▪PRÓLOGO▪

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Era domingo por la mañana, un día común de descanso luego de una semana cargada de trabajo para los habitantes de aquella hermosa ciudad, dando inicio a las vacaciones de verano para así poder descansar.

Por lo mismo, cierta joven de cabellera azabache se encontraba recostada en su cama mientras leía un libro, que a su parecer era demasiado interesante.

—Ojalá todo fuera así de fácil como en la ficción.— suspiró con pesar. —Pero desgraciadamente nada puede ser así en la realidad.— se levantó cuidadosamente para luego dejar aquel libro sobre su mesita de noche y así ir a arreglarse.

La de ojos azules llevaba ya varios días enferma, por lo que ese día su madre se había ofrecido para acompañarla al médico, puesto que no podía mantenerse mucho tiempo en pié por si sola, no teniendo otra opción más que acceder ante la propuesta de su madre.

—Nunca me cansaré de decirlo.— estornudó. —Odio estar enferma.

Ingresó al cuarto de baño para así tomar una ducha rápida, puesto que su progenitora no tardaría mucho en subir por ella para marcharse al consultorio.

Una vez terminó de asearse, comenzó a arreglaese para no verse tan mal, quedándose quieta mientras se miraba fijamente al espejo, algo en ella se sentía diferente, pero no sabía que, por lo cual decidió no prestar mucha atención y continuar con su labor.

En cuanto acabó, se recostó nuevamente, la cabeza estaba matandola y los mareos eran cada vez más insoportables; en un principio se había negado rotundamente a ir al médico, pero al no ver mejoría alguna, de mala gana decidió pedir que la llevarán a consulta, todo con tal de estar bien para cuando entrará nuevamente a la escuela.

—¿Cielo?— preguntó la mayor al entrar sigilosamente en la habitación. —¿Ya despertaste?

La azabache asintió debilmente, sentía que moriría con tan solo respirar.

—Ya estoy lista.— sonrió tratando de disimular.

—Bien, abrigate y vamos o no alcanzaremos cita.

La de ojos azules se levantó como pudo, sacando un suéter y una bufanda, saliendo así tras su madre.

Definitivamente odiaba sentirse tan débil.

Ambas féminas habían llegado finalmente a aquel blanco consultorio, la joven comenzaba a arrepentirse, pero su malestar era más grande que su miedo, por lo que no mencionó nada durante aquella larga espera, habían tres personas antes que ella y ap...

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Ambas féminas habían llegado finalmente a aquel blanco consultorio, la joven comenzaba a arrepentirse, pero su malestar era más grande que su miedo, por lo que no mencionó nada durante aquella larga espera, habían tres personas antes que ella y aproximadamente tardaban de treinta a cuarenta minutos por consulta.

—Mamá...

—No volveremos otro día, Marinette, te dije muchas veces que te abrigaras y nunca me haces caso.

Y de nuevo tenían la misma pela de siempre, estaba harta de tener aquella plática cada vez que pescaba un resfriado.

Ella simplemente guardo silencio, dejando que el tiempo pasará, hasta que la puerta del consultorio se abrió finalmente, dejando ver al médico que la atenderia.

[αυ] [α∂яιηєттє]                                                ▪ Feel Special ▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora