Capítulo 2

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Nombre: Harry Edward Styles

Edad: 24 años

Fecha de nacimiento: 1 de Febrero de 1990

Lugar de nacimiento: Holmes Chapel, Cheshire, Inglaterra, R.U.

Tipo de sangre: B+

Raza: Caucásico

Discapacidades: grado 4 de autismo, epilepsia, alergia a las nueces y gluten, asma

Internado por: ataque epiléptico

A cargo de: neurólogo Frederick Lynch  T.

Alérgico al medicamento: ——

   Era la novena vez o algo así que repasaba la copia de su informe médico que me habían facilitado. Habían pasado unas dos horas desde que Vin pasó a interrogarlo. Al parecer tenía problemas ya que no había salido en todo ese tiempo. Yo no había entrado ya que estuviera violando la “estricta” regla de un sólo visitante por habitación. Estaba bastante aburrida y había aprovechado de llamar a mi padre que se encontraba de viaje a Iowa con mi hermano Eric para pescar. A veces me sentía excluida por él ya que le dedicaba más tiempo a mi hermano que a mí, pero ya me había acostumbrado.

— ¡Oh Dios mío! ¡No puedo más! —la voz de Vin me hizo sobresaltar. Dirijí mi mirada a él y lo vi bastante exasperado y enrojecido.

— ¿Qué pasó? ¿Lograste hablar con él? —le pregunté con cautela y me levanté.

—Ni una palabra, no quiere hablar —pellizcó el puente de su nariz y cerró los ojos con fuerza—. Probé todos los métodos pero nada funcionó. Maldición, Skye. Necesitamos sacarle algo. Es nuestro único testigo —su mirada estaba invadida de preocupación.

—Lo sé. Lo sé. Trataré de hablarle yo, ¿sí? —le contesté calmada y sin mucha seguridad.

—Haz lo que puedas, Skye. Por favor —susurró y luego me dedicó una pequeña sonrisa al haberse calmado—. Te iré a comprar desayuno, debes de tener hambre.

—Sí. Gracias, Vin. Haré lo que pueda.

   Di una media vuelta y me dirijí a la puerta, mi mano quedó a medio camino de abrir la perilla. Suspiré y me mentalicé. Los interrogados con problemas psicológicos eran los más difíciles. Acomodé mi cabello un poco y alcé la barbilla para dar un aire profesional. O por lo menos intentarlo. Tomé la perilla y la giré. Ahí estaba él, parecía que no se hubiera movido. Estático. Entré y cerré la puerta con cuidado. Tomé asiento en una silla que se encontraba allí y entrelacé mis propias manos.

—Hey. Me llamo Skye. Skye Beaumaris. Soy detective, es un placer. ¿Cómo te llamas tú? —dejé la formalidad a un lado para parecer más fresca o amigable. Además de que necesitaba ser gentil para éste caso en particular. No se inmutó en lo absoluto, di un suspiro—. ¿Sabes? Es totalmente comprensible que no quieras hablar. Es decir, acabas de presenciar algo horrible —mi voz fue disminuyendo poco a poco—. Pero para saber quien hizo esa atrocidad necesito, en serio, necesito de tu ayuda. Puedo esperar un poco para cuando estés listo, ¿sí? —le di un intento a mi voz más dulce y él levantó su mirada hacia mí con el ceño fruncido, la dejó fija y yo sentí una corriente de frío—. Ahora, ¿me dejarías saber tu nombre, por favor? —murmuré gentilmente, claro está que ya sabía su nombre. Sólo trataba de entablar una conversación.

   Hubo un largo lapso de tiempo que sólo se oía las cornetas lejanas de los autos adentrados en la ajetreada ciudad de Seattle.

—Harry —dijo secamente con una increíblemente grave voz, luego sorbió su nariz. Una luz destelló en mi interior: había respondido una pregunta.

Sunbeam. •Harry Styles•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora