CAPÍTULO 3: DOS ENCUENTROS EXTRAÑOS

103 15 0
                                    

Sakura
Después de algunos minutos llegué al parque que estaba buscando, era completamente diferente para mi estar ahí, sentía un calor insoportable y el sol junto a los montones de arena me hacía creer que estaba en medio de un incendio. En donde estaba y de donde venía eran climas completamente opuestos.

Seguí hasta colocarme bajo un árbol algo seco mientras veía como algunos niños jugaban entre si y otros estaban acompañados por sus padres, me acerque hasta donde terminaba la poca sombra que daba el árbol pero aún bajo ella y miré hacia el cielo.

Había luz por todas partes, pocas nubes rondaban junto al enorme sol, lo había visto en dibujos pero esto era mil veces mejor, de hecho era tanta luz que me vi obligada a apartar la vista y parpadear algunas veces antes de recuperar otra vez mi percepción de las cosas.

Mi madre tenía razón, no estoy acostumbrada a esto.

Debía llevar allí algunos minutos cuando de pronto vi como personas se apartaban del camino para abrir paso a un hombre con un traje blanco largo, y un sombrero blanco con velo por la parte de atras y con partes verdes, tras él iban una chica rubia con varias coletas, un chico con un traje negro pero con menos edad que la chica, un niño tal vez de mi edad con cabello rojo y al final otro chico de brazos cruzados, era más grande que la rubia y también tenía el cabello rojo, de todas las personas en el parque además de ellos él fue el único que al parecer noto mi presencia bajo ese árbol a algunos metros de donde iba.

Tenía una mirada fría y sin expresión que resaltaba con esos ojos color miel, si no me equivocaba.

Me sorprendí, quiza la capucha negra para protegerme del sol que mis padres me habían dado llamó su atención, ahora que lo pensaba alguien podría malinterpretar mis intenciones creyendo que haría algo malo puesto que casi no se notaba mi rostro desde la distancia.

Una vez se alejaron, todos continuaron con lo que estaban mientras yo no apartaba la mirada de las cinco siluetas a la distancia.

-Amor- casi di un salto cuando una mano se colocó en mi hombro, mi madre rió -vamos, debemos volver-

Apenas y recuperé el aliento la seguí.

Al llegar a la casa donde me explicó que estaríamos algunos días, lancé la incómoda capucha lejos de mi, subí a la habitación inundada en la oscuridad y cuidadosamente admire el paisaje por la ventana el resto del día.

[...]

El resto de la semana fue la misma rutina dentro de la aburrida casa, aunque odiaba el clima lluvioso al menos con el podía salir un poco, me encantaba observar la luz desde la ventana pero me molestaba estar encerrada.
En ese tiempo me enteré también que la casa era del hermano de mi padre, es decir, mi tío quien se llama Haruno Tokka. Según le dijo a mi madre se había ido de Amegakure porque buscaba una mejor vida, en un lugar donde los Haruno no fueran considerados "indignos", no entendí de que hablaba y tampoco se molesto en explicar.

Descubrí que él y mi papá eran dos polos opuestos, él era gruñón, amargado y solitario, su piel ya no era tan blanca como la nuestra puesto que llevaba años en Suna, pero aún así jamás menciono nada sobre un amigo o algo similar, su cabello era rosa opaco, como si estuviera perdiendo su color (como el de mi padre). Jamás se comporto de manera grosera conmigo pero tampoco fue tan amable.

Estaba en la mesa, habíamos terminado de cenar y mi padre fue a su trabajo, como su piel también era sensible decidió el turno nocturno, mi madre lavaba los platos y Tokka se retiro con un ademán a mi madre e ignirandome a mi, podía decirse que para uno, el otro no existía.

-Por favor...- suplicaba a mi madre, había estado todo el día con esa idea, era algo que herede de ella, ambas eramos muy insistentes, o tercas como solía decir mi padre.

Bajo La LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora