2. Capítulo.

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Camine rumbo a la siguiente clase. Los pasillos, llenos de diferentes grupos de personas, no dejaban al silencio asomarse. La gente, hablaba animadamente.

Mi siguiente clase, era gimnasia. Cada minuto, el día se iba empeorando. Odiaba hacer ejercicio. Odiaba sudar. Odio que la gente te vea así. Y lo que mas odio, es cuando hacen los equipos. En los que, siempre me nombran la ultima.

En los vestuarios, separados por los géneros, eran amplios. Al fondo, estaban las duchas y en una esquina, la que casi ni de veía, estaba la puerta de los baños. Por todo el alrededor de las paredes, habían unos bancos azules con perchas.

Me sitúe en la esquina, al lado de el baño. Deje mi mochila y me cambie mi jean vaquero y mi camisa a cuadros roja con negro, a una sudadera y unos leggins. En vez de vans, me puse mis zapatillas de deporte.

En mi clase de gimnasia, estaba Connor. Lo que me llevo una gran decepción. Tenia ganas de deshacerme de el, pero parecía misión imposible. Si, como la película.

El entrenador, nos mando correr por el campo de atletismo. Empeze ha correr, despacio. No me gustaba correr rápido, luego te cansas antes.

La gente, me iba adelantando, dejandome sola atrás.

- ¡Vamos Summer!- me chillo el entrenador desde su sitio, las gradas.

Intente correr mas rápido, pero no podía. Estaba muerta, aunque solo llevaba una vuelta. Pero que quieres que haga, soy una vaga.

La gente, me volvía a adelantar. Intente ir mas rápido. El entrenador, el cual sabia que esto no era lo mio, seguía insistiendo en que corriera mas rápido.

Puto calvo. Que no puedo mas, que estoy que me muero de el esfuerzo.

Los alumnos, me llevaban una o dos vueltas de ventaja. Pero, yo seguía igual.

-¡Summer, como no corras mas rápido, voy y te hago hacer doscientos abdominales!- dijo pitando con el silbato.

Subí mi intensidad. No podía mas, mis piernas me dolían. Me di cuenta, que yo era la única en toda la pista corriendo. Que vergüenza.

Todos estaban en fila, viendo como yo, todo pato, seguía corriendo. Todos se reían. Y normal, debía estar roja.

Cuando me llamo el entrenador para que parase, jadeando llegue a su lado. Mandó a todos que se dispersasen, exceptuando a Connor.

- Summer, tienes que mejorar en gimnasia, sino suspenderas.- me dijo y Connor empezó a reírse-¡Connor, callate!- y se callo seguido.- Tu- me señalo.- ya puedes irte.

Me fui, caminando hacia los vestuarios. Me cambié y salí. Era la ultima, por lo que iba tranquila. Anduve por el pasillo vacío, debido a que la gente estaba en el patio. Sin gente, parecía un camino largo y ancho. Lleno de taquillas de colores, pintadas por cada alumno. Busque mi taquilla, pintada de color negro. Simple, lose. No era una chica de complicaciones. Cuanto mas rápido y fácil fuese, mejor.

Coji mis galletas príncipe y deje todo lo demás. Estaba cerrando la taquilla cuando paso Connor por mi lado. Ni se inmutó de que estaba. Perfecto. Siguió andando hasta que por la otra esquina de el pasillo apareció una chica pelirroja.

- Connor.- grito esta, con una voz aguda.

- Abigail.- dijo Connor y llego hacia ella. Poso sus manos en la cintura de la pelirroja y la atrajo hacia el.

- Cariño, el cuarto de los conserjes esta vacío.- dijo mordiéndose los labios sensualmente.

-Perfecto.- dijo el y agarrándole de el culo, caminaron hacía la puerta al lado de mi taquilla.

Pasaron de largo sin verme. Y entraron a el cuarto oscuro, el cual siempre se usaba para lo mismo: sexo.

Abriendo mi paquetito con las galletas, anduve hacía la clase de música. Una clase, que siempre solía estar vacía. Exceptuando a la profesora. Una mujer de treinta años, de gafas y pelo siempre recojido. Kennedy, era alta, con un cuerpo delgado que escondía con ropas muy anchas. Tenia una voz dulce, un canto de sirena precioso.

- Buenos días Summer.- me dijo ella sonriendome.

Le sonreí, sin enseñarle los dientes. Me senté en el escritorio de enfrente suyo, mientras que la veía tocar el piano. Notas al azar, haciendo una maravillosa melodía.

Seguía comiendo mis galletas.

- Me dejarias tocar el piano.- le dije tímidamente.

- Claro. Estaría encantada.- dijo.

- ¿Puedo empezar ahora?

- Ven. Estas en compañía.

Me acerque a ella y me senté en el asientito de el piano. Puse mis manos en posición. Las estire y empeze a pulsar las teclas. Daba a las teclas de el piano, haciendo sonidos de musica. Empeze a tararear la canción que estaba tocando. Read allí about it de Émile Sande.

You've got the words to change a nation but you're biting your tounge.

You've spent a lifetime stuck in silence afraid you'll say something wrong.

If no one ever hears it, how we gonna learn your song, so come on come on, come on, come on.

I wanna sing, I wanna shout. I wanna scream till the world dry out. So put it on all of the papers, I'm not afraid. They can read all about it, read all about it. Oh.

Cuando terminé, me levante, coji el papel de el paquete y lo tire a la basura. No quería que Kennedy dijera nada. Prefería que no comentase. Pero, parecía que mis deseos no se cumplirían.

- Summer, si cantas perfecto. ¿Y tocar? Ni te cuento.

- No se lo digas a nadie. - sabía que ella no se lo diría a nadie.

- Pero, tienes que enseñar al mundo esa voz.- dijo intentando convencerme.

- La enseñaré, cuando yo lo sienta.

Una Sombra Mas Bajo La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora