¿Te ha pasado que tú corazón anhela tanto algo...o alguien como para soñarlo noche tras noche?
Ciudad de México.
6:00 am Lunes, 7 de Enero.
Abrí los ojos de golpe para toparme con un soso techo blanco.
Cómo de costumbre toqué mí pecho, el corazón latía con mucha fuerza como todas las mañanas tras despertar.
Sentada en la orilla de mi cama intento reincorporarme a la realidad.
Las manos sudorosas, las mejillas calientes, el corazón a punto de explotar, ardientes los labios, el estómago y la cabeza hechos un completo lío.
Mis sueños cada vez me dejaban peor.
Sueños, sueños que no son claros, todos hasta el momento han tenido el mismo patron... Solo que cada vez se hacen más reales, hasta que despierto y todo queda borroso y confuso.
Lo único que me queda de ellos son imagines que vienen a mí cabeza como un flashback de algo o alguien a mi lado, una sonrisa, un paisaje parecido a un bosque, diferentes escenarios, sonidos de risas, sonidos de llanto, miles de sonidos que me dan dolor de cabeza y una voz... Una voz que siempre olvidó a los 2 segundos de despertar.
Necesito un baño definitivamente.
Sin pensarlo dos veces tomé la toalla y prepare la ropa para estar en la ducha lo antes posible. Ya dentro siento caer el agua caliente sobre mi cabeza y las ideas aclararse. Cuando menos lo pienso ya es tarde y me he pasado de tiempo dentro.
Con los dedos arrugados y devuelta a la realidad es preciso apresurarme a vestir ya que llego tarde.
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Seúl, corea del sur. 9:00 pm
Lunes, 7 de enero.
Di un pequeño salto al sentir el agua caliente caer de golpe sobre mi pecho. El agua cayendo sobre mí me produce tanta tranquilidad que siempre termino pasandome de tiempo.
Otro pequeño salto originado por el helado piso provocó un escalofrío en todo mi cuero. Mi cuerpo húmedo y desnudo reflejado en la cavidad del espejo. Ahí no hay nada.
Pero en mis sueños, en mis sueños lo hay de todo.
Me recosté en la suavidad de mis sábanas para dejarme perder entre ellas.
¿Volveré a soñar con ella como todas las noches anteriores?
Ella...
Esas letras recaían en mi conciencia como un balde de agua fría. Le doy mis débiles suspiros a alguien inexistente, lamentable tesitura en la que se encuentra el chico incapaz de enamorarse en la vida real que soy.
Ansió el momento en el que me quedé dormido, y que con los ojos cerrados mire sus mágicos cabellos rojos. Los mismos que me hacen arder el pecho.
