¡Navidad está a la vuelta de la esquina!
▶️ Una serie de One-shot's Todochako / Minachako
▶️ Con temáticas navideñas dadas por la editorial GreatHeroes
[✓] Obra concursando en la editorial @TeamGreatHeroes
[✓] Shoto Todoroki & Ochako Uraraka
[✓] M...
✗Anime: Boku No Hero Academia ✗Shipp: Todochako ✗Transtorno: El amor es un transtorno necesario para vivir
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Llegó cansado a casa –como siempre–, revolvió sus cabellos heterocromáticos y decidió preparar café. Colocó una taza frente a él, se sentó y bebió de la suya, miró fijamente al frente.
Sabe que nacer a partir de un molde roto era duro, era difícil sobrevivir. Pero aún así, ella le había jurado estar siempre con él, le había jurado amarlo por siempre, le había jurado protegerlo... ¿Por qué lo había abandonado en el infierno entonces? Se habían prometido crecer juntos ¿A caso las promesas no eran reales?
El cabello chocolate brilla contra la luz del otoño naranjo, el aroma a cafeína cargada invade su sistema respiratorio, el chocolate de su mirada se inyecta en sus venas; y después, desaparece.
Le prometió siempre estar apoyándolo ¿¡Entonces, por qué está plagado de dolor circulando por sus venas!? ¿Por qué?
Le juró que serían uno, pero ni siquiera se dignó a terminar de conocerlo.
Todoroki Shoto no lo entiende ¿Acaso no lo amaba lo suficiente? Ella prometió secar sus lágrimas cuando lloraba contra la almohada en su cuarto, prometió siempre correr a rescatarlo, pero, seguro que las cicatrices eran más importantes.
Ochako le prometió que nunca más volvería a intentarlo, pero él en el fondo sabía que lo volvería a hacer, y aún así se lo negaba rotundamente y se obligaba a creer en su promesa. ¿Cómo es que ella pudo?
—¿Por qué me dejaste? —apretó los dientes tratando de contener lo que sentía. Lanzó la taza de enfrente con fuerza, creando un estruendo y regando el líquido obscuro en todas partes, acompañado por pedazos de vidrio.
La Ochako que reconstruyó con los maravillosos recuerdos que le había dejado: con las estrellas gravitatorias que había impregnado en su corazón, con esa galaxia cálida, con esa constelación perfecta en forma de sonrisa, con esa mirada de estrellas fugaces, con cabello de chocolate y corazón de caramelo; la odia, la odia con todas sus fuerzas, la repudia y detesta. ¿Cómo lo pudo dejar en el infierno?
—¿Por qué siento que perdí algo que nunca tuve? —gruñó secando sus lágrimas y salió de la cocina.
Le había prometido estar con él cuando lograra alcanzar sus metas. Sabía que el frío la tenía presa, podía verlo en su galaxia que se apagaba poco a poco, al igual que en su mirada cafeína que perdía luz día con día.
Uraraka siempre le decía que estaba bien, después ella se reía dulcemente, y Shoto jamás le vió lo divertido. ¿Acaso ella no lo entendía?
Jamás la perdonará.
Le había mentido descaradamente, la mitomanía se había apoderado de sus labios cereza. Pensó que sé sentiría mejor con el paso del tiempo, pero simplemente todo siguió creciendo más dentro de él, envenándose conforme las manecillas del reloj se movían, embriagándose mucho más con cada mierdera navidad que pasaba.
Le había mentido descaradamente; en su última conversación ella le había dicho que siempre estaría con él.
Le prometió no hacerse daño: Unas semanas después una galaxia entera había sido engullida por un agujero negro, en una puta navidad. Una jodida y mierdera navidad, y pocos días antes del natalicio de su más amada galaxia.
Estaba tirada en el suelo, con un agujero en la nuca; se había disparado en la boca. Y aún con un charco de estrellas fugaces borboña se veía hermosa. Sus ojos aún tenían cometas, que seguro se estaba derramando antes de ser engullida en el agujero.
Se tragó todas las ganas de gritar en su funeral, aúnque al final perdió contra el tornado de emociones, y gritó cuando la odiaba.
Entró a su habitación y se recostó en su cama, se volteó a un lado, aún estaba la almohada con la que ella dormía. Ojalá estuviera ahí, pero cada vez que la imagina lo único que siente es dolor.
Odia la forma en que la recuerda.
Admiró las luces navideñas desde la ventana, las lágrimas se precipitaron por su rostro. Tomó la antigua almohada de Ochako y la abrazó fuerte entre sus brazos. Jamás pudo entregarle el anillo, ni podrá, por eso terminó lanzándolo lejos junto a su corazón y todas sus fotografías, las cuales se volvieron ceniza, igual que sus días.
Le prometió siempre estar ahí. Ahora cuando él se convierta en un héroe, ella no estará ahí. Nunca la volverá a ver, y desea con todas sus fuerzas haber llegado temprano a casa ese día. Debía haber estado ahí ¡Debía haber estado ahí!
El agujero la atrapó.
Shoto hundió su rostro entre la almohada, enjugó sus lágrimas en la tela y aspiró el aroma a cafeína, se empañó de las débiles y frágiles estrellas que quedaban.
