Sherlock Holmes

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Sherlock Holmes no puede defenderse.

Sherlock Holmes se ha quedado callado después de ese argumento.

Sherlock Holmes desde luego que está asombrado. Pues claro, Sherlock Holmes realmente no sabe cómo se ve cuando su amigo John Watson no lo ve.

Sin embargo, Sherlock Holmes no siente que realmente se vea triste. Porque Sherlock Holmes no está triste. No. Sherlock Holmes está desesperado, y eso claro, es algo de lo que Sherlock Holmes está muy consciente.

Desde luego, la afirmación de Molly Hopper está equivocada y si Sherlock Holmes no puede defenderse es porque creía que absolutamente nadie podía, al menos, leer alguna emoción en su rostro. Porque solo John Watson puede leer emociones en el rostro de Sherlock Holmes. Más eso no interesa ahora.

En realidad, no es que Sherlock Holmes le quite importancia, porque es importante, más bien es que Sherlock Holmes quiere concentrarse en su desesperación. Porque Sherlock Holmes es un hombre inteligente y aun a pesar de eso no tiene idea de lo que le pasa. Sherlock Holmes sabe que el sentimiento que lo posee cada vez que termina un caso es desesperación, eso Sherlock Holmes lo tiene más que claro.

Lo que Sherlock Holmes no entiende es el porqué. Por qué en vez de que Sherlock Holmes se sienta completo y feliz al terminar un caso esa sensación de querer hacer algo más le invade, es algo que realmente Sherlock Holmes, un hombre inteligente, quiere saber ya. Y es que por más que Sherlock Holmes lo piensa no tiene sentido su sentir. Es decir, al terminar un caso Sherlock Holmes y su gran amigo John Watson toman un taxi que los deja en frente del departamento de dos plantas que ambos comparten.

Todo es tan normal. Siempre en el camino de regreso John Watson no deja de hablar y glorificar a Sherlock Holmes por su excelente trabajo. Hasta ahí Sherlock Holmes se siente bien y se siente mejor al saber de la gran admiración que John Watson le tiene. Pero cuando Sherlock Holmes y John Watson entran a la sala esa apremiante sensación comienza a llenar el cuerpo de Sherlock Holmes. Justo en ese momento, en el que John Watson se calla y comienza a transcribir las notas que antes tomó, en ese momento en el que John Watson se olvida de Sherlock Holmes y pone toda su atención en la computadora, ahí es cuando la desesperación comienza.

Sherlock Holmes no sabe si en estos momentos se ve triste. Porque Sherlock Holmes solo piensa en John Watson y en toda la atención que le pone. Pero luego nada. Sherlock Holmes no tiene un rostro de tristeza porque solo tiene pensamientos de John Watson glorificándolo y luego un paro repentino y abrupto de eso. Sherlock Holmes no cree que la nula atención que John Watson tiene para con él sea la razón de su desesperación. Y Sherlock Holmes se convence de ello al decirse lo estúpido que eso suena. Porque claro, Sherlock Holmes no depende emocionalmente de John Watson, sí, a Sherlock Holmes le gusta que John Watson le preste atención, pero es solo porque en toda su vida no muchas personas apreciaron como se debía a su arte, a su ciencia.

Pero si no es eso, entonces ¿por qué Sherlock Holmes no puede más que pensar en eso ante la propuesta de Molly Hopper sobre su aura de tristeza? Porque es eso en lo que Sherlock Holmes piensa mientras automáticamente hace las respectivas pruebas necesarias para resolver el caso. Bien entonces, ya que no hay alguna otra cosa que esté en la medida coherente de los hechos, Sherlock Holmes mira con buenos ojos que realmente es John Watson la causa de su desesperación, y esto es nada más porque John Watson está cerca de Sherlock Holmes, por lo tanto en cuanto Sherlock Holmes encuentre el cómo deshacerse de ese sentimiento, muy molesto, tendrá a John Watson para solucionarlo.

Solución, en medio segundo es ahora lo que ocupa la mente de Sherlock Holmes. Al menos Sherlock Holmes ya tiene un punto; John Watson deja de prestarle atención. Sí, Sherlock Holmes jamás había tenido esa animada admiración de alguna otra persona... excepto de Molly Hopper. ¡Claro!... ¿Por qué si Molly Hopper deja de ponerle atención a Sherlock Holmes simplemente le da igual? Molly Hopper es una gran persona, no una buena asistente, pero es considerada y una gran compañera, le cae bien a todo el mundo y a pesar de eso... ¿Qué tiene John Watson que no tenga Molly Hopper? Obviando lo obvio, Sherlock Holmes piensa que John Watson es su único amigo, es un gran compañero de habitaciones y tiene unos hermosos ojos verde pasto. Sherlock Holmes se siente extraño.

