Zayn

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Éramos felices. Nos complementábamos el uno al otro. Nos amábamos.

Desde que nos vimos por primera vez quedé fascinado. Estabas ahí, incómodo. Fuera de lugar. Fuera de tu zona de confort. Me hizo gracia, aunque también sentí algo de lastima. Ahora que lo pienso estoy agradecido porque decidieras salir de la rutina un día, sino quizás nunca nos habríamos conocido.

Era un chico algo rebelde. No porque mi personalidad fuera así. Tú mejor que nadie lo sabes. Solo necesitaba encajar en algún sitio. Siempre me había costado hacer amigos, y me propuse ser menos tímido cuando cambié de escuela. Y lo conseguí. Hice amigos, no eran los más recomendables, pero al menos ya no estaba solo. Comencé a salir de fiesta. A beber. A fumar. Esta es una manía que aún no se me ha quitado, aún cuando sé lo mucho que odias que fume.

Fue ahí, en una fiesta, en la fiesta, donde te conocí. Harry te había obligado a ir. Le estoy muy agradecido por eso. Te había dejado solo para irse con Louis. Sí, él era uno de esos amigos pocos recomendables, pero un buen chico al fin y al cabo. Cuando te vi ahí, tan indefenso, no pude evitar acercarme a ti. No sabes lo que me costó. Aún seguía siendo el chico tímido que había dejado Bradford para mudarse a Londres.

Pasé entre la multitud de personas que se encontraban en la pista de baile. Los cuerpos sudados pegándose a mi, me sentía agobiado, pero todo fuera por conseguir algo de compañía decente. Y más si era un chico tan guapo como tú. Te preguntarás porque decidí acercarme a ti, habiendo tanta gente con la que podía hablar, bailar o incluso tener sexo. Solo fue, tú. Me atrajiste desde el momento en que te vi. Además, estaba aburrido. Sinceramente, me aburrían las fiestas, pero lo único en lo que pensaba en ese tiempo era en encajar. De una forma u otra tenía que hacerlo.

Cuando estaba a unos pasos de ti, quedé boquiabierto. De cerca eras muchísimo más guapo. Castaño, brillantes ojos marrones, sonrisa de infarto y un cuerpo que santa mierda. Todos y cada uno de tus músculos resaltaban en la ajustada camiseta que llevabas. Casi babeo cuando me fijé en tu fuerte pecho y tu marcada espalda.

De repente giraste y me viste ahí. Me sonreíste. Una sonrisa brillante y sincera, que hizo que me sonrojara hasta la punta del pelo. De repente toda la timidez que creí haber perdido volvió. Eso no impidió que te hablara. Entre tartamudeos y sonrojos me presenté. Reíste y volviste a sonreír, encantado por lo adorable que me veía, según me relataste tiempo después. El tiempo fue pasando. Salimos de la fiesta y nos sentamos en el borde de la acera, viendo los coches pasar. Segundos, minutos, horas. No sé cuanto tiempo estuvimos hablando, pero a cada palabra que salía de tus labios, más y más encantado estaba de haberme atrevido a acercarme.

Cuando por fin nos separamos esa noche, no sin antes intercambiar números, me diste un abrazo y susurraste en mi oreja que deseabas volver a verme. Y poco después nos volvimos a encontrar. Eso no quiere decir que no habláramos día y noche, porque lo hacíamos. Cada vez que me despertaba lo primero que hacia era revisar los mensajes, deseoso de encontrar uno tuyo deseándome los buenos días. Y cuando era hora de acostarse, me dormía con una enorme sonrisa plasmada en la cara, producto de las cosas tan lindas que me decías mientras nos mensajeábamos.

Pasaron los meses. Hablamos a todas horas. En cuanto uno tenía un rato libre llamaba al otro y nos pasábamos horas al teléfono, hablando, riendo y en silencio. Eso también lo hicimos. Silencios en los que solo escuchábamos la respiración del otro, hasta que uno de los dos tuviera que colgar.

Empezamos a sustituir las llamadas y los mensajes por tiempo juntos. Mucho tiempo juntos. Hacíamos cualquier cosa. Íbamos al cine, al parque, a comer, a pasear. Lo que tuviéramos ganas con tal de no separarnos.

Estuvimos tanto tiempo así. ¿Cuánto fue, Liam? ¿Seis meses? ¿Nueve? ¿Un año? No recuerdo. Solo sé que lo único que quería era estar contigo. Sin nada ni nadie que nos lo impidiera.

