Al despertar, todo fue muy confuso. Ni siquiera podía abrir los ojos con facilidad ni tampoco tallarlos. Mi cuerpo, inmóvil, me impedía todo estiramiento, no estaba segura siquiera de si podía respirar con mis pulmones o si mis músculos servirían de algo.
¿Dónde estaba?
Y sin poder recordar exactamente, sin poder visualizar nada, comencé a repasar hechos en mi mente, así quizá recordase algo.
Mi nombre es Annie Leonhardt.
Sigue siendo Annie Leonhardt.Creo que tengo 17 años, tal vez 18. No sé cuánto tiempo he pasado aquí. Siento los párpados pesados, pero debo moverme. Debo obligarme a salir de esto... Es tan pesado.
En mi mente se sucedieron, por fin, varios inexplicables hechos e imágenes, todas del combate final antes de permanecer cristalizada.
De alguna forma, Eren Jaeger me había protegido y yo también, y ambos habíamos evitado asesinarnos uno al otro.Armin.
Armin había estado allí. Armin había ido allí a buscarme. Resonaba su voz en mi memoria, pero sabía que poco a poco, había ido cambiando hasta hacerse más y más grave, más apremiante... La voz de un hombre.
¿Cuanto tiempo había estado realmente allí?
No tenía idea pero sabía que el suficiente para no poder incorporarme, destruir el cristal y salir de él.
De ser así, ya lo habría hecho.
Me obligué a abrir los ojos, sin éxito. Mis oídos, sin embargo, funcionaban perfectamente y puse atención a los sonidos alrededor. Una cosa que no sabían de los que podíamos convertirnos en titanes era que podíamos escuchar fuera de la cristalización hasta donde tu rango normal de oído humano te permitía así como los pensamientos de los shifters cercanos hasta a cinco kilómetros.
Nunca estuve de acuerdo con el plan de Zeke y Pieck tampoco. Pero ella había tomado su decisión y permaneció con él. Así que éste me envió a mí a hacer su trabajo sucio.Armin.
De nuevo estaba el pensamiento recurrente, como ligado a su pensamiento. Armin estaba cerca de mí. La sensación de sus pensamientos era amigable y cálida, como si no le importase nada de lo que había hecho y solo quisiera permanecer allí, guarecido en esa especie de suave luz que envolvía su imagen y la sensación de sus pensamientos en mi mente.
Ningún ser humano, a excepción de mi padre, había estado tan cerca de mí emocionalmente. No quería estar cerca de nadie. Bertholdt lo había intentando sin éxito, incluso en algún momento Eren Jaeger trato de conocerme mejor; Hitch me decía que simplemente mi cara no invitaba a nadie a querer conocerme.
No la culpaba. Yo misma no habría querido conocerme si hubiera sido otra persona.
Pude escuchar con mucha claridad la lluvia. No era intensa, pero la suavidad con que caía, no impidió que pudiera escucharse sobre las tejas del techo.
Sentí mis párpados cerrados contra mis globos oculares, intentando prestar atención a la sensación y después de un momento, pude abrir los ojos, aunque al principio no veía más que manchas borrosas de varios colores y frente a mi, la inequívoca mancha de una fogata, ardiendo vivamente.
Traté de enfocar la imagen de la fogata y después de unos minutos, pude ver todo perfectamente. No había nadie allí...
"... Annie..."
Claramente, la voz de alguien estaba llamándome. Alguien de quien no podía escapar y a quien tendría que hacerle explicaciones si estaba allí y sabía que estaba consciente.
¿La científica?
Me avergoncé de mi misma. Pensar en los ojos muertos de esa mujer, me aterraba como pocas cosas en este mundo.
"...Annie..."
De nuevo, la voz llamándome. Esta vez era claro de quién era y eso me paralizó.
Entonces sí había alguien allí. Y me miraba.
Y cuando abrí los ojos, un par de ojos azules, detrás de un flequillo y un corte harto ridículo para el ejército, estaban fijos sobre mí, con una especie de asombro contenido y calmado que me recordó a Bertholdt.
Y fue entonces que lo supe. No sé cómo, simplemente lo supe.
Armin se había transformado en titán y se había comido a... Bertholdt.
¿Armin hizo eso?
Armin no mataría ni a una mosca.
Negué frente a su rostro con los ojos. El cristal no cedía pero yo sabía que él podía entender lo que pasaba por mi cabeza.
Mi incredulidad era demasiado grande. En el resonar de su propia mente, pude escuchar claramente la voz de Bertholdt gritando mi nombre en su segundo final.
Continuó mirándome, totalmente sereno, sin una pizca de asombro y, tocó el cristal con las puntas de sus dedos.
Éste ni siquiera pareció cristal, sino azúcar.
Cayendo al suelo, fino como azúcar cristalina, el cristal se desvaneció, y yo con él.De no ser porque se acercó y me sostuvo, habría caído irremediablemente al suelo, pero por el contrario, me sostuvo como si fuese la cosa más preciosa que había sostenido en toda su vida, y las comisuras de sus labios se alzaron ligeramente. Pude sentir un dejo de amargura en su sonrisa, como si hubiera deseado demasiado tiempo aquello y ahora no importase.
Él también pudo saber lo que acababa de pensar. Lo vi. Negó con la cabeza.
Tenía bajo uno de sus ojos las cicatrices de haber sido retirado recientemente de un titán, es decir, que se había transformado. Mi curiosidad me poseyó y toqué aquellas marcas cual si las hubiese provocado yo misma. Armin no se inmutó y se dejó hacer.
Sus brazos me sostenían, parecía que tenía más fuerza desde la última vez que lo viera en Stohess. Una de sus manos reposaba en la base de mi espalda, sosteniéndome con extraña e inusual facilidad. La otra se deslizó de la mitad de mi espalda a mi nuca con tranquilidad, casi pausadamente y a causa de estar distraída con la sensación de sus dedos entre mis cabellos, ni siquiera presté atención al resto de lo que hacía.
Sus labios literalmente me paralizaron. Fue como si toda la electricidad del mundo hubiese corrido en mi interior de un solo golpe. Cerré de nueva cuenta los ojos, asombrada de lo dulce que se sentía lo que fuese que Armin había hecho, mientras se acercaba a mi, apretándome contra su cuerpo, el que tampoco parecía el del recluta inexperto y pequeño que solía ser.
Fue justo ese desconcierto lo que hizo que no pudiera reaccionar.
Armin ya no era más solo Armin. Bertholdt de alguna manera también estaba con el.- No estoy aquí porque yo sea Bertholdt. Contrario a la teoría que tienen todos, yo no tengo todos los recuerdos de Bertholdt ni me he dejado guiar por ellos.
Vine porque he venido hace ya un tiempo desde que te quedaste aquí, congelada, absurdamente hermosa y joven en este capullo de cristal...Permaneció mirándome como si viese un fantasma o fuese a desaparecer.
Ni una vez separó sus labios de los míos.
Y yo solo desee que no dejara de
hacerlo, no solo en ese instante, sino nunca.
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Vida de héroes
أدب الهواةRecopilación de historias cortas relacionadas con nuestros veteranos y reclutas favoritos, así como de algunos erdianos ♥️ Es importante aclarar que todas estas historias no están dentro del canon en ningún orden cronológico, por lo que tienen que i...