¿Habrá un mañana?
...Las personas apuradas van a sus casas antes de que marquen las seis, corriendo tontamente por el miedo a la muerte. El sol se esconde, las familias aseguran sus casas, el "tic tac" de los relojes hace sudar a la gente. A lo lejos suenan las campanas de la iglesia. Los encapuchados salen con sus armas listas para torturar al primero que encuentren.
Los niños que antes jugaban a esa hora se encuentran en camas tratando de dormir, para salir de la realidad que no entienden. Los adultos reunidos sin emitir sonido viéndose a cada uno, rezan luego de tener años de no hacerlo.
Todos se preguntan si la muerte es su destino. ¿Su destino era vivir esto?
¡Se acerca el ruido de las latas! Gritaban con la vista, las personas sollozando comenzaban a rezar el rosario, temblando pedían no morir.
El silencio del pueblo era escalofriante, solo unas latas que llevaban los encapuchados se escuchaban en esa oscuridad. Las familias se abrazaban y decían cuanto se amaban cuando tenían años de no decirlo, cuando diariamente se gritaban.
¿Pero quiénes son esas personas sin rostro que se divierten con el miedo de esta gente?
¿Cómo escapamos del destino?
Una paranoia se desarrollaba en la mente de esos pobres seres falsos.
¡Es el castigo de Dios! Nos hemos portado mal, decían unos.
El tiempo pasaba lentamente, alargando el sufrimiento del pueblo.Toques en las puertas, disparos cada diez minutos y las latas aceleraban el pulso de menores y mayores. Intentaban dormir pero al cerrar los ojos tenían las peores pesadillas, eran obligados a permanecer despiertos hasta las doce.
Que repugnante era que todos se unieran al tener miedo, y que rezaran sólo cuando lo necesitan.
Cuando ya marcaban las doce y las campanas sonaban, todos dormían olvidando lo de las horas anteriores.
Iniciaban otro día con una sonrisa, actuando como si no pasara nada.
Estaban atrapados en un bucle que no pararía hasta que los encapuchados consiguieran lo que querían.
Por ahora, la muerte no es su destino.
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Ding Dong
RandomHistorias y poemas escritos cuando el enojo y tristeza se hacen dueños de mi mente.