Cambié tanto, Li. Cambié tanto gracias a ti. Volví a ser el chico tímido y tranquilo que era. Me sonrojaba por todo, aún lo hago. Mis notas subieron. Mis padres por fin pudieron respirar, tranquilos de que volviera a ser yo. Solo que ellos no sabían la razón. Pensaban que había sentado la cabeza. Y casi fue así. Fuiste tú. Me ayudabas con mis asignaturas y me decías que si suspendía alguna te ibas a sentir triste y decepcionado, así que me esforcé. No podía permitir que te sintieras decepcionado de mí. No lo soportaría.

Y así caí. Sin darme cuenta. Sin quererlo. Me quedé pensando un día después de que me dejarás en casa y sólo... Me enamoré de ti, Liam Payne. Me enamoré como nunca antes me había enamorado de nadie. Te quería tanto. Te necesitaba tanto. Los días que no nos veíamos me los pasaba pensando en ti. Echándote de menos.

¿Cuál no sería mi sorpresa cuando confesaste, aquel día en el parque, que te gustaba? Ese día fue el más feliz de mi vida. No te respondí. Solo te abracé sin querer separarte y a los pocos minutos te contesté. 'También me gustas, Li. Mucho'. Y nos besamos. El mejor maldito beso que había recibido en mi vida. Tus labios suaves sobre los míos. Tu sabor. Dios, como amo el sabor de tus labios.

Poco después me pediste ser novios. Y todo iba genial. Se lo contamos a los chicos, estaban muy felices por nosotros. También hablamos con tu familia y con mis hermanas. Los únicos que no lo sabían eran mis padres. Sabía que no les iba a gustar. Nos querrían separar y no podía permitir eso.

Pasaron los meses y con ellos nuestra primera cita, la segunda, la tercera... Hasta que perdí la cuenta. Aún recuerdo nuestro primer 'Te quiero'. Nuestra primera vez uniéndonos en uno solo. Como te sentías contra mi piel desnuda. Fue increíble. Nuestro primer 'Te amo'.

Fueron tantas cosas, Liam. ¿Qué nos pasó?

De un día para otro nos separamos. Todavía no sé a quién culpar. Si a mis padres, a ti o a mí mismo.

Cuando se lo conté a mis padres no reaccionaron bien. Ya llevábamos tiempo juntos. Más de un año. Yaser quería separarme de ti. No quería que te volviera a ver. Mi madre sólo lloro y me pidió que te dejara. Yo me negué. No podía dejarte ir tan fácilmente. Me amenazaron con echarme de casa, pero ya era mayor de edad. Tenía derecho a tomar mis propias decisiones. Simplemente les grité que te amaba y que no te iba a dejar. Me fui de allí, directamente a tus brazos.

Me acogiste en tu casa. Estaba llorando y te preocupaste. Me preguntaste que me pasaba. No respondí. Sólo dije que te amaba y necesitaba.

Esa noche hicimos el amor lento y duro. Necesitaba saber que estabas ahí y que no me ibas a dejar. Caímos dormidos después de varios 'Te amo' y promesas. Promesas vacías. Al día siguiente sólo me dijiste que me marchara, que era mejor no volver a vernos. Lloré. Te supliqué que no me dejaras. ¿Por qué habías cambiado de parecer de la noche a la mañana? Eso me dolió mucho más que las amenazas de mi padre.

Con la cabeza gacha me vestí y me marché. Llegué a casa y le dije a mis padres que ya no estábamos juntos. Se alegraron. Me dijeron que había hecho lo correcto. Pero yo estaba roto.

Habías roto mi corazón. Estaba en tus manos y jugaste con él como te dio la gana. Te había entregado todo de mi. Absolutamente todo. Eras la persona que mejor me conocía. Conocías cada rincón de mi. Cada pensamiento, cada sentimiento, todos mis cambios de humor, mis defectos y mis virtudes. Me había entregado a ti de mil formas diferentes y no lo supiste valorar.

Desde entonces no he vuelto a ser el mismo. Volví a ser aquel chico rebelde que te habló en una fiesta porque le pareciste lindo. Volví a beber. Seguí fumando, mucho más. Mis notas bajaron drásticamente. Ahora estoy en riesgo de repetir curso en la universidad.

¿Qué pasó? ¿Qué te hizo cambiar de opinión? ¿Fue por mis padres? ¿Alguien te dijo algo? ¿Dejaste de amarme? Sólo quiero saber eso, Liam. Sólo necesito una explicación para poder seguir con mi vida. No es mucho pedir. 

Mistakes - ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora