III

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Aristóteles

Es en este momento de mi vida donde me preguntó, ¿creo en el destino?.

Quizá o también acepto las casualidades. Quiero entender el porque oculta su precioso cabello castaño debajo de esa gorra, se ve mono pero es una lástima no poder deleitarme mirándolo sin ella.

Esta sumerguido en lo que sea que alla en el movil que ni siquiera se da cuenta de mi intensa mirada sobre él. De acuerdo no desaprovechare esta oportunidad.

—Hola —lo saludo lo más natural posible, se queda quieto un segundó pero levanta la mirada y sus preciosos ojitos se abren un poco más.

—Hola —dice por lo bajo intercalando su mirada entre el móvil y yo.

—¿Camino a casa? —trato de seguir la conversacion pero el no me la pone fácil.

—Si —repuestas cortas. Odio las respuestas cortas, pero en el son curiosas—. ¿Tu tambien?.

Me enternece ver su desesperación por actuar casual, pero no soy tan fácil de engañar y se que esta nervioso o incómodo y que no lo deje de ver no ayuda en nada.

Silencio.

Para mi es fascinante pero para el incomodo.

—Increible conversación —suelto una risa y el la corresponde algo apenado. La voz del conductor anunciando la siguiente parada apacigua el silencio.

—Tú... Tú tienes 18 ¿cierto? —lo miró arqueando una ceja, asiento sabiendo a dodne quiere llegar —. ¿Pue-puedes comprarme unas cervezas?.

Y ahora aqui estoy en una tiendas comprándole alcohol al niño. Tomo el six pack de la marca que me dijo y camino a la caja buscado en mi bolsillo mi identificación. Maldigo por lo bajo regresando la mercancía a su lugar y saliendo.

—Se me olvido mi identificación —le digo para llamar sua atención, pensándolo bien ¿porque no sacar provecho de la situación?—. Tengo que ir a casa a buscarla, ven conmigo.

Sin darle tiempo a decir algo comienzo a caminar, algo titubeante pero al final me sigue.

El caminó es silencioso, siento su mirada analizarme un par de veces pero al instante como si se estuviera abofeteando sacude la cabeza mirando nuevamente al frente. Si. Lo que me temia. Es closetero.

Ya me encargaré de cambiar eso.

—¿Hola? —digo tratando de disimular ya que se que a esta hora mamá no esta en casa—. Genial —mascullo entre dientes dejando la mochila en el recibidor.

Me saco los tenis ya que mamá odia que pisé la alfombra y más aun ya que apenas es nueva. El imita mis acciones sin decir nada y me sigue.

Busco entre mis cosas la maldita identificación pero se perfectamente donde esta. Su mirada curiosita navega por el desastre que es mi habitación. Pasa sus dedos por mi teclado y mira los dibujos pegados en el closet. Irónico.

—¿Tu los dibujaste? —le contesto que si y esta vez sonríe ampliamente mirándolos con detenimiento—. Son buenos.

—Gracias

—Son divertidos —vuelve a decir sin dejar de verlos.

—¿Lo crees? —afirma con un sonidito, la cajetilla de cigarros que compre ayer esta sobre la cómoda. La tomo y miró a Temo, ¿fumara?. Todo chico en la adolescencia alguna vez lo a probado asi que perfecto—. Aqui esta.

—¿Lo encontraste? —pregunta girándose hacia mi.

—No pero... —levanto el cigarros y una sonrisa de lado aparece en su rostro.

21: 21 •| Aristemo |•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora