La Preparación.

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Llevaba más de media hora corriendo sin parar por la linde del bosque. Stiles nunca había echado tanto de menos su Jeep como en estos momentos, pero por desgracia el mecánico no lo había arreglado todavía. La última batallita que había tenido Scott con los hombres lobos de la ciudad vecina le había destrozado el capó y parte de la luna delantera del coche, lo cual no hizo mucha gracia a su padre. Le quemaban los muslos, sus pies dolían y tenía la extraña sensación de que en cualquier momento iba a caer al suelo debido al agotamiento. Llegaba veinte minutos tarde a la reunión de la manada en la antigua casa de Derek, y estaba seguro de que en el momento en el que entrase por la puerta se le iban a echar encima una jauría de perros. Literalmente.

Al ver las ruinas de lo que antes fue la casa de los Hale en la mitad del bosque, lanzó su mochila de cuadros al suelo y se permitió apoyarse en un árbol para recuperar el aliento. La corteza del pino raspaba su espalda al estar hiperventilando. Joder, qué bien le vendría tener un par de pulmones de lobo, repetía una y otra vez en su cabeza. Menos mal que hacía un mínimo de ejercicio, si no ya hubiese vomitado el estómago.

-¡Stiles, entra! ¡Ya! - El rugido de Derek le asustó.

De verdad, no le vendría mal tomarse una valeriana o algo, siempre está de mal humor. El joven cruzó el porche como un rayo y entró en la casa con una sonrisa avergonzada.

-Buenos días, camaradas. ¿Cómo se han levantado todos hoy?

-Cállate Stiles.

-Oye, no deberías tratarme así- respondió haciéndose el ofendido- soy yo el que te ha buscado la información sobre la Luna Roja.

-También eres el único que se ha dormido y ha llegado tarde. Siéntate.

Saludó a Isaac, Allison, Scott y Lydia con una inclinación de cabeza y se sentó en el parqué desgastado. "No entiendo por qué seguimos viniendo aquí si podríamos estar en el salón de Scott por ejemplo. Al menos hay calefacción y comida, no animales comiéndose el tejado o carcoma, probablemente"

-Bueno, la semana que viene es el eclipse lunar, y como todos sabéis es la noche más peligrosa del año para nosotros.

Se levantó con la carpeta de documentos en la mano e interrumpió a Derek.

-Sí, y por eso he pensado que deberíamos alejarnos lo máximo posible de Beacon Hills- repartiendo las copias que había hecho sobre su investigación a cada uno, prosiguió- La luz roja que se proyecta sobre la Luna es impredecible y nunca se sabe cómo van a reaccionar los animales. Sin ofender, Isaac.

-Oye, pero ¿por qué sólo yo?

-Porque hueles a perro mojado- respondió Stiles con una amplia sonrisa.

-Y tú vas a oler a cadáver como sigas siendo tan gracioso.

-Eeeentonces, le pregunté a mi padre si nos dejaría la cabaña del lago un par de días, ya sabéis, de chill en la montaña, celebrando el comienzo de las vacaciones de invierno...

Miró a su alrededor. Scott y Allison se estaban mirando el uno al otro con una sonrisa en la cara. Ew, el amor. Supongo que ellos estaban contentos con la idea, al fin y al cabo él había conseguido controlarse bastante las últimas lunas llenas, quizá incluso podían pasar un fin de semana romántico sin que el abuelo de Allison intentase separar el tronco de las piernas de Scott. Isaac y Lydia ya estaban hablando sobre qué ropa se iban a llevar y sobre qué tiempo pensaban que iba a hacer la semana que viene. El único que no había dicho nada todavía era Derek, lo cual era raro en él. Sobre todo porque siempre tenía esa necesidad de contradecir todo lo que Stiles decía.

Estaba ahí, mirando a todos los demás con aura protectora. Derek era, de lejos, el hombre más atractivo que Stiles había visto en toda su vida, y hace ya tiempo que aceptó que esta extraña atracción hacia él era más fuerte que la típica que se tiene hacia una persona guapa o simpática. Porque él no era para nada simpático con Stiles. Pero sin embargo, él estaba enamorado de Derek. De sus ojos verdes y sus cejas expresivas. De la forma en la que nos protegía a todos en cualquier situación, y sobre todo de la forma en la que una persona con pasado tan oscuro y triste podía hablar de las pequeñas cosas de la vida. Del sonido de la naturaleza, de la conexión que sentía con ella, de la poesía, la pintura, la música...claro que nunca hablaba de ello con él, pero el chico siempre le escuchaba.

-Vale- dijo simplemente.

-¿Vale?

-Sí, Stiles, vale. Pasaremos allí la Luna Roja, pero hay que estar preparados. No nos vamos de excursión ni de fin de semana romántico. Nos vamos para protegernos y proteger a los demás.

Hizoun gesto de victoria alzando sus brazos, a lo que Derek puso los ojos en blanco. Si supiese que en vez de molestarle provocaba en él más bien lo contrario, no creía que le volviese a mirar en la vida.

Después de dejar claro a qué hora saldrían, quién tendría que llevar la comida y la bebida y quién los coches, se despidieron. Al estar tan cerca las vacaciones de Invierno estaban hasta arriba de exámenes y Scott necesitaba centrarse de una vez por todas. Era el último año, y dado que nunca le había ido muy bien en el tema académico lo último que necesitaba era perder el tiempo corriendo por el bosque. Aunque bueno, si no se alejaba un poco de Allison, como si se encerraba en una habitación con todos los libros. La única neurona que había sobrevivido en su cerebro era incapaz de hablar o pensar en otra cosa que no fuese su novia.

Derek los llevó al instituto con una rapidez que, Stiles estaba seguro, era ilegal. Pero no se iba a quejar, porque por alguna extraña razón el moreno le había dejado estar de copiloto (no sin gruñir o protestar anteriormente), y tenía las mejores vistas del mundo. Sabía que él se ejercitaba pero joder...esos brazos y esas piernas le estaban matando.

-Stiles.

-¿S-si?

-Estamos en el parking.

Miró a su alrededor avergonzado, y tras ver que Scott y Allison ya estaban entrando en el edificio y para no hacer más el ridículo, se bajó del coche a trompicones y se golpeó con el cristal de la puerta.

-¡Joder!

Escuchó un bufido de impaciencia y el ronroneo del motor del Camaro, pero cuando ya estaba alejándose hacia la entrada del instituto Derek le sorprendió.

-Deberías ir al médico, Stiles- escuchó cuando ya había conseguido recuperarse.

-¿Por qué?

-El corazón te va muy rápido siempre.

Se esperaba una burla sobre el golpe o sobre su torpeza crónica, pero desde luego no se esperaba que el Alfa de nuestra manada, cuya intuición tiene que ser siempre impecable, no pudiese diagnosticarle.

Claro que me va rápido el corazón imbécil- pensó amargamente- siempre que estoy cerca de ti.


La Intuición Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora