Capítulo II

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Diana P.O.V.

¡¿Escuché bien?!

Si morimos aquí, ¡¿MORIREMOS EN LA VIDA REAL?!

¡¿QUÉ CLASE DE JUEGO O EXPERIMENTO ES ESTE?!

De repente un silencio sepulcral nació en la sala seguido de gritos desesperados y aterrados de los alumnos por salir de aquí.

No mentiré al decir que no estaba asustada pero en momentos críticos, como ahora, hay que mantener la calma por más complicado que sea. ¿Qué gano con perder la cordura como los demás?

Con pasos torpes y cortos me acerqué a mis compañeros, los cuales seguían en crisis mental.

—¿chicos?— pregunté preocupada por mis compañeros. Todos tenían caras realmente perturbadoras, habían perdido casi completamente la calma y digo casi porque cuando hablé todos me miraron.

—eh...— no sabía que decir, esto obviamente es extremadamente nuevo para todos, ¿Con qué fines harán esto?

Giré la mirada y noté qué la misma chica ,que minutos antes había mirado, nos estaba mirando. Cuando notó que la había visto, se giró y se fue con su, aparentemente, gremio.

Mi semblante se tornó confuso y volví a mirar a mis compañeros.

¡En nombre de Yoshi y Mario! Si que tienen una cara perturbadora pero al menos ya se relajaron un poco.

—h-hay que con-ncentrarse— Abel finalmente reaccionó y se puso firme pero su voz revelaba que aún estaba asustado.

Asentí con la cabeza y de ahí los demás comenzaron a reaccionar de a poco con ayuda de nosotros y finalmente nos adentramos en el mapa.


Mia P.O.V.

¡¿Moriremos?! Woow, mi mamá tenía razón bien me dijo que salir de Argentina y venir a ésta escuela realmente sería emocionante.

Decidí escoger una espada de un hermoso color azul cielo con negro.

Cuando escogí mi arma noté una penetrante mirada sobre mí así que decidí girar la mirada a aquélla persona.

Me iba a fijar en su apariencia pero una persona me toco el hombro y por ende llamó mi atención.

—¿estás bien? Te noto muy tranquila para la situación—

— Tranquila, Ale sólo estaba observando a  los demás jugadores—

Fijé mi mirada en la chica y en la persona con la que hablaba, pero a la segunda no le tomé mucha importancia.

Una chica algo baja (que me llegaba a las orejas más o menos), de tez pálida, cabello aparentemente lacio y negro además de ojos... ¿negros? Realmente no lo sé con seguridad ya que a esta distancia no alcanzo a ver esos pequeños detalles.

—es verdad, tenemos que conocer a nuestros rivales al máximo— fijó su vista en mí y en la chica que estaba viendo.

—lo sé—

—pero... No creo que sea correcto matar a las personas. Se supone que en momentos como estos hay que apoyarse—

—Ale, justamente en momentos como estos las personas sacan su verdadero ser. No podemos confiar completamente en nadie.

Proyecto: Online ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora