Fui de las personas que siempre temieron arriesgarse, de aquellas que siempre se refugiaron en la comodidad. Mis noches eran una tortura, inundaba mi mente con la pregunta de siempre: "¿Qué hubiese sido si...?".
Mis sonrisas eran "artificiales", muy difícil que me alegre realmente. Siempre perdí, siempre fui lo peor, lo que todos dejaban para el final. Sentía que nadie se acordaba de mi. Nunca conocí en carne propia lo que es ser importante para alguien. No tuve la fascinante experiencia de conocer un ser que se preocupe por mi, ser el motivo de su llanto de felicidad, que me piense al sentir un olor o escuchar una canción, que no se vaya cuando más la necesite. Fue un pensamiento aplicable a cualquier relación que hubo en mi vida.
Dicen que las personas necesitamos a alguien. Alguien que nos salve.
Fue en mayo cuando decidí hablarle a esa chica. Desde ese momento me enamoré de ella, pienso todo el maldito día en su hermosa cara y lo bien que me hace sentir.
Puedo decir orgullosamente que no es un amor de verano, que lo que siento por ella es muy real.
Para muchos es una exageración todo lo que sacrifico y doy, pero a mi me hace muy feliz dar hasta lo que no tengo por esta persona.
Amo cada parte de ella. Es hermosa cuando se maquilla, es hermosa cuando no lo hace, es hermosa cuando recién se despierta y es hermosa después de llorar. Juro que es imposible encontrar alguien o algo que la iguale.
Me transforma en un loco, logra sacarme todo aquello que me guardo por miedo o vergüenza. Eso es lo que más me gusta de ella, me da un espacio donde puedo ser yo mismo. Una chica que no muestra lo que no es, que no le importa lo que los demás piensen. Una adolescente que no busca ser el centro de atención.
Lo que siento no puede ser escrito, pero puedo dar una idea de lo que me pasa. Esto es una constancia de cuán influyente fue, es y será en mi vida este ser.
Sos la persona que me salvó.
Muchas gracias, Lucía.
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Lucía
RomanceNo es una novela romántica, es una realidad. Sentimientos tatuados en la pantalla. Experiencias nunca antes vividas. Un comprobante o mejor dicho una constancia de que yo también atravesé eso que llaman AMOR.