Capítulo 3

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   Me quedé en silencio mas tiempo del que hubiera querido quedar.

—Ehm... Hola, Harry —respondí rascando mi nuca, tratando de encontrar algo recóndito en mi cabeza para éste tipo de situaciones (que no se dan mucho, o por lo menos no en mi caso)—. ¿S-se te ofrece algo? —bien, Skye. No pudiste elegir otra frase más cliché que esa porque aún no la han inventado.

—Mhm, no. La verdad no —me gustaba ésta característica de él: sin rodeos—. Sólo estoy aburrido... y tengo frío.

   «¿Y éste por que me toma a mí, huh? ¿Payasa? ¿Presentadora de Ridiculousness? ¿Monociclista de un circo?». Obviamente no dije eso.

—Vale —otro lapso largo de tiempo en silencio—. Mhmmm, ¿haces algo?

—Nop, nada. Contaba los cuadros que hay en el piso —reprimí una risita y pude jurar que él tenía una sonrisa en ese momento—. ¿Tú?

—Pues, me preparaba para ir a dormir, de hecho... —encontré muy interesante un mechón de mi cabello el cual enrollaba entre mis dedos.

— ¿Te molesta que te llame a éstas horas?

   Me la quedé pensando. No quería ser ruda.

—No, para nada. De hecho, no es que tuviera mucho sueño... —no era del todo mentira.

—Oh, bueno.

   Luego musité un "sí" y nos quedamos en silencio. Escuchaba su respiración al otro lado de la línea, tan pacífica, tan apaciguada que creí por un momento estar en blanco. Relajada por sus exhalaciones.

—¿Sabes? Pensaba que mi vida apestaba hace una semana, cuando derramé un capuccino en mi historieta favorita. Decía «Wow, sólo hay diez ejemplares de éstas en todo el mundo. Es el peor día de mi vida». Pero ahora, que sé que no volveré a ver a mi madre y me veo encerrado en estas cuatro estúpidas paredes, ahora además de entender el concepto de eso, lo siento a carne viva —y su muy emotivo, pequeño discurso terminó con un suspiro.

   Y me quedé sin palabras, de nuevo. Éste chico sí que me dejaba así. Sentí un nudo en la garganta al oír la innegable sinceridad que brotaba de sus palabras. Su ingenuidad me pareció extremadamente cautivante, confiar sus pensamientos y torturas a alguien que literalmente, no lleva ni un día de conocerla. «Así de grande debe de ser su necesidad de desahogarse» pensé. Aún tenía en mi mente sus ojos verdes, enrojecidos por el injusto llanto, su pálida piel y sus labios rellenos, que se veían que en un momento fueron rosados ahora eran pálidos. Y sin embargo, tenía facciones que nunca en mi vida vi en otro rostro, nisiquiera en modelos en revistas o afiches. No estaba exagerando, el chico era bastante atractivo.

Me deshice con rapidez de una lágrima que sentí en mi nariz. No queriendo admitir que estaba llorando. Me di cuenta que, a pesar de que lo había visto con los ojos enrojecidos e incluso, con humedad adyacente en sus ojeras, no le había visto derramar una lágrima. A pesar de la muy difícil situación, claro está. Era fuerte, tal vez no en todo el sentido de la palabra, porque sostengo que todos tenemos debilidades, pero demasiado valiente.

—Harry, tú... eh, ¿tú quieres hablar de eso? —susurré con cuidado, como cuidando de que si hablaba con un decibelio más en mi voz, él se fuera a romper. A romper aún más, me refiero.

—No —asentí a su respuesta, como si pudiera verme—. ¿De qué sirve? Te saturaré de mis desgracias, probablemente pisaré fondo y me daré más cuenta de cuan miserable soy. Paso.

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2015 ⏰

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