2° ROUND

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Me reporté enferma en el trabajo, ganándome un "esa no es excusa para abandonar sus responsabilidades, señorita Queen" de mi muy amada jefa, la muy p*rra. Pero no me importó.

Nat se aseguró de traerme hasta la puerta del edificio de la Editorial Kydog, así no había chance de arrepentimiento.

En este momento estoy llegando a la recepción, y presento mi licencia de conducción, para recibir a cambio una tarjeta en la que dice: "Visitante". El guarda de seguridad me indica que la oficina del Señor Kydog se encuentra en la planta cuarenta y siete; este edificio es un infierno de alto. Cuando ingreso al elevador y presiono el botón con el número del piso, mi fuerza de voluntad empieza a flaquear. Si respiro un poco más rápido terminaré hiperventilando.

El elevador va a tope, y se detiene cada dos o tres pisos. Acaba de marcar el piso veintiuno cuando el hombre que va a mi lado me dice—: ¿Señorita, se encuentra bien?

Lo miro automáticamente y frunzo el ceño, extrañada.

—¿Cómo dice? —pregunto en voz ronca. Estoy que me muero de los nervios.

—¿Se siente bien? —Escanea mi rostro como si buscara algún signo de enfermedad terminal.

—Perfectamente —miento descaradamente y le sonrío como una muñeca de porcelana.

—Bien —contesta devolviéndome la sonrisa, conformándose con mi respuesta—. Entonces, permítame mi brazo que creo que me está cortando la circulación.

Espera... ¡¿QUÉ?!

¡Ay Dios!

Cuando bajo la mirada, veo que lo tengo agarrado con fuerza del antebrazo. Estoy tan malditamente nerviosa que ni siquiera me había dado cuenta que le estoy clavando las uñas a un extraño...muy bien vestido por cierto.

Creo que me estoy poniendo de todos los colores, pero el rojo sobresale, color que no combina para nada con el atuendo que me eligieron Demmi y Nat para enfrentar la entrevista con el hombre más—y como ellas dicen—violable de la ciudad.

Me hicieron subir en unos Manolos de diez centímetros —los únicos zapatos caros que me he podido permitir en los últimos años gracias a mi no tan grandioso sueldo—, como si mis nervios no me ayudasen a caminar cual borracha, ellas decidieron que era mejor desafiar las leyes de la gravedad. Llevo una falta negra en tubo hasta las rodillas y una blusa de mangas largas de satén gris platino, que tiene una cinta que se ajusta como un moño al cuello y cae como el accesorio perfecto para el conjunto.

—¡Dios...! —exclamo ahogada—. Qué vergüenza con usted. Yo... no sé qué decirle. No era mi intensión, se lo aseguro, es que... —He empezado a disculparme con el hombre como una loca.

Él, al ver mi nerviosismo a flor de piel, levanta una mano y me hace una señal para que me detenga.

—No se preocupe. No hay ningún problema. Estoy completamente seguro que no lo estaba haciendo a propósito. —Me sonríe tranquilizadoramente.

Tomo aire profundamente para hacer que mi corazón deje de bailar zamba en mi interior y se calme un poco.

—Lo siento —digo en voz baja, más calmada—. Es que... tengo una entrevista muy importante y no sé lo que me pasa.

—Es muy normal —dice. Frunzo el ceño—. Me refiero a que estar nerviosa antes de una entrevista es muy normal. Apenas empiece a hablar, ya verá como los nervios se van. Simplemente confíe en usted misma y en sus capacidades, y ya está.

Sus palabras me hacen sonreír. Sí, la parte de la confianza en mí misma y en mis habilidades la tengo cubierta; la parte en la que tengo que empezar a hablar delante de "el dios", bueno... esa es la parte que no he logrado descifrar.

KYDOG KNOCKOUT (KYDOG #1) - [AHORA EN DREAME]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora