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Se vive de realidades, no de ilusiones.

Así vivía yo.

Mi realidad era quedarme encerrada por siempre en este manicomio.

Sólo quería salir para poder matarme de una puta vez y terminar con todo.

No existen ni los cuentos de hadas ni los finales felices.

No existe él príncipe azul que mata al dragón para poder rescatarte del castillo.

La realidad era que, tenemos que aprender a sostenernos solos.

No puedes sentarte y esperar, pretendiendo que alguien venga y resuelva tus problemas.

Siempre creí que esos cuentos eran machistas.

Es decir, vamos, una mujer no necesita un hombre para ser feliz.

La felicidad está dentro de uno, no al lado de alguien.

Todos tendrían que saber eso.

En fin, la realidad duele, cierto?

Dejando de lado todo eso, era hora del desayuno.

La puerta se abrió, y entró un chico realmente muy joven. Era raro, ya que a pesar de que era joven; de mi edad quizás; jamás lo había visto por los pasillos, y Amanda era la que siempre me llevaba hacia el comedor.

Luego recordé la conversación con Aleisha.

El debía ser el nuevo enfermero.

-Hora del desayuno señorita.-

Su voz se me hacia terriblemente familiar.

Bueno, que más da.

Sólo me levante del frío piso y camine hacia el.

Me tomó del brazo y salimos de la selda en camino hacia el comedor.

La puerta corrediza se abrió. Todo normal.

Sólo que, me llevaba hacia otra mesa.

-Eh, yo no me siento en esta mesa.-

Era una de las mesas centrales. No me gustaba sentarme en ellas, es decir, en las sillas de ellas. Bueno, ustedes entienden.

-Lo lamento señorita pero tiene que sentarse aquí.-

-Usted no me dice donde tengo o no que sentarme; Siempre me siento en aquella mesa.-Señalé la última mesa, que está prácticamente excluida.-

El sólo suspiro y me llevó hacia MI mesa.

Sólo sonreí triunfante.

Aleisha todavía no estaba aquí. Era raro.

Levante mi mirada explorando el lugar, pero, no había rastros de ella.

Pero, allí estaba el enfermero de unos sesenta años; el cual siempre traía a Aleisha al comedor.

Y ella donde estaba?

Me levanté dispuesta a preguntarle donde se encontraba mi única amiga.

Pero un brazo no me lo permitió.

-A donde cree que va señorita?.- Era el otra vez.

-No tengo por que darte explicaciones.- Sí, estuvo mal, el era mi "nuevo" enfermero al parecer, y tendría que decirle que sólo quería hablar con el enfermero que se encontraba a sólo unos metros. Resoplé.- Sólo voy a hablar con aquel enfermero.- Señalé al anciano.- Necesito preguntarle algo.-

-No puede ir a ninguna parte. Además, yo estoy aquí, puede preguntarme cualquier cosa.-

Este chico me estaba sacando de mis casillas.

-Sólo quiero preguntarle sobre una paciente, ella no está aquí y necesito saber sí le ocurrió algo, sólo, por favor.-

Resopló.

-Está bien.- Tomó mi brazo y me condujo hasta el anciano.

-Hola Jordan, sólo quería saber sí le ocurrió algo a Aleisha, no la veo por aquí.-

El hizo una mueca.

-Hola nena, Aleisha tuvo una recaída, está..- Lo dudó un segundo.- estable, no te preocupes, está mejor.-

Tardé en absorber la información.

Oh dios, Aleisha.

Sí a ella le pasaba algo, yo, yo, sólo, no lo podría soportar, era lo único que me quedaba.

-Gracias Jordan.-

Sólo me di la vuelta para volver a mi lugar.

Ya no tenía hambre.

-Tienes que desayunar.- No se cansaba?

-No tengo hambre.-

-Te tenes que alimentar, vamos, tu amiga va a estar mejor.-

-No lo podes saber.-

Ya tenía los ojos llenos de lágrimas.

El no dijo nada más.

Era hora de ducharse, el tomó nuevamente mi brazo y me condujo hacia el baño que contenía varias duchas.

-Mira, empezamos con el pie izquierdo, mi nombre es Ashton, seré tú nuevo enfermero, tu antigua enfermera se tomó licencia por razones personales, y vamos a tener que vernos durante un largo tiempo, así que es mejor que podamos llevarnos bien.-

Ashton.

Ashton.

Ashton.

Ese nombre resonaba en mi mente.

Cómo sí una pequeña y débil voz me susurrara al oído repetiblemente su nombre.

Otra vez todos los recuerdos llegaban.

Así se llamaba él.

-Está bien, supongo que sí, debemos llevarnos bien, mi nombre ya lo sabes.-

-Claro, sólo duchate así podremos volver.-

Entre en la ducha.

Todo lo que pasaba por mi mente era ese nombre.

Enjabone mi cuerpo, lave mi largo pelo castaño, y salí.

Empecé a pasar las prendas sobre mi cuerpo. Pero no podía parar de pensar en él. Nada más me importaba.

Salí de las duchas y ahí estaba Ashton esperandome.

Tomó mi brazo cómo de costumbre y me llevó hacia mi selda.

Sólo me senté.

Pero mi mente daba vueltas y vueltas.

Esto segura de que Él, no era él enfermero. Era ridículo tan sólo pensarlo.

E irónico, una loca lo dejó en coma, no creo que haya elegido trabajar cuidando gente demente.

Además, Él, debía estar muerto.

O eso pensaba.

Delirium. (Ashton Irwin y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora