Capítulo IV

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La curiosidad, La inmovilidad.

Así nos encontrábamos.

Así estaba yo.

Hasta que su voz volvió.

—Necesito algo de ropa, ya que estoy mojada, y hace frío–.

La chica seguía desnuda después de todo, pero en lo que menos nos fijamos fue en eso, así que, sin decir nada, me fuí de la sala.

Entré a mi habitación y busqué en mis cajones algún pantalón, un par de medias, una camiseta y un suéter.

Volví hasta donde estábamos, y le entregué las prendas a la muchacha, la cual se vistió sin ningún tipo de pudor frente a nosotros.

Mi hermano desvío la mirada, pero supongo que fue por respeto.

Yo, en cambio, no lo hice.

Examiné cada parte de su pálido cuerpo. No era alta, era algo curvilínea, con caderas anchas y una pequeña cintura. Su largo cabello rojo cubría sus pechos.
Su nariz era delicada, al igual que sus labios y el resto de sus facciones.
Tenía muchas cicatrices en la parte baja de sus piernas, y una muy delgada pero notoria, en su brazo derecho, que se extendía desde el hombro, hasta casi llegar a su muñeca.
En otras circunstancias, me hubiese resultado una mujer extremadamente hermosa.

Pero la realidad no era así.

Yo ni siquiera podía dar fe de que si en verdad era una chica.

¿Cómo era posible que éste ser de aspecto casi débil pudiera ser a la vez... una bestia?

Me senté al lado de Lucas y enfrente  de nosotros,la pelirroja, mientras yo aprontaba mis oídos, porque sentía que no me agradaría lo que escucharía, pero debía afrontarlo, cómo siempre  había tratado de hacer, con cada contratiempo que aparecía en mi vida.

—¿Cómo te llamas?-. Lucas, aún aterrado, fue el primero en cuestionar.

— Mi nombre es Rätsel-.

—¿Eso quiere decir que...-.

— Sí, soy alemana, al igual que ustedes-.

— Tus padres no se equivocaron al darte ese nombre-.
Sabía a lo que se refería mi hermano.

La palabra Rätsel, significa Enigma en Alemán.
Vaya, sin dudas, lo era.

—No tengo progenitores-.

¿Qué?

—¿ Y de dónde saliste?, Del aire no creo-. Lucas sonó algo grosero.

—Mi origen no es lo que importa en éste momento, sino el de Blak-. Clavó su vista en mí.

— ¿ Qué es lo que debo saber?-. Mi voz salió dudosa, porque estaba nervioso.

Ella me dedicó una sonrisa algo torcida.

— El mismo año que tú naciste Blak, también nació... alguien que, tiempo después descubrimos que era el ante último elegido. Una vez descubierta su existencia, emprendimos la búsqueda del último elegido, ya que, según la profecía, éstos nacían al mismo tiempo, pero en lugares separados. Hemos tenido algunos problemas al buscarte, aunque siendo el último, era obvio que no sería una tarea fácil.

No entiendo absolutamente, nada.

La chica tomó una bocanada de aire y prosiguió.

— Lo que no nos esperábamos, era que tú fueras un Aigner... como dicen por ahí, ironías de la vida-.

— Hablas de nuestra familia cómo sí la conocieras-. Dijo Lucas algo molesto.

— La conozco más de lo que quisiera, créeme-. Retrucó la chica.

—Cuando dices "último" y "elegido", ¿A qué te refieres?-. Ésta vez hablé yo.

— ¿No han oído hablar alguna vez sobre los cuatro jinetes del apocalipsis?-. Nos hizo un gesto de calma con las manos, quizás porque se dió cuenta de que volveríamos a entrar en pánico. — La historia en verdad no es así, fue mal interpretada ya que, no todos son malvados, aunque a habido algunas excepciones, claro-.

De nuevo, ¡¿Qué?!

— Todavía no entiendo-. Dije con la voz entrecortada.

— Tú-. Señaló. — Eres uno de ellos-.

El Último JineteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora