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Capítulo cuatro:

Me lo tomé bien y me sentí bien.

“¿Sobre qué?” dejé de mirarlo.

Si lo seguía mirando así y él a mí de esa forma tan extraña y de “sé dónde vives” definitivamente me sonrojaría.

Quería golpear mi cabeza contra el suelo, pensar así tan cursi me resultaba mierda.

“Sobre…” volvió a tartamudear y yo fruncí el ceño. Si seguía así no le iba a entender “yo… ¡tengo que irme!”

Y salió corriendo. No caminando rápido, corriendo. Casi se cae pero siguió.

Me hundí de hombros en cuanto se fue, sentí un peso a mi lado pero no me gire a ver quién era. Tal vez se fue corriendo porque ¡porque tenía un moco!

Agarré mi bolso y empecé a rebuscar como una loca, ya estaba con las mejillas rojas y sentía calor en todas las partes de mi cuerpo. El pequeño espejito viejo salió y empecé a revisarme la nariz, no discretamente.

“¿Podría preguntarte por qué haces eso?” la voz de Bob hizo eco en mis oídos.

Me quedé inmóvil, con un dedo casi metido en la nariz. Lentamente fui acomodándome mejor, más sonrosada.

“Tenía” fruncí la nariz “, una pelusa”

Él soltó una carcajada.

“Claro…” estoy segura de que lo dijo con sarcasmo. “¿Quieres ir a mi casa está noche?”

Negué con la cabeza y él ladeó la cabeza.

“¿Después de clases?” insistió.

Rechacé nuevamente.

“Va a estar mi mamá y puedes llevar a tu hermano” suspiró fuertemente.

Asentí efusivamente con la cabeza.

“¡Ahí estaré!” prometí y me fui de su lado cuando sonó la campana.

Jamie me abrazó en cuanto me vio, le sonreí y le conté sobre que íbamos a la casa de otro amigo. A él pareció molestarle mucho eso.

“¿Por qué?” lloriqueé.

Mi hermano menor me había prohibido ir y llevarlo a la casa de Bob.

“¡No! Me estás dejando, ya no juegas conmigo” chilló.

“¡No digas eso! ¡Yo jamás lo haría!” grité enfadada.

Rachel se interpuso entre nosotros.

“Billie tienes diecisiete años, basta. Jamie, vas a ir donde Bob sí o sí porque tu hermana necesita hacer amigos” ordenó.

Le saqué la lengua a Jamie y me trepé al auto de Rachel.

“Te odio” gruñó mi hermano.

“No, no lo haces” canturreé, divertida.

La madre de mi hermano se subió y en el camino lo único que hacía fue preguntar cosas como una completa acosadora.

“¿Cómo les fue cuando les presté el auto?” sonrío por el retrovisor.

Vi el rostro de Jamie, claramente le iba a decir que había chocado un basurero y casi asesinaba a un perro.

Le tapé la boca con mi mano y él empezó a lamerla pero no la saqué.

“Fue genial” contesté.

“¿Por qué les estás tapando...?”

“¡Mamá, un camión!” grité.

Photograph ☹ h.s Donde viven las historias. Descúbrelo ahora