Burning Red; One Shots.

Invierno eterno.

¿Saben cuantos departamentos en el último piso, con chimenea con una renta que pueda permitirme sin vender mis órganos, se pueden conseguir en medio de New York?  muy pocos, me atrevería a decir que están CASI extintos, y que soy algo así como una ciudadana del V I P, pero teniendo en consideración en que el último piso del edificio, o sea mi departamento, solo cuenta con una cocina apartada, un baño donde a duras penas caen dos personas, y una sala donde debo ingeniármelas para hacerla ver como una habitación, comedor, salada de estar, cuarto de invitados, sala de juegos, más toda las demás habitaciones que un pent house de una magnate neoyorkina tendría, no creo que pueda entrar en un circulo con tanto renombre. Definitivamente mi casa no luce como una de las de los personas de Gossip Girl, en realidad nada en mi vida se asemeja a esa serie. 

Desde que dejé la casa de mis padres, y obliga por lo que cuesta comer fuera de casa en esta ciudad, aprendí a cocinar algo que no fueran sólo postres, o cosas dulces. Aunque no dejo de hacerlos, no me quejo de desayunar a diario algunos pasteles, muchos pasteles. Mi especialidad para el almuerzo son las pastas, pastas con distintos acompañamientos. Pastas y sólo pastas,a  veces una que otra sopa, porque el invierno aquí golpea fuerte. Tampoco me quejo de ello, mis recuerdos preferidos siempre provienen del invierno. 

Mis manos se mueven con cierta emoción sobre la masa medio amarilla del pai que estoy preparando. Es Viernes por la noche, la televisión está transmitiendo you, y yo bebo cada cierto rato un sorbo de mi café. Mi departamento está oliendo a cafetería,  y creo que es el beneficio de que sea tan pequeño es ese, que ahora todo huele rico. Afuera llueve un poco, pero se nota en el cielo que va a llover con más fuerza más tarde. Espero que para los siguientes la lluvia no sea demasiada, o no podré a llevar a cabo mis planes preferidos en esta fecha. 

No sé si lo que hacemos es correcto, nunca he tenido plena certeza de ello, pero ¿Quién lo sabe realmente? Y no es por ofender a la vida sentimental de mis amigas, pero teniendo plena conciencia de esta, no creo que ellas sepan decirme si mi situación es la idea o no. Lo que sí puedo decir, es que me alivia, saber que durante un fin de semana podré escuchar su voz, su risa, ver esa nariz arrugarse de ese modo tan particular, me alivia. Hace que el invierno sea menos frío, que la lluvia se escuche aún mejor, porque no será sólo el ruido de esta golpeando el ventanal, sino que será la mezcla de ambas. 

Mis manos paran de acariciar esa suave masa, y por un segundo realmente me lo cuestiono, ¿De verdad llegamos a esto? ¿A sólo unos cuantos días al año, aún cuando sabemos que merecemos más?

Perece que no todos podemos tener lo que merecemos, lamentablemente. 

La conocí hace ya años atrás, cuando ella recién comenzaba a creen en si misma, y no pude evitar caer enamorada de lo que estaba viendo. Creo que la luz que comenzó a disparar, lo fuerte que su risa se volvía, lo grande que se volvía su sonrisa, el modo en que su voz dejaba de temblar, y el brillo en sus ojos. El bendito brillo en sus ojos terminó de dejarme ciega por ella,   hoy la única que puede dejar de hacer que mi vista este nublada, es ella. Y no me preocupa, porque sé que con ella mis ojos van a estar a salvo, no importa la parte de mi cuerpo que decida tomar, sé que ella los va a cuidar mejor que nadie. 

Cuando me dejé enamorar por su voz, supe que había encontrado un lugar del que por mucho que intentara escapar, jamás me lograría ir, porque su voz se mezcla a la perfección con el viento que sopla en mi rostro. Y además, cuando esa persona está tan lejos de ti, aprendes a verla cerca de ti en las cosas más absurdas, yo la puedo recordar con el simple hecho de girarme sobre mi cama, y recordar cuando me gritaba por los auriculares por hacer demasiado ruido al intentar acomodarme, sí, la recuerdo en mi cama, aún cuando lleva meses sin estar en ella.