Youngblood

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Un año había ocurrido desde que Jughead se acercó  a Betty y esta le sonrió.

— ¿Podemos hablar?—pregunto el chico.

La rubia confundida le tocó la mejilla —¿Qué ocurre?—

—Me iré,  me iré a Toledo —esas palabras eran dolorosas, y más para aquel chico que irse,  incluía dejar a su padre entre rejas,  las serpientes,  su tráiler y a su novia.

—¿Cómo?—pregunto la rubia alejándose de Jughead.

—Betty— murmuró con un nudo en su garganta e intentó acercarse.

—¿Me vas a dejar?—preguntó.

Jughead asistió —Debo irme con mi madre,  no puedo quedarme acá con mi padre entre rejas.  Ha perdido mi custodia.

Betty asintió porque sabía que tenia razón,  pero le dolía. —Esta bien,  se feliz— dijo para luego salir corriendo.

Jughead no la siguió,  solamente lloró como un chico que había perdido todo, porque irse,  incluía dejar todo menos sus pertenencias, pero nadie evaluaba lo intangible.
A la mañana siguiente,  Archie lo acompañó hasta la estación de trenes para despedirse junto a las serpientes.

La rubia,  por su parte,  se encontraba llorando con Verónica.— Debes ir,  no sabes cuando lo volverás a ver—insistió—. Te arrepentirás,  y lo harás toda la vida.—Betty asistió y corrió hasta la estación con lágrimas en los ojos.  Fue hasta donde salía el tren y se encontró a las serpientes.  Corrió rápidamente  pero el tren había marchado.

—No puede ser—dijo llegando con lágrimas en los ojos.

Todos la miraron y Archie se acercó a ella —Lo siento–mumuró pero a Betty no le importó porque era tarde y corrió fuera de ahí con lágrimas. Jodidamente tarde había llegado.

Se siento en su cama y recordó cada noche,  cada beso,  cada sensación,  cada momento,  cada risa.  Suspiro con lágrimas y las limpió con la maga de su abrigo.

Y así pasaron dos años,  cuando Betty se encontraba ingresando a la Universidad de New York.  Estaba feliz,  pero esta nunca se había lograr fijar en otro chico, o por lo menos no de la misma forma que solía verlo a él, ni siquiera se asimilaba un poco.
Tampoco volvió a saber nada de Jughead,  ni tampoco quería saber nada.  De cierto modo,  aunque suene egoísta,  estaba enojada con él por dejarla sola en ese horrible pueblo,  sin más,  como si ella no le importara.  Se sintió un desecho: estaba despechada con la vida y con él.

Luego de que se acomodara en la Universidad  y llevara estudiando todo un semestre, Camila,  su nueva amiga le había insistido ir a una fiesta de una fraternidad donde asistía el novio de ella.
Betty negó,  porque no solo no conocía al novio de su amiga,  sino porque no conocería a nadie. Después de tanta insistencia,  acepto pero con la condición  de que se volvería cuando quisiera.

La rubia se visitó con su vestido rosado,  aquél que le traía el recuerdo de Jughead cuando él lo deslizó por su piel años atrás. Suspiró y se aplicó una leve capa de maquillaje sin exagerar. 

—¿Nos vamos?—preguntó Camila.

Betty,  con pocas ganas asintió y camino hacia la puerta.  Partieron en un taxi hasta el lugar,  lo que les llevo unos 15 minutos e hizo una mueca al bajar dado el olor a alcohol que había ahí.

—Creo que no ha sido una buena idea— se repetía una y otra vez.

—Ya cállate y diviértete —le dijo su amiga entrando de su mano. Betty suspiró al ver a todos los chicos riendo,  saltando.  La música retumbaba en sus oídos.
Luego de unos minutos de caminar,  se percató de que su amiga ya no encontrara junto a ella.

 
En un suspiro, subió hacia la terraza donde ella música se escuchaba menos.  Estaba sola caminando hasta que se apoyo en la baranda y miró hacia abajo,  una sensación corrió por su estómago  pero esta no parecía de vértigo. Miro al cielo a las estrellas.

—Remember the words you told me, love me 'til the day I die
Surrender my everything 'cause you made me believe you're mine
Yeah, you used to call me baby, now you calling me by name
Takes one to know one, yeah
You beat me at my own damn game
You push and you push and I'm pulling away
Pulling away from you
I give and I give and I give and you take, give and you take
Youngblood
Say you want me—comenzó a tarrarear pero alguien la interrumpió: —Te quiero— dijo esa voz. 

 Ella no giró,  quedó paralizada.  Esa voz,  esa voz que había entado en sus sueños,  en su vida.  Esa misma voz la había hecho llorar tantas veces,  pero a la vez le había enseñado lo que era amar.  Con sus ojos cristalizados se giró,  una parte de ella deseaba que todo sea un mal entendido  y que l no estuviera ahi pero otra le decía que lo necesitaba,  y que necesitaba que aquel chico sea él mismo que ella había tenido.

Lo vio a él,  sin su gorro,  sin su chaqueta.  Llevaba una camisa a cuadrille desabrotonada los primeros tres botones y unos pantalones chándal crema. El chico estaba igual de como la había dejado, y ambos sin poder creer—. Apesar de los años  el vestido te queda hermoso—halagó el chico acercándose pero Betty retrocedió un paso,  chocando con el muro.

—No—dijo negando y el chico la miro con temor—, no te acerques si vas a volver a irte y dejarme—pidió con lágrimas.

Jughead tomo aire y dió un paso— Cada día,  cada hora,  cada minuto,  cada maldito segundo he pensado en ti en todo este tiempo.  No creo ser lo bastante fuerte para dejarte nuevamente —dijo negando mientras se acerca a ella. Betty no se movía en su lugar —Di algo—rogó el chico.

La rubia lo miro a los ojos y dio un paso hacia adelante— No puedo—negó para luego correr a sus brazos y abrazarlo.

—Lo siento Betty— mumurró el chico —me voy a arrepentir por no haber vuelto,  pero perdóname.

Betty se separó y lo miró a los ojos para luego volver a negar—No,  nunca te voy a perdonar.  Pero se puede solucionar — dijo para luego besarlo.  El chico correspondió mientras la abrazaba y la subía a su cadera.

—Maldición,  lo siento—dijo arrepentido el chico mientras se separaba de sus labios.

—Te amo,  te amo con locura— dijo Elizabeth — y nunca he dejado de hacerlo.

Y ambos se acostaron en la terraza,  abrazados sin decir nada.

—Te fui a buscar—habló la rubia—a la estación y tú te habías ido

Jughead la miró —Yo te fui a buscar a Riverdale pero ya estabas estudiando aquí — Betty lo observó —por eso mismo pedí una beca en New York.  Archie me contó donde estabas y conseguí una beca en esta universidad, —confesó —pero no me atrevía a verte.  Tenía miedo de que sea tarde.

—Nunca lo iba a ser—dijo la rubia mientras lo besaba. —Te amo,  Jughead Jones.

—Te amo,  Elizabeth cooper.

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Estoy liberando borradores, pero no podía volver a subir esto sin corregirlo. Me sorprende lo mucho que cambió mi narrativa. En fin, iré corrigiendolos y subiendolos.

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