Capítulo 20 I ¿Dónde estaba tu corazón?

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Sentir que nos falta algo en la vida a menudo es banal e insignificante. Las cosas que nos faltan solo lo hacen porque pensamos que lo necesitamos pero las personas... ¿cómo sobrevivimos a eso? A la falta de alguien que nos a tocado el alma y tiene un hueco en nuestros corazones. Que dice: "me importas y no quiero que algo te ocurra."

¿Cómo? La respuesta es: no lo hacemos.

Y esta bien, porque hacerlo significaría olvidar a esa persona y cuando alguien te a tocado así, se vuelve parte de nosotros; de eso se trata el amor.

Kushina lo sabía. Lo supo desde el instante en el que deseó ser Hokage siendo a penas una chiquilla, la vida le quitaría a personas que quería en más de una ocasión y la daría algo de regreso que, tal vez, no llenaría el espacio pero haría que no se rindiera y eso ya era algo.
Por eso entendía el sentimiento de Kakashi al querer evitar una catástrofe. Por eso entendía el sentir de Rin al intentar ayudar a su marido.

Para eso fueron entrenados, para correr hacia el peligro.

Y por eso ahora que ambos jóvenes estaban de pie frente a ella no podía sentir coraje o dolor, ni tristeza o rencor, solo podía sentir paz y alegría de volverlos a ver.
La pelirroja corre a abrazarlos y llora al tener a sus hijos cerca nuevamente.

—Los extrañé mucho.

—Y nosotros a usted, Kushina'san. —respondió Rin que también se a dejado ir por el llanto.

Se separó de ellos, tratando de grabar en su mente esa imagen de ellos dos, juntos, felices.

—Creiamos que estaría molesta. —murmuró Kakashi, parecía eapsdar algo.

—No, no lo estoy en absoluto, —negó con la cabeza rápidamente— porque se que habría hecho lo mismo en su lugar.

Los jóvenes la miraron extrañados.

—Yo también soy una ninja, ¿lo olvidan? —dijo orgullosa— Se que solo intentaban protegernos a todos, a la Aldea, a Sakumo y... lamento no haber sido de utilidad en esos momentos.

La Uzumaki sonreía abiertamente, lo que contagió a los Hatake.

—Pero supongo que eso ya no importa, —suspiró— lo que sí puedo hacer es prometerles esto: que daré hasta mi último aliento por su hijo como ustedes lo hicieron por nosotros.

—Sabiamos que Sakumo estaría en buenas manos. —susurró Rin— Por eso pudimos irnos en paz.

—Lamentamos el dolor que hemos causado. —murmuró Kakashi con una sonrisa avergonzada—, y nos alegra que lo entienda.

—Me dolió en el alma perderlos, porque los quiero tanto.

De nueva cuenta los abrazo con fuerza, aguantando las lágrimas.

—Ha sido bastante duro ver todo lo que han sufrido, —dijo Rin— no creímos que nuestra muerte fuera a impactar tanto.

¿Cómo podían decir aquello? Si con  cada paso que habían dado en el mundo dejaron un pedazo de su alma, se incrustaron en los cimientos del planeta y aunque ellos no estén, aunque todos con los que han hablado se vayan; seguirán ahí: en las flores, en el viento, en las risas de los hijos por venir y en las enseñanzas que dejaron.

¿Cómo podían decir aquello? Si hasta su más simple acto significó algo.

Rin tomó una de sus manos y Kakashi la otra, él, con una bella sonrisa se acercó y le plantó un beso en la mejilla antes de susurrar:

—Gracias, —a Kushina le dio un vuelco— por no dejar que perdiera el camino...

—... y por no dejar que me rindiera, —completó Rin— le debemos la felicidad que tuvimos en vida...

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