1 April

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Desde que era muy pequeña, empecé a creer en los deseos y en la magia del universo. Antes de que mamá muriera, siempre íbamos a ver la alineación de las estrellas a la misma hora. Sucedía exactamente a las 11:11.

Mi nombre es April y junto con mis padres, vivíamos en la Sierra Nevada de California. Sí, nos encontrábamos en un lugar bastante alejado de la sociedad, pero no podía pensar en un lugar mejor. Tenía siete años cuando decidimos vivir allí, a petición de mi madre. A ella le encantaban los bosques y mi padre siempre intentaba hacerla feliz con todo lo que ella quería. A mí me encantó la zona, principalmente porque muy cerca estaba El Parque Nacional de Yosemite, uno de mis favoritos.

Todas las noches, mamá y yo nos quedábamos despiertas, sin que papá supiera, para ir al bosque justo a las 11:11. «Tiempo en el que el mundo se llenaba de deseos», solía decir mi madre, y yo empecé a creerlo. Nosotras estábamos tan apegadas a dicha hora porque para las dos era un número mágico. Muchas personas piden deseos exactamente a esa hora, otros piensan que es una señal cuando revisan sus relojes y encuentran la misma hora más de una vez. Exactamente a las 11pm salíamos de nuestra casa, que quedaba cerca de un lago y de unos lindos pinos, para acostarnos en el césped a ver las estrellas y esperar que fueran las 11:11 para observar a las estrellas alinearse. Para nosotras era algo perfecto, era nuestra tradición. Siempre pedíamos algo en especial, ya fuera pedir por una persona o por algún sueño.

Una noche, tan normal y especial al mismo tiempo, mi madre soltó una frase que quedó merodeando en mi mente por mucho tiempo.

«Cuando las estrellas se alineen, será el mejor momento para pensar en mí el día que te haga falta».

Durante seis años, seguimos con nuestra tradición, sin faltar una sola noche. Hasta que murió. El 11/11/11 (11 de noviembre del 2011), es una fecha que pasa cada 100 años, algo sumamente extraño, pero deslumbrante. Apuesto que hubiera sido el mejor día de nuestras vidas. Sin embargo, ese día falleció.

Meses más tarde de su fallecimiento, me mudé con mi padre a Londres, ya que el bosque era un lugar que nos recordaba mucho a ella y no queríamos seguir más en la agonía. Ahora mismo tengo diecinueve años, y gracias a este lugar, como es muy diferente a donde vivía, he podido superar la muerte de mi mamá. Me he distraído con muchas cosas y, lo mejor que he hecho, ha sido escribir libros. Debido a esto, soy un poco "famosa" entre los jóvenes de 13 y 23 años.

Recuerdo muy bien un día en específico: un sábado lluvioso de abril. Durante ese día, había gastado todo mi tiempo en la biblioteca. Me la pasé investigando mucho sobre un tema que me apasiona en maneras indescriptibles: el cielo y todo lo que esté en él, específicamente las estrellas. Recuerdo haber encontrado un artículo que narraba que, en octubre del 2016 en el norte de Inglaterra, se presentó una aurora boreal. Fue algo increíblemente impresionante, ya que este fenómeno generalmente sucede en el norte de la tierra, en países como Noruega, Islandia y Canadá, y en las atmósferas de otros planetas como Júpiter.

Cuando me di cuenta de lo tarde que era, salí inmediatamente de la biblioteca y mientras caminaba, recordé que a unas cuadras quedaba mi cafetería R & H, la cual me gustaba mucho porque su arquitectura era una combinación de lo antiguo con lo moderno, además de su estupenda comida italiana, la cual ha sido lo mejor que he probado en toda mi vida.

Iba caminando mientras miraba las estrellas y me tropecé con un chico.

–Disculpa no fue mi intención, iba distraída –me excusé.

–No, no. No te preocupes, en serio. A cualquiera le pasa –me respondió amablemente.

Solté una pequeña sonrisa, y él me la devolvió cálidamente. Mientras nos sonreíamos, miré el reloj inconscientemente y me di cuenta de que eran las 11:11. Inmediatamente recordé que, cuando algo se te presentaba a esa hora, significaba algo especial. Un recuerdo fugaz de mi madre apareció en mi mente. Ella siempre me decía: "Presta atención, hija. Tú estás hecha para grandes cosas y grandes circunstancias. No las dejes pasar".

En ese momento, mi mente se nubló. No sabía que pensar. ¿Acaso tropezarme con este chico estaba predestinado?

–Si quieres tomamos un café. Mi nombre es April Jones –dije sin titubear.

–Dale, me encantaría–contestó el chico–. Además, hace mucho frío y no caería nada mal. Por cierto, mi nombre es Colin O'Connor, mucho gusto–continuó diciendo mientras me estrechaba la mano–.

Al llegar a la cafetería, nos sentamos en mi sofá favorito, y pedimos nuestros cafés. Me di cuenta de que en realidad sí estaba haciendo mucho frío.

– ¿Qué deseaste? –me preguntó Colin.

– ¿Disculpa? –fruncí el ceño y proseguí–. ¿Hablas del café?

–No. –Respondió con una risita–. Vi que, cuando nos tropezamos allá afuera, miraste tu reloj justo a las 11:11. Conoces lo que dicen sobre dicha hora, ¿verdad?

–Sí..., claro. Sé demasiado sobre ello. Sin embargo, hace tiempo no le doy tanta importancia a esa hora. Pero ¿qué hay de ti? ¿Deseaste algo? –le pregunté curiosa.

–Eso no se puede decir, señorita. Después no se cumple.

–Cierto, tienes razón. Lo había olvidado por completo –respondí mientras me daba cuenta lo tonta que fue mi pregunta–.

Estuvimos en la cafetería durante mucho tiempo. La noción del tiempo se me iba siempre que disfrutaba del momento. Se hicieron las 2:30am y estaban a punto de cerrar la cafetería.

–Entonces, que tengas buenas noches –le dije.

– ¿Por qué te despides? Te acompaño hasta tu casa –me respondió.

–No es necesario, Colin. Yo puedo cuidarme sola –respondí tratando de no involucrarme tan rápido.

–Sí es necesario. ¿No ves la hora? No puedo permitir que te vayas sola. Además, puedo llevarte más rápido. Tengo mi auto estacionado a una cuadra.

– ¿Tienes auto? –pregunté sorprendida.

–Y otras cosas más que espero logres a conocer –me respondió pícaramente.

11:11 Cuando las estrellas se alineanWhere stories live. Discover now