A Sherlock Holmes le tomó tres punto tres segundos el ponerle nombre a esa sensación que se apoderó de su cuerpo nada más pensar en los bonitos ojos verdes pasto de John Watson. La desesperación vuelve. Sherlock Holmes no entiende porqué pensar en la lisa y suave piel de Molly Hopper no tiene efecto alguno sobre él. Y entonces Sherlock Holmes experimenta; Sherlock Holmes piensa en las marcas sobre la piel de las manos y los brazos de John Watson, Sherlock Holmes piensa en el rubio cobrizo de los suaves cabellos de John Watson. La desesperación aparece. Sherlock Holmes piensa en el bien peinado cabello castaño y brillante de Molly Hopper, piensa en lo bien que se ven sus labios con ese color rosado natural; pero no pasa nada, en cambio, cuando Sherlock Holmes cierra los ojos para recordar vivamente el olor miel que desprende la piel de John Watson gracias a su jabón; aparece de inmediato la desesperación.

Pero ahora, aún más fuerte, es tan fuerte que Sherlock Holmes no tiene otro remedio que cambiarle de nombre. Sherlock Holmes ahora sabe que es frustración. Pero ¿frustración de qué? Se pregunta repetidamente Sherlock Holmes. Nueva lista; Sherlock Holmes se frustra al no tener la atención de Watson todo el tiempo sobre él; Sherlock Holmes se frustra al recordar los bonitos ojos verde pasto de John Watson y pasa lo mismo cuando piensa en su cabello y el olor de su piel; Sherlock Holmes no siente nada cuando recuerda algo referente a Molly Hopper. Si tan solo John Watson no fuera la fuente de problemas de Sherlock Holmes, Sherlock Holmes ya habría ido a preguntarle de qué trata esto que siente. Pero de pronto una luz llega al inteligente cerebro de Sherlock Holmes; ¿Qué sensación es la única que Sherlock Holmes jamás ha experimentado y por lo tanto no tiene nada para identificarla? Tan simple. Tan obvio. Tan imposiblemente confuso.

Si tan solo Sherlock Holmes lo hubiera sabido antes habría dejado su desesperación en donde estaba. Porque Sherlock Holmes sabe ahora que la desesperación de antes es mejor a este cúmulo de químicos que hacen fiesta sin paro alguno en su cabeza. Sherlock Holmes se siente tan feliz y tan capaz de tocar el cielo que al mismo tiempo se siente estúpido por pensar que realmente puede hacerlo, y sin embargo también tiene miedo, Sherlock Holmes tiene miedo al saber que realmente es posible. Porque todo esto es tan nuevo para Sherlock Holmes que el miedo no es sino una pequeña parte de todas las emociones que van desde su cerebro que pasan por su centro del dolor, se sumergen en sus pulmones, recorren su aparato respiratorio y tan ilógico como eso se escucha, llega hasta su corazón. Sí, Sherlock Holmes hubiera preferido su desesperación acompañada de sus pensamientos limpios y razonamiento puro, a esto que ahora solo le marea y le hace pensar cosas que jamás pudo imaginar.

Pero ya es algo tarde, se recrimina Sherlock Holmes, ya no hay marcha atrás, se regaña Sherlock Holmes, ya no hay nada que hacer, se convence Sherlock Holmes. Ahora Sherlock Holmes sabe que tiene que hacer algo para que la frustración se vaya, Sherlock Holmes no puede imaginarse qué, pero tiene una idea. Lo único que Sherlock Holmes sabe es que no tenía planeado hacer algo tan rápido. Pero Sherlock Holmes no encuentra otra opción al tener a John Watson así frente a él, así, con los bonitos ojos verde pasto de John Watson mirándolo fijamente, así, con su piel cubierta de ese olor a miel. Sherlock Holmes no encuentra otra opción y hace lo que desde que tiene memoria, no hace. Sherlock Holmes se deja llevar por sus instintos. Sherlock Holmes deja sus instintos libres y se sorprende al darse cuenta de que no es tan malo. No lo es si está con John Watson.

A Sherlock Holmes le gusta lo que sus instintos hacen, porque los instintos de Sherlock Holmes hacen que Sherlock Holmes se sienta bien. Sherlock Holmes le agradece a sus instintos esta sensación, Sherlock Holmes sabe que de ahora en adelante la boca de John Watson será siempre con lo que quiera despertar todas las mañanas. Desde luego claro, Sherlock Holmes no se queja cuando sus instintos van más allá de un beso, Sherlock Holmes no se queja porque realmente se siente bien. El tener a John Watson entre sus brazos, sonrojado y con el pulso tan acelerado como el de Sherlock Holmes, hace que Sherlock Holmes pueda sentir nuevamente esa felicidad que no tenía ante la conclusión de sus casos.

Sherlock Holmes no detendrá a sus instintos porque realmente hacen que Sherlock Holmes sienta bien.

Sherlock Holmes no detendrá a sus intentos porque sabe que John Watson se siente tan bien como él.

Sherlock Holmes decide que de ahora en más, dejará libre a sus instintos siempre y cuando él y John Watson sean los únicos en la habitación...

... Porque realmente, sinceramente, se siente muy bien...

Molly HooperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora