Él.

41 3 0
                                    

La realidad me atravesaba.

Otro día más en este manicomio.

Ya ni me importaba hablar o tener algún tipo de contacto con mi familia, menos con mis antiguos amigos.

Sí se preocuparan por mi, podrían haberse puesto en contacto. Sin embargo, no lo hicieron, tampoco es que todavía me siga importando, todo lo contrario.

Sonó la campana. Eso significaba, hora de comer.

Un enfermero u enfermera cada día abría la puerta de mi selda a una hora en la cual debíamos comer; El o ella entraba y me "escoltaba" hasta el comedor. Justo como ahora. Pasabamos por una serie de pasillos, rejas, hasta que una puerta corrediza sé abría al pasar una tarjeta en un pequeño aparato que estaba al lado de la misma; aquella tarjeta sólo la disponían los enfermeros, era como precaución, sí alguno de los que se encontraban en la sala, tenía alguna crisis o intentaban escapar, esa puerta no lo permitía, sí es que me entienden, en fin, el panorama que podías ver era raro. Yo ya estaba acostumbrada. Sólo eran jóvenes atormentados por alguna puta enfermedad no deseada. Mi desayuno estaba sobre la mesa. Siempre me siento en la mesa más alejada, y cuando, alguna que otra vez no había algún otro lugar, otros se sentaban conmigo. Tengo un sólo amigo en este manicomio. En realidad, amiga. Aleisha, era una chica rubia de 17 años. Tenía problemas de violencia, y a veces la llevaba a otro extremo. Era una chica muy dulce, por lo menos conmigo, por momentos. Estaba aquí desde hace 3 años; por suerte, estaba mejorando notablemente.

Siempre se sentaba conmigo. Excepto las veces en las que los enfermeros creían que era mejor que se siente en otro lugar. Hay veces en las que pensaba que lo hacían a propósito, pero, que más da. Allí estaba ella.

-Hola _______, ¿Que tal tú noche?-

-Hola Aleisha, lo mismo de siempre, ya sabes.-

Ella sabía a lo que me refería.

Su cara sólo expresaba lastima

-Sabes, estuve pensando, hoy coinciden nuestros horarios en el patio, y quisiera enseñarte algo.-

Una vez al mes coincidían nuestro horarios para salir al patio. Nos otorgaban una hora un día a la semana para que podamos sentir el aire fresco. Y sólo una vez al mes coincidían nuestros horarios. Todos tienen diferentes horarios para todas las 'actividades' del día. Aleisha y yo, en lo único que coincidiamos todos los días, era en el desayuno.

-Cierto, lo había olvidado, nos encontramos en el árbol, sí?.-

-Claro, como siempre.-

-Está bien, y, que te toca ahora?-.

-Ducha, y a ti?-

-Psicólogo.-

-Luego de eso, nos vemos, cierto?- Preguntó Aleisha terminando la última tostada de su desayuno.

-Sí, creo que ya es la hora, nos vemos luego Ale.- Sabía eso, porque veía a los enfermeros caminar hacia nosotras.

-Supongo, claro, suerte _______, te quiero.-

-Yo también.-

El enfermero me sujeto y me llevó hacia una sala, donde Patrick, me "ayudaba" a superar mi enfermedad. Era un psicólogo de unos 28 años.

Caminamos unos cuántos pasillos, como todos los malditos días, y llegamos a la puerta amarilla donde se encontraba Patrick.

Sólo entré y cerré la puerta.

Me senté donde solía hacerlo siempre. En un sillón celeste desgastado, que cuando te sentabas en el, se podían oír los resortes.

-¿Como estas hoy ________?

-Como siempre.- Yo no solía hablar mucho.

-Está bien, y, ¿Dormiste bien anoche?

-Supongo.-

-¿Podrías colaborar un poco? Estoy tratando de ayudarte y de que de una vez por todas puedas salir de este maldito lugar _______.-

-Lo lamento, usted sabe que no puedo dormir en las noches, no tengo ataques, pero, me torturan las pesadillas, y no puede preguntarme sí estoy bien, cuando la respuesta es un obvio no, sufro de esquizofrenia, no tengo a nadie aquí, excepto a Aleisha, tampoco es que me importe salir, no tengo a nadie a fuera de este puto lugar que se preocupe por mi, y creo que usted lo sabe.-

-Se que es difícil...- No lo dejé terminar la frase.

-No, usted no sabe lo difícil que es estar prácticamente toda tú adolescencia en un manicomio por sufrir de algo que es incurable.-

-Está bien ______, es verdad, nose lo difícil que es, pero estoy tratando de ayudarte y es posible que te cures, por algo estoy acá sentado, sí fuera totalmente incurable, ni me importaría estar acá, pero no puedo hacer todo sólo, necesito que me ayudes, que hables.-

-¿Que quiere que le diga?

-Empecemos con tus pesadillas, ¿Me podes decir como son?-

-Siempre sueño con ese día. En el que estaba con el, simplemente pasando el día. Y de repente me agarraron mareos, todo daba vuelta. Y estaba esa voz. Que me obligaba a realizar algo que yo no quería. Lastimarlo. Y aunque, no quería, no tenía control de mi misma. Me tiré encima de el y empecé a pegarle con toda mi fuerza, lo estaba lastimando.

Estábamos en el parque, nuestras madres, nos separaron. A el le salía sangre por la nariz, y también le sangraba el labio. Tenía unos cuantos rasguños. Mi mamá me agarró, yo sólo quería soltarme, quería seguir golpeandolo, no sabía porque. Cuando me calme, mejor dicho cuando la voz se "fue", pude ver que el no se despertaba, su madre se lo llevó al hospital. Y al otro día escuche una conversación de mi mamá con papá, yo, yo-Empecé a tartamudear- Lo dejé en coma.-

-¿Quién es él?- Preguntó Patrick.

-Era mi mejor amigo, después de ese día, no lo volví a ver más, no sólo porque decidieron encerrarme acá, sino porque, creo que falleció, no lo se, no se sí despertó o no, pero, sigo sintiendome muy mal por eso, él era la persona más importante para mi, ¿Lo entiendes?, y ese día sigue torturandome todas las noches.-

Delirium. (Ashton Irwin y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora