15/02/19

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Abrí los ojos, vi a mi lado y Lina estaba ahí, recostada en mi brazo, con las sábanas cubriendo su cuerpo desnudo. Sonreí y la abracé. Anoche después de la fiesta vinimos a la casa, mi prima y Chip entre besos y manoseos se fueron a su cuarto.

Nosotros nos quedamos solos en la sala, nos vimos y después de unos segundos empezamos a besarnos, los besos empezaron a subir de tono, las caricias aumentaron y cuando menos lo esperábamos ya estábamos en la habitación.

Dejé un par de besos en su espalda y ella se removió.

—Allan —se giró y me vio.

—Hola, hermosa —le di un corto beso en los labios.

—Hola —me abrazó y metió su cara en el hueco de mi cuello—. Tengo hambre —me dio un leve mordisco en el cuello.

—Soy delicioso, pero no comestible —río.

—Lo siento, me equivoqué —tomé su rostro con ambas manos y estampe mis labios en los suyos.

—Te quiero.

—Y yo a ti, raro —fruncí el ceño.

—¿Raro? No soy raro.

—Antes de conocerte tu prima me dijo que lo eras y cuando te conocí me di cuenta que tenía razón.

—¿Ah sí? —se mordió el labio inferior.

—Pero cuando nos conocimos más me di cuenta que eras, bueno, eres muy divertido.

—Yo no soy tu payaso —me besó—. Me estás convenciendo.

—¿Vamos a comer? —asentí.

—Pero primero vamos a vestirnos, ¿no?

—Obvio.

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Íbamos caminando por el parque tomados de la mano, mientras comíamos un algodón de azúcar. La costumbre no la podemos perder.

—¿Sabes qué hace falta? —pregunté—. Un rico whisky.

—Ya te dije que no —reí.

—Sólo era una broma —nos sentamos en una banca vacía—. ¿Y ahora qué va a pasar? —pregunté.

—¿De qué?

—Con nosotros.

—Lo que tenga que pasar —se encogió de hombros—. Si el destino nos unió, dejemos que el destino nos lleve hasta donde quiera.

—Estoy de acuerdo con eso —pasé un brazo por sus hombros.


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Lina

Cuando terminamos de comernos nuestros algodones fuimos a buscar bebidas, justamente cuando nos estaban dando nuestros jugos, un hombre se acercó a comprar también.

Al ver quien era el hombre, me sorprendí... Era mi estúpido ex que me vio y levantó ambas cejas.

—Lina, que gusto volver a verte —dijo con sarcasmo.

—No digo lo mismo de ti —me crucé de brazos.

—Aún sigues de ardida. Hay a puesto a que no me has superado —apreté los dientes—. Si sigues así, te vas a quedar sola, por aburrida y amargada.

—Te equivocas —Allan pasó su brazo por mi cintura y yo pasé los míos por la de él—, ella no está sola y dudo mucho que algún día lo esté —bajó la mirada hacia a mí—, porque es una chica maravillosa.

—¿Y tú eres?

—Él es Allan mi...

—Soy su novio —Allan sonrió de lado.

—Más que eso —dije viéndolo—, eres mi otro extremo —se bajó y me dio un beso en los labios.

—Así es —asintió.

—Como podrás darte cuenta, ya te superé, eres tan poca cosa que en tan sólo cinco días lo logré.

Apretó la mandíbula y los puños.

—Que bien por ti —pagó su refresco y se fue.

—Así que ese era tu ex —dijo Allan—. Ahora entiendo porque te gusté, yo estoy más guapo.

—Hay que presumido.

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Tenía mi cabeza recostada en el pecho de Allan, podía escuchar su corazón latir muy rápido. Levanté mi cabeza y lo vi.

—¿Por qué tu corazón late tan rápido? —le pregunté con mi mentón sobre su pecho.

—Porque te tengo cerca —me acerqué y le di un beso en los labios.

—Me encanta estar contigo, en serio.

—Y a mí contigo —juntamos nuestras manos derechas en las muñecas traíamos un hilo rojo cada uno, los hicimos con el mismo hilo que estábamos atados en la fiesta.

—A ver tortolitos, ya dejen de derramar miel y vámonos —nos pusimos de pie y nos fuimos con Yaneth.

Llegamos al lugar de tatuajes, Chip y Yaneth se harán uno y quedamos en acompañarlos. Mientras ellos se preparaban para hacerse su tatuaje, Allan y yo veíamos algunos diseños.

—¿Te quieres hacer uno? —me preguntó Allan—. Creo que yo sí me haré uno —tomó unos diseños que yo tenía en las manos.

—Me da un poquito de miedo —hice un puchero y el sonrió.

—¿Y qué tal si nosotros nos hacemos uno también? —lo vi.

—¿Cómo qué?

—No lo sé, lo que tú quieras.

—¿Puede ser algo pequeño? —asintió—. He visto algunos diseños en internet, un lazo pequeño en el meñique.

—También los he visto y si tú quieres ese, pues ese será.


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—Me encanta —dije al ver mi tatuaje, toda la noche he pasado diciendo lo mismo, pero es que es simplemente hermoso.

—Lo es, porque es de los dos —Allan tomó mi mano derecha y la entrelazó con la suya, pues es ahí donde están nuestros tatuajes.

—¡Salud por nuestros tatuajes! —Chip levantó su copa y los cuatro brindamos.

Después de los tatuajes decidimos celebrar y venir al bar, ahora ya los cuatro estamos algo tomados, por no decir que Chip ya está borracho. Cuando pasó un poco más de una hora desde que nos los hicimos, Allan y yo nos quitamos las vendas de nuestros dedos para ver de nuevo los tatuajes.

—Jamás pensé que un catorce de febrero y una tonta fiesta me ayudarían a encontrar a mi otro extremo —me dijo Allan y sonreí.

—Lo sé, fue muy loco, pero me emociona haberlo hecho —lo abracé—. Perdí tanto tiempo buscando a alguien ideal para mí y mira, a ti no te busqué y te encontré.

—Te quiero mucho.

—Yo también te quiero mucho.

El otro extremo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora