Volvieron

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Ariadne

Íbamos a llegar a penas a la casa que era de mis abuelos, ya no podía mas, aun sentía frio mi cuerpo y esa presión en mi pecho-Zeus, muchacho ya no puedo amigo-me deje caer de rodillas, de inmediato él vino y se colocó frente a mí para que callera sobre su lomo, descansamos un momento, recordé lo que mamá me dijo, que tenía que ser fuerte y llegar, volví a ponerme de pie y seguí el camino junto con Zeus.
Ya veía el portón de la casa había olvidado que Fausto y Clara habían matado a los policías, sus cuerpos yacían ahí sin vida ya, pudriéndose-joder sí que los policías apestan, literalmente-no entendía como aun casi muriéndome seguía con ese humor tan característico de mi jaja debo ser tan cool.

Llegue al umbral y abrí la puerta, entre literalmente arrastrándome y cerré con mis pies, ya no quería, ya no podía seguir más, mis ojos se estaban cerrando, Zeus se acercó a mí y chillo a mi lado-estoy bien, solo quiero dormir un poco-ladro tan fuerte que abrí mis ojos de golpe -ya no puedo más- me empujaba con su nariz -bien tu ganas vamos- me ayudo de nuevo a levantarme y subí las escaleras poco a poco hasta la habitación, me dirigí a la puerta donde habíamos sacado las armas y abrí la caja que aún tenía bastantes armas, tome unas pistolas y unas dagas que aún estaban ahí, no sabía que me esperaba pero al menos daría un poco de lucha. Volvimos a bajar y fui al garaje dónde solía guardar mi moto, recordando que había un carrito ahí

-vas a tener que jalarme muchacho ya no puedo más- le dije al perro, el entendió y tomo el mango del carrito, yo me senté ahí y el me llevo a casa de mis padres, de nuevo este lugar, dónde todo se fue al carajo, me levanté y entre a la casa, gatee hasta arriba y me dirigí al cuarto que era de nuestros padres tal cual me dijo mamá, y abrí el ropero y toque hasta que encontré una pequeña perilla que estaba en el fondo como dijo, la abrí y -Cool un tobogán-no podía sentarme para echarme como normalmente lo hacen las personas, fui boca abajo, no sabía que había al final pero mi cabeza le daría primero.
Me iba deslizando y Zeus venía detrás también, mis ojos se iban cerrando y sentía mi cuerpo ya helado, llegue al final por suerte solo había piso, iba a arrastrarme pero Zeus me impacto haciendo que callera -ayyyy, también te quiero muchacho, ahora venga ayúdame-se paró delante mío y volví a apoyarme sobre él.
Al ponerme de pie fue cuando me di cuenta que había una puerta en una pared, todo aquí abajo se veía del mismo color-negro genial- nos acercamos a lo que parecía la puerta, busque la perilla pero no abría-genial- mire al rededor, no sabía si buscaba algo en particular pero lo vi era un pequeño interruptor fluorescente y se hizo la luz, ahora podía ver qué la llave estaba colgada justo en la puerta.

Entramos y mamá tenía razón nuevamente, si recordaba este lugar, eran pocas las veces que veníamos aquí, nuestros padres decían que este lugar estaba en, Italia, ahora sé que no, con todas mis fuerzas me levante y entre, inmediatamente fui al que era su cuarto, por suerte esta casa no es de escaleras, abrí la puerta de su habitación y estaba tal y como lo recordaba, su cama en el centro alado un, par de buros con lámparas sobre ellos, un armario, un cofre rustico a los pies de la cama y esa ventana que siempre reflejaba una noche estrellada o un lindo amanecer y atardecer, ahora sabía que no eran reales, Zeus comenzó a ladrar a uno de los cajones del buro, me acerque al buro y abrí el cajón ahí estaba un cajita que al abrirla me dejo ver que contenía hiervas, Zeus volvió a ladrar y creo que entendía lo que trataba de decirme-no puedes decirme cuál de todas estas es?, creo que no verdad- tome la cajita y me dirigí a la cocina, estaba un poco polvosa pero estaba bien, todos los utensilios estaban donde antes los teníamos, saque un mortero que tenía mamá y vertí los frascos ahí, comencé a machacarlas con las fuerzas que me quedaban, Zeus solo me miraba, suponía que me estaba cuidando de no caer, acabe y fui por un vaso con agua, coloque las hiervas sobre la mesa donde estaba haciendo todo y dividí a la mitad lo que había, machacado, una parte la puse en mi vaso y la otra la devolví al mortero, con mi dedo comencé a revolver las hiervas en el agua, y olía fatal y se veía peor, el agua empezó a tomar un color, amarillo ummm hepatitis y con los trozos de las hiervas parecía un poco vomito -ahí voy mamá, ahora si cuídame porque no se para que son todas estas hiervas, alguna debe servir para el dolor como las hierbas de Aria-levante la mirada y tome el vaso, me cubrí la nariz y me lo tome hasta el fondo-que asco-comencé a hacer arcadas, pero tenía que aguantar o no serviría de nada.

¿¡Enamorada!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora