Capitulo 3

39 6 6
                                    

El arte de la diplomacia.

Su rostro se encontraba rojo de la irá acumulada.
Arrugó con odio aquella hoja lanzándole inmediatamente a las brasas de la pequeña chimenea de la habitación.

-¡MALDICIÓN!- gruñó llamando la atención de su señora quien solo se limitaba a esperar que su señor le dijera el problema.

El cuerpo del hombre rubio cayó sobre la silla que se encontraba enfrente de su escritorio.

La mujer de cabellos castaños miro confusa a su cónyuge, sin embargo guardo silencio ante el arranque de Irán que el rey expresaba ante todo lo que aparecía frente suyo.

El rey Franco respiro pesadamente intentando calmarse mientras una mano apretaba fuertemente contra su pecho, dejando entrever muecas de dolor.
La reina Galia corrió a su auxilio tan pronto como este gesto había cambiado en el rey.

-¡AYUDA POR FAVOR, QUE ALGUIEN LLAME AL FÍSICO! - grito de desesperación viendo a su esposo agonizar por el dolor.

Las damas y caballeros que esperaban fuera de la habitación rápidamente se movieron para llegar hasta con el físico, mientras que una reina veía con desesperación el estado de su cónyuge, temiendo lo peor, pues no era la primera vez que pasaba este año.
$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$

No se había separado por ningún momento de aquel hombre que con el tiempo había aprendido a amar, atrapando con suavidad las manos de este, esperando que Dios le permitiera tenerle un tiempo más.

Su preocupación fue tan grande que había mandado a llamar a su único hijo, el pequeño delfín Francis, para que pudiera hacerle compañía en lo que su rey despertaba.

La reina movía sus manos con el fin de realizar los puntos necesarios para aquella cobija que desde tanto tiempo había intentado acabar.

-Mamá no llores- escuchó una dulce voz, dirigiendo su mirada al dueño de esta.
Aquel niño de cabellera Rubia y lindos ojos azules, una copia exacta de aquel que era el rey y su padre.

Una sonrisa triste se formo en su rostro limpiando una lagrimitas que salían de sus ojos violetas, ¿desde hace cuando estaba en tal condición?.

-No es nada pequeño- murmuró cuando abrazo fuertemente a su hijo, acariciando los mechones rubios.
Por Dios, su hijo era muy joven para asumir el dominio del reino de Francia, apenas era un niño de 7 años, alguien tendría que quedarse como regente, y sabia que ella no tenia la capacidad para hacerlo.

Una mano algo fría empezó a acariciar su cabello, deshaciendo el abrazo que tenia con su hijo volteo a ver hacia su rey, solo para encontrar al hombre despierto viendoles  con una mirada serena.

-has despertado- respondió la mujer de ojos violetas mientras más lágrimas salían de sus ojos.

-Todavía hay cosas que debo terminar para poder irme en paz- contesto el hombre rubio volteando a ver a su hijo.

-¿a que te refieres?-

El viejo rey suspiró

- no puedo dejar una guerra a medias-.

El silencio empezó a reinar la habitación tras aquel comentario hasta que una joven mujer entro entregando una carta a su majestad, la cual abrió al instante.
La reina Galia temía que fuera otra carta de malas noticias que pudiera volver a afectar su estado, sin embargo el rey no dijo nada al terminar de leerla, pasándole el papel a la reina posteriormente quien más que intrigada comenzó por analizar dicha caligrafía.

Una carta desde Inglaterra, firmada por sus dos reinas, y no solo eso, ellas buscan firmar la paz. Una noticia buena, pero...

-¿casar al principe Arthur con mi hijo el delfín? ¿acaso han enloquecido estas mujeres?- respondió exaltada la reina.
El pequeño miró asustado a su madre por tal expresión, nuca le había visto de tal manera lo que provocó que se alejará.
-Calma mi señora- contesto el rey sin ninguna expresión-si nos han pedido esto es por algo mucho más grave-

La castaña le miro confundida

-A lo que me refiero es que posiblemente ya no puedan seguir costeando una guerra, pero desean salir bien paradas del conflicto, este es nuestro momento de ventaja- una sonrisa se asomo en su rostro- llamar a mi escritor, aceptaremos su propuesta, pero, nosotros pondremos las condiciones-.

Sus ojos se posaron en el pequeño niño que les veía desde lejos con una mirada de confusión en su pequeña expresión.

-Mínimo le conseguiremos una buena esposa a nuestro hijo- dijo el rey.

La reina suspiro.

-Eso espero-.  Murmuró la mujer.


Perdón por la tardanza pero de momento se me fueron las ideas, en fin ¿que les parece la historia en lo que va? ¿esta interesante la trama?
Bueno me despido

El deseo de nuestras naciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora