¿Cuáles eran las posibilidades de que su crush de la universidad se fijara en un chico tímido y casi invisible como él? Yuuri Katsuki creía que ninguna a menos que volviera a nacer y fuera el último ser humano de la tierra para estar con Viktor Niki...
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Caminaba por las calles a pasos largos. Aunque tal vez era poco decir, en realidad, casi corría por la estrecha vereda.
Sabía que detrás de él alguien a quien conocía muy bien —más de lo que desearía o quisiera admitir— lo seguía muy de cerca y sin disimulo. Dio un leve vistazo hacia atrás y su ceño se frunció más de lo que ya estaba cuando volvió a ver aquella escena tan ridícula.
—¡Jódete, JJ! ¡Ya deja de seguirme con esas estúpidas flores! ¿No ves que todo el mundo nos está mirando? —farfulló mientras apuraba aún más el paso.
El aludido lo siguió de cerca y Yuuri percibió como aquella sonrisa que alguna vez había considerado sensual se extendía por todo su rostro, en ese momento no podía pensar en otra cosa más que en lo tonta que se veía esa expresión plasmada en su cara.
—No me iré, Yuuri. No, hasta que me digas que aceptas volver conmigo —le respondió este alcanzándolo.
El azabache resopló y paró en seco, JJ imitó su acción. Yuuri le dirigió una mirada severa y luego observó detenidamente el ramo de flores que el canadiense llevaba en mano —una variedad de lirios de colores—, analizó la situación y sin previo aviso echó a correr lejos de allí con todas las fuerzas que su cuerpo le permitía.
Llevaba corriendo un buen rato cuando lo perdió de vista de una vez por todas, se paró a recuperar el aliento y otra vez emprendió el paso, por culpa de JJ le iba a tomar más tiempo arreglar sus cosas de mudanza.
Llegó a un alto edificio de cinco pisos y se aproximó por la puerta, aquel pintoresco edificio sería su nuevo hogar gracias a JJ. Desde que había terminado con él a inicios de las vacaciones este no había dejado de ir a verlo a su casa para convencerlo de retomar su relación, se volvió demasiado molesto después de un tiempo y viendo que no le vendría nada mal un cambio decidió mudarse aprovechando que había encontrado un buen lugar cerca de la universidad.
Se adentró al lugar y divisando el ascensor presionó el botón que abría las puertas, estas se abrieron sin demora y el azabache ingresó ubicando inmediatamente el botón del piso en donde viviría.
Cuando hubo llegado salió al pasillo que lo conduciría a su habitación y antes si quiera de poder divisar el número de su puerta la irritante voz de su exnovio lo llamó.
—Yu...uri —jadeaba, tal vez había corrido hasta allí.
