Hemos llegado

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Las calles estaban solitarias, solo se veían los carros de un lado a otro, pero ninguna persona, ¿y como no? ¿Quien sería capaz de andar en la calle, si hacía un frío que te calaba en los huesos. En Obregón no hacía jamás esa clase de frío, por eso es que Julianna estaba sufriendolo tanto, debían de estar en grados bajo cero.

–Vamos a buscar algun lugar donde comprar comida, si no, moriremos de hambre pronto– parecio que en ese momento, Julianna habia sido bendecida por los mismos dioses, sus ojos se iluminaron 

–Mamá, ¡mira! ahi hay un McDonald's– no hizo falta que dijeran mas, pues en ese momento se encaminaron hacia el lugar.

Ingresaron a la tienda de autoservicio e inmediatamente sus cuerpos agradecieron la calidez del lugar. Olía a limpiador de pisos y café, tenían música de fondo que se escuchaba viejita. Cada una de ellas ordenaron lo que se miraba mas vistoso, y una vez que les dieron sus ordenes, Julianna un poco nerviosa decidió hablar;

Excuse me... Do you know where is an hotel? - preguntaba Julianna, con el inglés que sabía. La mujer se miraba de unos 30 años, güera, ojos azules como típico gringo, muy guapa, por cierto.

Course, you have to turn right here in Midway Street and walk two streets, you're gonna see a lot of palms and just right there is the hotel; "Wyndham - Julianna la comprendió, aunque esta mujer hablaba bastante mocho y rápido

Ok, thank you so much, lady.


Pedir una habitación no fue problema, pues Noelia hablaba inglés mejor de lo que Julianna pudo imaginar.

Iban caminando por los pasillos del hotel, y Julianna estaba maravillada por lo bello que era el lugar. –Esto es muy bonito, mamá... – y Noelia sonrió recordando.

–Sí, todo en Estados Unidos es bonito– se sentía como una ola de nostalgia en el pecho de Noelia.

–¡Al fin vamos a descansar!– gritó Julianna con euforia mientras ingresaban a la habitación, y brincaba hacia la cama.

–Oye mamá, ¿de donde sacaste tantos dólares?– preguntó Julianna mientras se sentaba en la cama de la habitación.

–Los tenía guardados desde hace mucho tiempo, hija– dijo un poco nerviosa.

–¡Es mucho dinero, mamá!– y gesticuló una "o".

–Ándale, ve a bañarte, que buena falta te hace, ahorita te cuento lo demás– dijo a su hija.

–Ay si, me urge– dijo riendo, y sin más, desapareció por la puerta del baño.

El cuarto de baño era muy bonito, igual que la habitación en general. Los azulejos color blanco que lo adornaban, y el cancel de cristal que tenía la regadera, era demasiado para sus ojos. Era bastante bonito.

Por encima del retrete había una especie de gaveta, en la cual había toallas limpias y papel sanitario. Tomó una y la puso sobre la tapadera del retrete, comenzó a desvestirse y entró en la cabina de la ducha.

Abrió la regadera y gritó por que el agua estaba demasiado fría al principio.

Sintió como sus músculos le agradecían por el agua caliente, que tanta falta les hacía. Dos días sin ducharse era un récord. Mientras se duchaba pensaba, en que estará pasando con Lucía, seguramente habrá ido a buscarla reiteradas veces. Cuando su celular tuviera batería suficiente, le iba a llamar.

Julianna La InmigranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora