Prólogo

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Seattle, 06:00 p.m. Martes, 13 de septiembre.

Para: Skye

De: Harry

Ésta es la vigésima séptima carta que he tratado de escribir. Espero que ésta sea la ganadora, no he podido ordenar mis ideas. Hoy me levanté y ya hacen ocho días, nueve horas y treinta y siete minutos que no te veo. Me falta la respiración, Skye. Tengo un dolor extraño en el pecho y siento algo que nunca he sentido. Tú eres la que me ayudas a identificar mis sentimientos, pero ya que no estás aquí, me he quedado con la duda. Pero estoy más que seguro que es por tu ausencia. No me han dejado salir de la habitación, he oído que mi autismo empeoró. Y que es un riesgo. Yo no soy un riesgo, Skye. Eso lo sé. También me dijeron que estoy más loco. Eso tampoco lo soy. Al menos no por eso, desde que no toco tu piel me siento en la locura. Así que me retracto, sí lo estoy.

Por favor, ven. Anoche me ha atacado mi epilepsia, hacía tiempo que no la tenía. Es porque tu no estás, Skye. Hace bastante me di cuenta que todo mejoró cuando te tenía a mi lado, pero ayer, cuando tenía frío y estaba solo mientras lloraba acurrucado en la cama, me di cuenta que también me hacías mal. Ya eres una parte de mi. Me di cuenta que nada o nadie me hace tanto mal o tanto bien como me haces tú. También me inyectaron algo. Siempre recuerdo los nombres de los medicamentos con suma facilidad, pero ésta vez no logré acordarme. Sólo sé que no me dolió en lo absoluto porque me mentalicé que tú entrarías por la mañana por la puerta, con tu sonrisa radiante y tus cuidados. Que me hablarías de tu día mientras te dejaba jugar con mi cabello. Pero no fue así, Skye. No he tenido ganas de hacer nada, ni siquiera de ver la hora. Y si preguntas como supe la hora al principio de la carta, me las he arreglado para saber a que hora estás en la pastelería de tu madre ya que a esa hora el sol hace un perfecto círculo que rodea la ballena extraña de dibujo que hiciste aquella noche en la ventana para enseñarme tu animal preferido. También ese día te prometí que algún día te llevaría a verlas ya que nunca las habías visto, ¿recuerdas? Aún mantengo esa promesa. Ven, que quiero escuchar tu voz, tu risita tan peculiar y aspirar tue embriagador olor.

Te quiere enormemente, Harry.

P.D: Apura, que me haces mucha falta

P.D.2: No estoy completamente loco

P.D.3: Ésto de las posdatas lo aprendí hoy, leyendo el libro que me regalaste hace ya un tiempo

P.D.4: Por cierto, estuvo genial

P.D.5: De nuevo, te extraño, Skye.

Sunbeam. •Harry Styles•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora