𝑶𝟏. 𝑺𝑹. 𝑴𝑰𝑵.

73 6 0
                                    

Me sentía devastado, como si un camión hubiera pasado sin culpa sobre mí, aplastando todos mis huesos, dejándolos hechos trizas como si no valiera nada.

Quizá estaba exagerando, como se atrevían a decirme todos aquellos que alguna vez formaron parte de mí círculo de amigos, pero era inevitable sentirme así. Él fue parte de mí vida. Lo quise, lo quise tanto que todavía no me cabe en la cabeza que haya desaparecido, ni siquiera dando algún minúsculo rastro. Nada. Pareciera como si nunca hubiera existido. Como si Park JiMin nunca hubiera nacido, como si nunca nos hubiéramos topado de casualidad aquel verano.

A veces pienso que me enamoré de alguien que nunca existió, que solo fue un vago intento de mí cerebro de crear a alguien que se fijará en mí, que cambiará mí perspectiva acerca de la vida y logre cautivarme a tal manera de querer pasar el resto de mí vida junto a esa maravillosa persona. Pero él sí fue real, y yo soy la prueba de que lo fue.

Recuerdo como si fuera ayer cuando éramos dos adolescentes de trece años bajo el cielo estrellado, preguntándonos silenciosamente quién daría el primer paso, quién sería el valiente en juntar nuestros labios en un fugaz beso o quién sería el que finalmente confesaría sus sentimientos. Pero él siempre fue el valiente y él fue el que inició el beso que cambiaría nuestra relación.

Todavía siento sus pomposos labios sobre los míos. Todavía siento su suave piel en mis dedos.

No hay día donde no lo recuerde, donde no añoré cada uno de los momentos donde estuvo a mí lado, desde que nos conocimos hasta el último día que vi su hermoso rostro. Su perfecto rostro lleno de detalles que solo yo creía ver, con sus facciones tan delicadas como un pétalo de rosa, sus pomposos labios color carmín que una vez al verlos era inevitable no pensar en que se sentiría rozarlos. Todo de él era perfecto, hasta sus imperfecciones.

Me recosté sobre el respaldo de mí silla giratoria, soltando un largo suspiro que parecía tomar años en terminarlo. Todavía me cuestionaba qué hubiera pasado si aquel día, me hubiera quedado con el cómo se suponía, sí solo no me hubiera enojado con el y lo hubiera dejado solo. Si tan sólo. . .

Ring... Ring... Ring...

— ¿H-hola? — conteste el teléfono poniéndome nervioso.

— Que bueno volver a escuchar tu voz, Min.

THE ROOM ♯ 𝙔𝙊𝙊𝙉𝙈𝙄𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora