El heredero Kim es el nuevo soberano de su reino. Un alfa perfecto con una vida perfecta e incluso un esposo perfecto al que ama demasiado.
Pero una noche todo cambia. Su dulce esposo desaparece del palacio... Y su mundo se vuelve un completo caos...
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Dicen que el amor es como encontrar el sosiego luego de una profunda guerra imparable. Dicen que el amor es como el resollar esencial luego de un ahogo oscuro. Dicen del amor que es fiel apasionado. Dicen que es amante e incluso entusiasta. Un sentimiento adorado cual vehemencia exclusiva a los dioses. En realidad dicen del amor muchas cosas. Pero es casi imposible describirlo. Es complicado. Contradictorio. Fascinante. Es el fuego vivo atrapado en tu ser. Puede ser vida o puede ser muerte. Es blanco o negro. Es un ancla atado al fondo del mar. Es seguridad e indiscutible calma. Es todo o es nada. Es poco o es mucho. Es oro o es cobre. Es amor al final de cuentas: Fuego sobre llamas. Grana sobre blanco. Amarillo sobre azul. Pinceladas claras pero oscuras. Profundas pero superficiales. Visibles pero invisibles. Es romance. Es afecto. Es... dolor.
Pausado. Tardo. Con los pies rastreros como anima condenada a un sufrir eterno. Como cuerpo olvidado en un periplo doloroso. En un itinerario aflictivo que lo mantienen preso de sus propias angustias. De sus propios ahogos e impacientes encierros. De sus tragedias e inestables anhelos. Es calmado. Delicado. Pero tiene miedo. Un terror enorme que lo estremece. Y entonces retrocede. Lo abandona sobre las telas suaves que reciben a su invitado. Lo acomoda entre las sabanas heladas que no van a calentarse por su tacto. Entre almohadas blandas que reciben el menudo cuerpo abatido. A la hermosa Luna que estira una mano para tocarlo pero que no es tomada nunca. A la dulce pieza que apenas puede emitir el aliento antes de que un grave "Descansa" retumbe en el cuarto... Y la puerta vuelva a cerrarse con desosiego.
Soledad. Penumbras. Desamparo. La delicada mano cae sobre sobre sus muslos. Los dedos aprietan las telas rosas que lo cubren. Y la primera lagrima resbala por la tersa piel de su rostro. Como piedra cristalina de vidrio que golpea contra las sabanas heladas a su alrededor. Como llanto puro del Nilo. Como tristeza confusa que lo aturde. Tristeza que lo atrapa con desconsuelo. Tristeza que lo envuelve con sufrimiento. Y entonces sus labios en una breve mueca tiemblan frustrados. Se encogen cual flor nocturna de loto temerosa del sol. Cual anochecer cohibido e inseguro. Cual dolor culpable. Cual lobo arrepentido.
Es helado. Se congela. Se contrae. Sus pies descalzos se adormecen e inevitablemente tiemblan. Entonces inevitablemente se permite absorber por el manto suave de un nido solitario. Los sollozos empiezan. Y de sus labios temblorosos apenas salen gimoteos lastimeros. Arde. Es caliente e incluso sofocante. Su lobo ha lanzado un aullido lastimero. Hiere. Lo ahoga en calor. Su lobo rasga en su pecho. Se humedece e incluso empieza a prepararse. Su lobo exige. Su lobo llama a su amado.
El aroma dulce explota en el cuarto. Y entonces con una mano suave sobre el apenas perceptible vientre susurra.
—A-Alfa.
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