Después de mí

Capítulo 30

No logré entablar una charla con mi abuelo durante la cena. Me mantuve callado mientras lo escuché hablar. Él seguía creyendo que la página de Tino era un dolor de cabeza y me pidió que parara con todo. No le di garantías, pero prometí que lo iba a pensar. Mentí, él lo sabía. Cuando me pongo algo en la cabeza, nadie me lo saca. No iba a abandonar mi página.

A diferencia de los otros días, me acosté enseguida de cenar. Me giré varias veces buscando el sueño porque no acostumbro a dormir temprano. Nunca lo encontré. Entonces tuve ganas de moverme, como una especie de antojo de aventuras. Demasiada teoría me estaba alejando de mi forma de ser. Pensé que debía buscar inspiración para Tino. Exploré el Tinder, luego de varios días. Le mandé la misma pregunta a las chicas con las cuales coincidí: "¿Qué es lo más loco que querés hacer?"

Mi perfil es el más irresistible que logré crear, elegí fotografías que me benefician. Son naturales, nada de extravagancias. Considero que el perfil de las redes sociales es una puerta hacia las mujeres, tanto abierta como cerrada. Me parecen de pésimo gusto las fotos en el espejo, o sacando la lengua, o exhibiendo los músculos, o las que no muestran a la persona en destaque o, peor aún, las que tienen un texto encima. Eso repele a las mujeres. Ellas quieren naturalidad, no les gusta lo forzado. De la misma forma, pienso que no es agradable subir fotos de adquisiciones nuevas. Hay quienes dan mil vueltas con frases idiotas para contar que están agradecidos a Dios, a la virgen o a Einstein por la compra de un auto o de un celular. He visto de todo. También creo que mi perfil es una pista del tipo de persona que soy. Si subo fotos con animales, paso una imagen de cariñoso; con niños, además de tierno, demuestro un espíritu paternal; en diferentes lugares, es porque me gusta viajar; sonriendo, significa que tengo un buen humor; con amigos, representa que soy una persona social; si estoy practicando un deporte o tocando un instrumento, muestro que tengo un hobby; con un libro, me muestra inteligente; y, la mejor, rodeado de mujeres, les activo el sentido de la preselección, dando a entender que otras me desean. Sobre los contenidos que publico o comparto, siempre escojo temas positivos y, al contrario de Tino, no entro en polémicas. Estoy seguro de que a las mujeres no les gustan los extremos.

Recibí respuestas en el Tinder. Algunas muchachas ni siquiera contestaron, otras fueron más allá, y hubo una que superó mis expectativas. Su nombre era Bruna. Me escribió: "Te lo digo sólo si me asegurás que vamos a hacerlo ahora". Le pedí su celular. Me encantan los desafíos.

23.56

Acepto tu locura.

23.57

¿Podés ponerla en práctica ahora?

00.05

Claro

Creí que me iba a formular preguntas o proponerme estupideces por videollamada. No le pregunté cuál era su locura porque pienso que a las mujeres les molesta el interrogatorio. Apenas acepté. Ella me escribió.

00.07

Me encanta que hayas aceptado sin saber qué es. Si te paso mi dirección, ¿venís por mí?

¿Qué? ¿Me había invitado a salir? Me gustó su actitud. Algo inesperado en un día agitado. Dije que sí. Por su descripción en Tinder, era mayor de edad, así que no teníamos nada a perder.

Volví a vestirme y saqué el Fiat Uno del garaje. Mi abuelo me vio salir. Le dije que iba a dar una vuelta corta.

–No te metas en más problemas –escuché desde lejos.

La adrenalina me despertó más. Aproveché para dar una vuelta en Sarandí antes de ir a la dirección combinada. Rivera es una ciudad tranquila durante la semana, más aún por la noche. La casa de la tal Bruna quedaba en el cerro Marconi, cerca de la de Pilar, llegué allí alrededor de la una de la mañana. Ella estaba afuera. Era una morena alta, con cabello negro largo y voluminoso, caderas grandes y piernas sobresalientes. Me detuve en sus tetas, son las más grandes que vi en la vida, mayores hasta que las de Pilar. Me sorprendió que fuera la misma persona del chat, ya que tenía un aura inocente. Son mis mujeres predilectas.