La Magia De Las Sirenas

5.- El sueño

18 años atrás.

A pesar de que todo parecía apuntar en contra Coralliha y Luttio siguieron viéndose por mucho tiempo más. Habían pasado 2 años en los cuales ellos se reunían cada que podían, en secreto, siempre en el mismo lugar, esto no era del diario y de hecho ni siquiera era muy seguido, debido a que como futura guardiana de la gema del Monkori no podía ni siquiera estar cerca de una criatura del bosque como lo era un Tranxxon.

Aquel día no era como los otros, Luttio llegó con un aura diferente, se veía preocupado, tenía una herida en la frente y sangre salía de su labio.

- ¿Luttio? ¿Pero qué te sucedió?

- Yo, solo, Liha tengo algo que decirte

- Me estas empezando a preocupar.

- Mi padre esta tratando de matarme

- ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Por qué?

-  Mi madre no es una tranxxon, mi padre la conoció cuando despertó inconsciente fuera del lado del Reino Verde de este mundo, como salió de allí era todo un misterio pero no sabía como volver así que se fue con mi madre, quien lo cuidó por un tiempo debido a que se encontraba malherido cuando se conocieron y después mi padre que ya se había enamorado de ella no se preocupó en buscar como volver a su hogar natal pues era feliz a su lado, nunca pensó en regresar y pudo seguir así si no fuese por que mi hermanita enfermó, al igual que mi padre y yo ella es una tranxxon y su enfermedad no era una común, era una enfermedad que afecta a seres con magia y que es muy fácil de curar allá pero aquí es imposible sin las medidas necesarias, así que mi padre fue en busca del reino y de una pócima para curarla, lo consiguió y con magia logró enviar la pócima a tiempo para salvar a mi hermana pero no volvió y hace demasiado que no teníamos noticias de su paradero, hasta hoy, llegó y lo primero que vi de é fue como intentaba atacarme diciendo cosas como que traicionaría a mi gran rey y que no debía de seguir aquí y...

- ¿Y?

- Algo sobre mi futura hija.

- ¿De qué hablas?

Él esquivó la pregunta

-Ahora debo huír, él me encontrará tarde o temprano, sospecho que Carunno oo ha hecho volver a jurar lealtad y le ha ordenado matarme, mi única oportunidad es hir sin detenerme y así lograré vivir hasta encontrar la forma de romper su juramento.

- ¿Así que este es el adiós?

- Algún día volveré, solo dame tiempo.

Coralliha se quedó callada, ¿Qué debía hacer?, nunca antes había tenido que despedirse de alguien y lo único en lo que podía pensar en ese momento era que no quería perder a Luttio, sentía que se había acostumbrado demasiado a él, se había vuelto parte de su vida.

Lo miró a los ojos intentando transmitir los sentimientos que en ese momento la embargaban, n quería que se fuera pero sabía que no había otra opción.

Se acercó lentamente y lo besó, un beso que sabía a despedida en el que se percibían los sentimientos encontrados de ambos jóvenes. Se separaron con la respiración entrecortada.

- Te voy a extrañar - susurró la pelinegra aún con la frente pegada a la del muchacho.

- Y yo a ti.

Se alejaron y él empezó a alejarse de ella, estaba a punto de transformarse para emprender el viaje cuando la voz de la chica lo detuvo.

- ¿Qué te dijeron de tu futura hija? - las palabras le salieron con mucha dificultad.

Recibió una mirada seria de su acompañante.

- Que ella tendría que morir. - tan pronto como pronunció esas palabras se marchó.

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Los días para Coralline transcurrían con velocidad, por lo que le dijo la pequeña Sky estaban en un período de vacaciones en el que no tenían que asistir al escuela, ella jamás había asistido a una escuela como tal, en el orfanato Madam Hattler era la que se encargaba de instruirlas así que de cierta manera estaba emocionada y nerviosa por que acabadas las vacaciones iría al escuela por primera vez.

Pero por el momento no se preocupaba e iba todos los días a nadar, los Athoms tenían membresía en un club privado por lo que sin importar que fueran vacaciones ella podía ir a nadar cuando quisiera, no solo iba cuando estaba la señorita Estelania, la maestra de natación, si no que iba todo el tiempo, adoraba nadar y más aún cuando había hecho allí a su primera amiga, Rachel, una niña de su edad que parecía congeniar muy bien con ella y se ñla pasabn jugando en el agua todo el tiempo y aquel día no era la excepción, habín estado jugando desde temprano aprovechando que los seores Athoms estaban trabajando y que Sky estaba en clases de voleibol.

- ¿Una carrera? - propuso Rachel mientras los ojos de Coralline se iluminaban con emoción, queriendo ganar.

- Trato hecho

- Rach, linda, ya nos tenemos que ir.

- Pero mamá.

 - La mirada que le dedicó su madre fue suficiente para callar culquier repreoche.

- Solo una carrera más y ya ¿Si?, Porfis.

La mujer le dió un asnetimiento por lo que ambas niñas se prepararon rápidamente y empezaron a nadar, Coralline llevaba clara ventaja y era muy probable su victoria, y así iba a ser de no haber sido por que algo la distrajo, un destello bajo el agua que percibió mientras se sumergía, algo fuera de lo comun algo que no debía estar allí, una cola de sirena.

Salió para tomar aire e intentó encontrar al dueño de esa magica aleta pero no había nada que delatara su procedencia y al volverse a smergir ya no había nada.

- ¡Gané! - exclamó su amiga emocionada, sacándola de sus pensamientos.

Ella nadó rapidamente para alcanzarla al otro lado de la piscina.

- ¿No notaste nada extraño?

- Oh no Corall, no quieras excusar tu derrota con que sucedió algo extraño, admite que te gane por primera vez en el día, no hay porque sentirse mal, no siempre se gana.

- No pero en serio...

- Ahora sí, vámonos corazón.

-Me tengo que ir, nos vemos mañana.

- Sí, adiós - despidió a su amiga, aún pensando en lo ocurrido.

Se metió de nuevo al agua y se sorprendió al tar una figura que ya conocía pero que le dió una gran sorpresa.

- Volvemos a vernos como se debía Coralline.