Aprovechando que sus padres no estarían en casa Park Jimin invitó a sus amigos esperando pasar una noche agradable junto a ellos, lamentablemente jamás imaginó que la fiesta se convertirá de pronto en su peor pesadilla y que su hogar a partir de esa...
Desperté una hora más tarde en la habitación de mi mejor amigo, recostado en su cama junto a él y Edwan, en cuanto abrí los ojos empezaron a llorar y hablar estrepitosamente uno encima del otro incrementando mi dolor de cabeza.
-la policía no debe tardar... -el médico tiene que estar por llegar en cualquier momento-, de qué rayos estaban hablando ¿policía? ¿médico?, estaba atónito ¿qué demonios había sucedido?
Mi vista recorrió la habitación en busca de alguna explicación pero nada parecía salir de su habitual normalidad, la cama doble en donde estábamos los tres acurrucados y tan pegados que más de la mitad sobraba, la mesa de luz sobre la cual descansaba el teléfono fijo y un despertador analógico, el escritorio abarrotado de papeles y cosas de estudio junto a la ventana con vista al jardín trasero, todo yacía en su lugar excepto por un detalle que se camuflaba a simple vista.
Mis ojos se entrecerraron al ver el antiguo modular de roble bloqueando la puerta, colocado como una especie de trinchera improvisada, -¡¿Que?!- mi voz salió de ultratumba mientras mi garganta dolió lo que mil infiernos.
Preocupado y confundido mi mirada se desplazó nuevamente a mis amigos percatándome recién allí del bate de béisbol que Edwan sujetaba firmemente con sus manos, lucía agitado, lleno de adrenalina y preparado para la pelea de su vida contra quien fuera que se atreviera a atacar o a intentarlo siquiera.
Atando cabos que solo formaban más preguntas en mi mente giré la cabeza como un rayo hacia la puerta, el brusco movimiento sacudiendo todo a mi alrededor, nublando mi vista y acelerando peligrosamente los latidos de mi corazón.
-tranquilo aún estás débil, ya no sangras pero debes tener cuidado-, en cuanto esas palabras salieron de los labios de Jimin me lleve la mano a mi nuca palpitante, humedad se pego a mis dedos y un dolor que recorrió mi espina dorsal como una daga oscureció mi visión completamente... sangre.
Mis dedos temblaron ante la presencia de aquel líquido, Jimin en un rápido movimiento limpió mi mano con una de sus camisetas ya cubierta de sangre seca al parecer mía también y la presiono detrás de mi cabeza.
-Jimin ¿Cómo?- susurré débilmente atónito de no poder recordar absolutamente nada, -no lo sé todo sucedió tan rápido, baje corriendo cuando oí unos gritos y de pronto vi a Edwan entrar a la sala contigo desmayado en sus brazos..., lágrimas cristalizaron sus ojos, ...Dios me asuste tanto, no... no supe qué hacer.-
Comenzó a llorar en mi hombro y a balbucear frases que no tenían ningún sentido para mí, la impaciencia estaba poniendo mis nervios de punta y en verdad necesitaba saber lo que había sucedió pero no podía hacerme reaccionar para decir algo más.
Por suerte Edwan de algún modo notó mi impaciencia y continuó con el relato el mismo, -cuando baje para ayudarte me pareció extraño que la puerta del patio estuviera abierta y como no te encontraba por ninguna parte salí a buscarte..., tragó saliva con fuerza, ...entonces te vi...
Se detuvo abruptamente luciendo totalmente afectado por el recuerdo de lo vivido y miró a Jimin por un instante buscando tal vez en él algún tipo de consuelo, la agonía y el nudo en mi garganta haciéndose más grande a cada segundo,... un sujeto te sostenía inconsciente entre sus brazos, él... él te estaba llevando consigo Hoseok.- mi corazón se detuvo.
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