Capítulo 3

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  • Dedicado a Anazaida
                                    

Llegué al aula de 3ro y los alumnos me trataban igual que siempre, mal, mal, muy mal. Se podría decir que me hacían Bullying, lo cual era raro porque yo era el profesor.. o algo así.

- ¡Me tienen harto con su actitud de niños de primer grado, pueden portarse como chicos de quince años! -Grité, lo cual me dolió hasta a mi.

- TENEMOS CATORCE -Gritó alguien de al fondo, lo que me hizo enojar más.

- Muy bien, niños de "catorce", como son tan grandes les dejare una tareita divertida -Lo dije con el tono mas estúpido del mundo, o al menos más de lo normal.

Todos empezaron a reír, creo que sabían que yo no seria tan malo de dejarles una tarea tan difícil. Y si lo hacia, sé que no la harían.

Después me tocaba clase con 2do así que fui al aula y me puse a revisar los cuadernos y libros. Pero de repente un paquete de galleta estrello muy fuerte contra la pared donde me encontraba. Rápidamente busque con la mirada al responsable y me encontré con una mirada de maldad y travesura.

Camille.

Desde que entre a esta escuela ella se encargo de hacer mi vida imposible. Ella envenena mi comida -Literalmente- me da comida podrida o comida que paso por todo el suelo y basurero, no sé porque aun sigo comiendo lo que me da, creo que después de todo si soy bien mongolo.

Y lo peor es que ella no actuaba sola, tiene un compañero de bromas. Tobías.

Si, si, ya sé, él es Divergente y no puede ser controlado.

- Señorita Camille, salga afuera por favor. -Dije. Claro que después de que me diera cuenta de que fue torpe porque se sobreentendía que tendría que salir afuera, aunque yo salgo adentro, soy tan normal.

- No, afuera hace frío y tengo sueño. -Dijo, claramente burlándose de mi.

- Bien, entonces tráigame su agenda.

- Se la comió mi perro. -Dijo al instante.

Oh. Eso tiene mas sentido.

- ¿De verdad? Ay, pobrecita. Ten, toma dinero y cómprate otra -Dije mientras estiraba mi mano con las únicas monedas que tenia para mi pan con pollo y mi combi.

Por alguna extraña razón el salón entero empezó a aguantarse las risas. Pero bueno, son chicos, no son tan inteligentes como yo.

¿Que como lo sé? Fácil, hice un test, mi nivel de inteligencia es de cinco en un millón y uno en matemática. ¿Envidia? Ya lo creo.

Por alguna razón me acorde que a mis diez años mi mami me mando al colegio caminando, era una hora de caminata, pero ella dijo algo sobre que no valía la pena desperdiciar dinero en mi o algo así. Mi madre siempre tan económica y considerada.

Saliendo del trabajo decidí ir a la farmacia a hablar con Anazaida. Hoy seria el día en que me armaría de valor y la invitaría a salir.

Ya no podía seguir separado de ella. La amaba demasiado.

Al llegar a la puerta de la farmacia vi una escena que hizo que mi corazón se rompiera en mil pedazos.

Anazaida hablaba otro hombre que no era yo, ¡YO NO ERA ESE HOMBRE! Era..

El panadero.

Anazaida jugaba con mi corazón y me engañaba con el panadero.

Pero.. ¿Que tiene el que no tengo yo? Digo, ¿Acaso no ha visto mis hermosos granos? Aunque ahora que lo recuerdo no puede haberlos visto, ya que cada mañana me agrego cinco kilos de "Asepxia Camuflage" en un cachete y dos en el otro.

50 Granos de MayorgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora