Capítulo 1

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— ¡Nuevo caso notificado al 911, presunto homicidio en la calle Aberdeen, las patrullas salen ahora mismo! Necesitaré de los detectives y analistas —escuché la voz neutra y profesional de Vin detrás de mi y de inmediato el equipo se movilizó.

   Resoplé de frustración. ¿Era en serio? Eran apenas la siete y cuarto de hora de la mañana, es decir, ni siquiera había tomado la mitad de mi latte vainilla. No tuve opción, la justicia me llamaba. Tomé mi chaqueta de cuero y mi maletín con pereza, acto seguido, caminé a la salida del departamento. Ésta era un rascacielos, poseía treinta y seis pisos, era lujosa y extremadamente equipada para las ciencias forenses de Seattle. Cada piso era una especialidad. Balística, toxicología, psicología forense. Era como mi templo. En mi caso, yo era una detective de 22 años. Acomodé mi cabello y subí a la camioneta. Allí me esperaba Vin, el cual era mi jefe y también un gran amigo.

— ¿Qué información se tiene? —pregunté con interés en un tono de voz alto, ya que las sirenas iban encendidas, al perfil de Vin el cual conducía con prisa.

—No es muy clara... la llamada fue hecha por un hombre, aunque se oía algo extraño —me miró de reojo.

—Oh, bueno. No considero que llame calmado al ver un cuerpo al borde la muerte —respondí sonriendo con un toque de ironía.

—Es cierto. Pero era diferente, créeme. Se mantuvo tímido en todo momento y las palabras se oían ahogadas, Skye.

   Fruncí el ceño, extrañada. En unos quince minutos nos encontrábamos frente a una de las mejores zonas residenciales de todo Seattle. Frente a una enorme casa, silbé en cuanto la vi. Estaba rodeada de policías y la típica cinta amarilla de escena del crimen. Bajé de la camioneta y entré a la amplia casa. O era mejor llamarla mansión, por dentro estaba infestada de analistas, forenses y demás.

— ¿Qué tienes, Lex? —dirigí mi palabra a Alexa, era mi mejor amiga y una excelente doctora luego de haberme acercado al cuerpo. Detallé el mismo, era una mujer y no había sobrevivido. Era muy bonita, además de mayor. Si no hubiera sido por la sangre que la rodeaba y el ambiente asfixiante, hubiera jurado que estaba dormida con placidez.

—Identificada como Keyla Cox, 43 años. Causa de muerte por traumatismo cráneal proporcionada por golpe con un objeto contundente —soltó en un tono profesional mientras levantaba la cabeza del cuerpo, hice una mueca de dolor—. Al momento de la llama vivía, al parecer. Pero no pudo lograrlo —y suspiró.

— ¿De que vivía? —pregunté después de un momento.

—Era ama de casa, pero se casó con el dueño de una empresa de exportación comercial —dijo sin levantar la mirada, aún examinando con detenimiento el cadáver.

— ¿Y hay testigos?

—Oí que sólo uno, su hijo. Pero fue trasladado al Hospital de Grace ya que al parecer cuando llegaron había convulsionado —me miró de reojo—. Es nuestro único sospechoso por el momento.

—Vale.

   Después de haber saciado un poco de mi curiosidad profesional saqué la cámara y fotografié el cuerpo, algunas manchas de sangre, residuos en el piso, etcétera. En mi tarea fui interrumpida por la voz de Vin.

—Skye, necesito que me acompañes a interrogar al testigo.

   Asentí y obedecí, guardando la cámara para luego salir de nuevo hacia la camioneta.

   El Hospital de Grace no tenía nada que lo diferenciara de otras clínicas. Blanco, aburrido y soso. Vin y yo entramos al ascensor y nos bajamos en el tercer piso, se dirijió a un señor de bata blanca.

—Buenos días. Soy el oficial Larsson y ésta es mi compañera la detective Beaumaris. Departamento Forense de Seattle —dijo haciendo la rutina de enseñar la placa y luego dar la mano, lo cual también hizo conmigo.

—Muy buenas. Me supongo que ustedes son los encargados del caso en el que se encuentra envuelto el paciente —nos dijo serio mirando por encima de sus gafas. Un "correcto" salió de inmediato por parte de Vin, lo hizo proseguir—. Su nombre es Harry. Harry Styles. 24 años. Fue transferido por un ataque epiléptico del cual ya ha sido tratado. Actualmente está en cuidados —apartó su mirada para revisar las anotaciones médicas, su ceño se frunció—. Pero creo que eso no es lo que deben tomar en cuenta si quieren interrogarlo, hay un inconveniente.

— ¿Y cual es ese inconveniente? —ésta vez fui yo la que soltó la pregunta.

—Padece del síndrome de Asperger —soltó un suspiro al momento que alzó su mirada por detrás de mi. Hice lo mismo para darme cuenta que detrás mío había una ventana que daba hacia el interior de la habitación. En ella se encontraba sentado en la cama un chico el cual me tomé mi tiempo en detallar. Tenía el cabello algo largo y terminaba en unos peculiares rizos color café, era pálido y su perfil se encontraba tenso. Sus brazos estaban adornados por varios tatuajes. Se veía atractivo a primera vista. No logré ver el color de sus ojos ya que su mirada se encontraba perdida en algún rincón de la habitación.

— ¿Eso obstruye el hecho que queramos hacerle algunas preguntas? —pregunté aún analizándolo, jugaba nerviosamente con sus manos.

—Claro está. Significa que posee un grado del espectro autista —me estremecí ante esas palabras. No sólo por las mismas, sino que en ese momento él alzó su mirada y la clavó en mi. Vi sus ojos, llenos de ira y enrojecidos por el llanto. Aún no puedo describir con precisión su color de ojos, eran una combinación preciosa de verde y turquesa.

   Tragué saliva.

   Ésto sería complicado.

Sunbeam. •Harry Styles•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora