que había tenido el abuelo era una alta elevación de glucosa, tenía diabetes.
Pronto anocheció y con el permiso de mi abuelo nos quedamos a dormir en su casa.

-Oh, tío, tía, que sorpresa.

-Hola Mikuo, nos quedaremos por esta noche- Sonrió mi madre.

-Oh ¡Miku!- Me abrazó. -Cuanto tiempo sin ver a mi querida prima.

-Yo también te extrañé Mikuo- Me solté de su abrazo.

-Sientanse como en su casa- Sonrió. -Por aquí estará la habitación de ustedes y por allá la de Miku- Señaló mientras terminamos de subir las escaleras.

Cada uno entró a su respectiva habitación y nos dispusimos a descansar.

***

-¡Miku! ¡Ya es hora de ir a traer al abuelo!- Gritó mi madre despertándome de mi acogedor sueño.

Me levanté y alisté.
Iríamos caminando hacia el hospital, después de todo no quedaba tan lejos, y según mis padres después tomarían un taxi por el abuelo.
Mikuo nos acompañó por todo el caluroso camino, después de todo también estaba preocupado por el abuelo.

-Y bien Miku- Rompió el silencio Mikuo.

-Dime.

-¿Ya tienes novio?

Esa pregunta me cayó como balde de agua fría sobre la cabeza.

-Supongo que ese silencio es un ¿No?- Sonrió.

-¡Qué comes que adivinas!- Sonreí forzadamente.

-Vaya, creía que ya tenías, después de todo ya tienes 22 años.

¿Acaso se estaba burlando de mi?

-Ja ja... ¿Y qué hay de ti Mikuo? ¿Ya tienes novia? Después de todo ya tienes 25 años- ¡Boom! Se la regresé.

-Yo...

-¡Miku, Mikuo, apresurense!- Interrumpió mi madre quién estaba cerca del hospital.

-¡Si mamá! ¡Ya te escuchamos!

-¡Dios que difícil pronunciar ambos nombres en una misma oración!- Añadió sin más mi padre.

-Eso también lo escuchamos- Murmuré.

Pocos minutos faltaron para llegar al hospital donde mi padre tomó asiento junto con Mikuo en una banca mientras que mi madre hablaba con la recepcionista.

-Miku si quieres adelantate con tu abuelo- Asentí alegre. -Sabes su número de habitación ¿verdad?

-Si.

Caminé lo más rápido sin esperar a que me dijera el número de habitación, después de todo recordaba que terminaba en dos.

-Diablos- Murmuré. Pues había una puerta con el número 132 y otra con el 122.

En un lado de la puerta estaban silbando una canción.
No dude en entrar.

-¡Abuelo!- Entré rápido, generando que mis torpes pies me hicieran tropezar, cayendo encima de él. -Dios, como lo siento abuelo yo...

-Vaya, sabía que era apuesto pero no para tanto. Y tampoco sabía que tenía una linda nieta.

Alcé mi rostro hacia arriba. No era mi abuelo.

-¡¿Eh?!

Huerto de girasoles|Lenku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora