1º parte: El alumno nuevo.

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Había una vez, una apacible ciudad. En ella, se localizaba una escuela a la que la mayoría de sus jóvenes habitantes asistían. Uno de los salones era el 2º D, el cual contaba con 20 alumnos. Los jóvenes tenían  una vida normal, preocupados por las tareas, los exámenes y su reputación. Entre ellos estaban Ernesto, Eduardo y Mariana, quienes eran conocidos por ser los que controlaban a la mayoría del grupo sin mayor esfuerzo y con su obsesión  con las calificaciones altas. Por otro lado, estaban Edith, Adriana y Matías,  enemigos de Ernesto y su grupo. Un día, Ernesto con su grupo estaban platicando en el recreo. Se decía que al día siguiente llegaría un nuevo alumno a la clase.

-Me emociona saber quién será nuestro nuevo compañero- dijo Ernesto.

-¡A mí también!- le contestó Mariana- espero que sea alguien educado, inteligente y guapo.

-No digas tonterías- le dijo Eduardo- probablemente sea alguien de una de estos institutos cercanos. Lo que me importa a mí es que no se una con ese grupo de los raros.

-¿Te refieres a Matías y su grupo?- le preguntó Ernesto- Con sus raros comportamientos no me sorprendería que lo rechazaran inmediatamente.

-No seas así- le dijo Mariana- tú sabes el porqué de su comportamiento. Y recuerda que todos tuvimos la culpa de lo que pasó.

-¡Calla ya!- le contestó agitado Eduardo- acordamos no volver a hablar de eso.

Al día siguiente en la mañana, el profesor se dirigió a sus alumnos y les dijo:

-Buenos días muchachos. El día de hoy les hablaré acerca del Romanticismo y su historia. Pero antes que nada, tengo que presentarles a su nuevo compañero.

El profesor apuntó con su dedo hacia una esquina del salón. Allí estaba sentado el nuevo alumno, un joven bajo, de piel oscura y con una mirada perdida.

-Por favor párese y preséntese ante sus compañeros- le dijo el profesor.

-Bien-contestó- Mi nombre es Antonio García, vengo del Instituto Nacional. Es un placer.

Cuando Antonio habló, todos voltearon a verlo. Varios quedaron impresionados y asustados por su apariencia.

-¡Qué educado!- pensó Mariana- Es casi como pensé que era.

Al salir al recreo, Ernesto, Eduardo y Mariana se acercaron a Antonio.

-Hola, ¿cómo estás?- le preguntó Mariana.

-Bien, gracias- le respondió Antonio, con un poco de desinterés.

-Mi nombre es Mariana, es un gusto- siguió- espero llevarnos bien. ¿Te gustaría ir a comer con nosotros?

-La verdad no- le respondió- comí en la mañana y no tengo hambre. Desearía estar solo, pero gracias.

-No hay problema- le contestó Mariana- nos vemos en clases.

Al terminar la plática, Antonio se fue hacia el grado, mientras Mariana y su grupo se dirigían hasta el comedor.

-¿Cómo es posible que le hablaras sin que te incomodaras?- le preguntó Ernesto a Mariana.

-¿Por qué lo dices?- le preguntó Mariana- No te entiendo.

-En serio que eres de mente a corto plazo- le respondió Ernesto- No le encuentras un poquito de parecido a Antonio con…..

-Alto los dos- les dijo Eduardo- ya saben cuál fue nuestro acuerdo. Deberían seguirlo.

-Es inevitable- le contestó Ernesto.

EdithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora