Valeria.
Martes:
Alarma a las 7:12 am, la cual nunca sirve para nada porque es las 7:30 cuando me digno a sacar un pie de la cama.
-Buenos días, buenos días -digo a todo el mundo.
En resumen, me preparo sin gana alguna.
8:12, suena el asqueroso timbre de mi puerta dándome señal de que el día escolar va a comenzar.
Abro la puerta y saludo a mi vecina, salimos del edificio, esperamos a unas cuantas más y entramos a la dura y repugnante vida estudiantil.
No quiero que me malinterpreten, me gusta aprender, me gusta ampliar mi rama de conocimiento, pero no de tal forma.
Hoy llevo mi chapa LGBT, hace un tiempo me declaré bisexual, mis amigos y algunos compañeros de clase ya lo saben y no hay problema con ello.
¿Mis padres? A ellos no se lo he dicho directamente, pero son conscientes de que las mujeres también son mi opción. Mi hermana, lo mismo. Con mi hermano, creo que por mi pulsera, mi chapa y algunas referencias que hago de apoyo en la comunidad, se lo puede imaginar.
Con mi abuelo no toco el tema.
Transcurre el día y toca la clase de biología. En la siguiente hora, además de la última, toca inglés, con una sustituta.
-Oye Esteban ¿y la profesora nueva esta buena? -dice Iker, uno de mis compañeros.
-No puedo contestar a eso -dice mi profesor/tutor.
-Venga Esteban, mójate -insiste Marcos.
Marcos e Iker, dos personajes que dan risa, eso sí, pero el 75% de su cerebro, no carbura, y sus pensamientos e ideales, al igual que su comportamiento escolar tanto como social, es una auténtica basura.
Algunos chicos más animan al profesor a contestar preguntas sobre la recién llegada.
-Qué más os da, ni que os la fuerais a ligar -salto yo a los morobosos de mis compañeros.
Iker me dirige su mirada y como atacar es su especialidad, ataca:
-Igual ligas tú con ella ¡bollera!
Inmediatamente Marcos se empieza a reír a carcajadas, por suerte, solo tengo que lidiar con la homofobia (la cual Marcos asegura no tener), de ellos dos. Llevan unos cuantos días con mi orientación sexual, que si soy una invertida, bollera, tortillera...En fin, una montaña de insultos homófobos.
Lo peor es que creo que su cerebro cree que yo sigo igual de bien con ellos, como si no hicieran nada. Claro queda que yo les respondo, pero jamás de los jamases me he metido con cosas personales, por ejemplo su físico.
Se acaba la jornada y me dirijo a mi casa, sola, porque hoy mi vecina tiene una hora más de clase. Me gusta ir sola porque así pienso en mi cosas, he llegado a la conclusión de que últimamente la estabilidad emocional que tanto ansiaba va apareciendo, sin embargo, sigo muy perdida, como si algo me faltara.
Llego a casa, como y hago los deberes pronto, me preparo y voy a baile. Una vez allí, hablo y hago el tonto como siempre hasta que comienza la clase.
-Bueno, os tengo que contar una cosa, han abierto las inscripciones para una pequeña maratón de baile moderno en el palacio de festivales -anuncia nuestra profesora Rebeca.
¡Que guay!
-Si os portáis bien os llevaré, irán grupos de todos lados y estaría bien que participárais, pero eso si, o le ponéis ganas y fuerza o yo no llevo a un grupo que no tenga interés.
-¿Hay premio o algo? -pregunta mi amiga Lara.
-Hay un reconocimiento o algo por el estilo, pero nada importante.
-Da igual, de todas formas estaría bien ir -responde Celia.
Todas asentimos.
-Entonces luego os paso lo que me teneis que traer el viernes, sin falta por favor, la maratón es el 9 de febrero, asi que tenemos hasta el lunes para inscribiros por favor, solo participaréis vosotras 6 pero hay poco tiempo -finaliza Rebeca- ahora a calentar.
Estoy ilusionada, ha aparecido otra vez algo por lo que hacerlo, y así, con la maratón en mi cabeza transcurre toda la semana.
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Mariana
Dla nastolatkówUn torbellino, no sé si eso te define como tal. Es más, eres indescriptible, solo sé que estás aquí, conmigo, acurrucada. Eres lo quiero, quise y querré; ayer, hoy, mañana y siempre.