,Ya está bien.

33 5 2
                                    

∆ Π ∆

Entonces lo dejas ir.

Eso que te estuvo matando durante tanto tiempo
Y aún después de tanto, permanece al aire la incertidumbre, de no saber si fuiste tú o aquello que se separó de ti.

Lo que te arraigó con firmeza a tu cama, impidiendo que cualquier movimiento o sueño fuera más allá.
Lo que provocó que cada cielo, cada paisaje, cada fruto de la naturaleza colorido como sólo ésta podría ser, se pintara con una paleta grisácea de diferentes matices que parecían jamás cambiar.
Lo que te hizo creer que pronto pediría un anillo para pasar el resto de tu vida compartida.

Lo que te hizo sentir el vacío.
Lo que te hizo sentir como un contenedor hueco.

Uno que era incapaz de experimentar más allá de la desilusión, desesperación y estrés.

Uno que por más que se intentase, por más gente que te hablase, por más daño que te causaste, no lucía como si por arte de magia fuera a mejorar.

¿Recuerdas?

Las palabras, sensaciones y momentos que no se alejaban.

Las horas después de que todos ya estaban dormidos pero tú seguías aún con la mirada clavada en el techo, deseando que ya todo acabase, rezando para que el día siguiente fuera mejor aunque te autoconvencieras de que no sería así.

  Las canciones que pasaron a formar parte de ti.
Las voces de esos cantantes que decían todo lo que tu callabas.

La época en que dejaste de comer o lo hiciste mucho más.

La impotencia que te embriagaba y te ataba dentro de tu propia habitación.

¿Sabes otra cosa?

Estás mejorando.

Si nadie te lo dice, si incluso tú lo dudas. Pero ahí está.

No hace falta que venga un milagro.

Sientes cómo una pequeña luz similar a la llama de una vela empieza a hacerse espacio y recabar dentro de ti, eliminando los pedazos oscuros que te están matando.

Escuchas tu voz. Al no recordar del todo si esa era antes de que empezase la cuestión. Sale ronca, algo débil, pero ese sonido, te reconforta.

Recuerdas que estás vivo. Y justo en ese momento, saber que lo estás, te alegra más.

El aire que antes no entraba a tus pulmones ahora lo hace, con dureza, porque es él quien te recuerda que no debes alejar tu vida de los demás.

Que por sobretodo, prevalece el deseo muy primitivo de los humanos, por ser feliz.

Te permites volver a ser feliz, con el costoso trabajo que conlleva. Valoras doblemente las cosas.

Las noches dejan de verse tan oscuras y las estrellas quieren que las vuelvas a ver con el cariño que le has dedicado desde tu niñez, antes de que tu teléfono u otro aparato se atravesara.

Estas noches ya no ves las estrellas inundado por el desasosiego y rogándoles en un mar de llanto que te ayuden, porque ellas eran las únicas que te esperaban cada noche para conciliar tus penas; ahora sonríes con debilidad, pero lo haces, porque salir del hoyo deja cierto cansancio. Y las ves allí danzando para ti, felices de que lo hayas dejado ir por fin.

Se va apartando y poco a poco aprendes a controlarle.

Come bien. No hay necesidad de pensar por obsesión.

Mantente sano.

AIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora