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«Voy a besarte.»

―Niall

―¿Por qué no la llamaste? ―me preguntó Bella, indignada, cuando nos encontramos en la cafetería al mediodía.

―Porque no sé qué decirle ―respondí siendo tan honesto como pude.

Lo cierto era que había marcado el número de Jennifer para llamarla, había esperado un tono e inmediatamente me había arrepentido. ¿Qué clase de estúpido habría sido al llamarla? El peor de todos, seguro. Me gustas, Jen, y no puedo evitarlo. Era una línea tan patética que incluso a mí me daba náuseas.

―Dile la verdad, Niall―exclamó con énfasis.

―No es tan fácil ―confesé.

De repente, ella sonrió y me miró suspicazmente.

―Lo es. ―Entonces al decirlo, miró a la entrada de la cafetería y sus dientes relucieron―. ¡Jennifer! ―gritó.

Mi cuerpo se tensó y supe, sin necesidad de voltear la cabeza, que la estaba llamando.

―No eres capaz de...

Bella me señaló con su dedo índice en cuanto una sombra se proyectó a mi lado, quedé mudo.

―Niall quiere hablar contigo ―susurró, y poniéndose de pie agregó―: nos vemos luego.

La sombra a mi lado se convirtió en un cuerpo y el cuerpo en Jennifer.

En Jennifer mirándome con disgusto.

―¿Qué quieres? ―preguntó bruscamente. ¡Quiero dejar de ser un cobarde y decirte la verdad! Mi boca se selló, rehusándose a decirlo en voz alta―. No tengo ganas de perder el tiempo, ¿sabes? Quiero almorzar y... ―se estaba dando la vuelta cuando hablé.

―Almuerza conmigo ―le propuse cogiéndola de la muñeca.

¡Por Dios!, yo le había dicho eso. Ella se giró y meneó la cabeza, visiblemente enojada... ¿o confundida?

―No sé cuál es tu plan, pero no quiero ser parte de él ―masculló. Su mirada fría me confundió, y acto seguido se desprendió de mi agarre―. Mira Niall, es obvio que hay algo entre nosotros que nos está incomodando ―reconoció―. Creo que lo mejor será que lo olvidemos. Volvamos a un mes atrás, cuando no nos conocíamos, y nos alejemos ―habló serena.

Sus palabras se sintieron como miles de misiles golpeándome, aun así no me desmoroné.

―Hay varios inconvenientes ―susurré logrando que mi voz saliese constante.

―¿Cuáles?

Jennifer entornó los ojos, parecía querer irse y querer quedarse. Las dos cosas al mismo tiempo. Me apresuré a hablar antes de que se inclinara por la primera opción.

―Primero, soy un nerd ―declaré sonriendo sin saber por qué.

―No hace falta que lo digas ―acotó ella, devolviéndome la sonrisa, aunque esta vez más sincera.

―Y como nerd ―proseguí fingiendo no escucharla―, no suelo olvidar, sólo recordar. ―Soltó una risa que me hizo estremecer y se sentó frente a mí. Evidentemente se había decidido por la segunda opción―. Segundo, no te conocí hace un mes. Te he visto todos los días desde que comenzamos la preparatoria, que tú no me hayas visto es otra cosa. Y tercero... ―miré hacia mi comida, sin poder sostenerle la mirada―, no me alejo de las personas que quiero.

Ante mis últimas palabras, vi su cuerpo volverse rígido.

―Yo... no... ―balbuceó. Parecía nerviosa, en busca de palabras. Entonces se puso de pie y miró alrededor―. No debería estar aquí.

Si sus palabras anteriores habían sido como misiles, las últimas cuatro habían sido una bomba atómica. Me hundí en mi silla. Y yo no debería estar intentando decirte lo que siento, pensé. Aun así, lo estaba haciendo. La vi coger su bandeja y entonces se la quité. Ella me miró mientras la dejaba sobre la mesa, y sin dudarlo un mísero segundo más atraje a Jen hacia mí y la atrapé entre mis brazos.

Un silencio abrumador se expandió en la cafetería.

―¿Qué haces? ―cuchicheó.

La vi tragar con fuerza.

―Voy a besarte ―susurré mirando sus labios.

Pensé que ella se soltaría de mí, dándome una fuerte y merecida bofetada, dejándome en ridículo. No sucedió. En cambio, sólo la vi sonrojarse.

―Todos están mirando ―alegó.

―Y eso es lo que querías, ¿no? ―cuestioné.

Ella sacudió la cabeza a la vez que parpadeaba como saliendo de un trance.

―No, Niall. Yo... ―Su voz se quebró.

―¿Perdiste una apuesta con la perra y te obligó a besarla frente a todos? Eso me suena creíble ―oí que se jactó una voz acercándose. No despegué la mirada de Jen, pero supe a quién pertenecía aquella voz que desbordaba crueldad―. ¿Te pagó para que la beses, Niall? ―volvió a entrometerse Zayn, llegando a nuestro lado.

―No ―le respondí.

Entonces tomándola de la cintura posé mis labios sobre los de Jennifer. Al principio me fue difícil controlarme, pero rápidamente me tranquilicé y la besé con suavidad. Ella tenía la fórmula perfecta para hacerme débil. E increíblemente paciente.

Consciente de todas las miradas alrededor, dejé dos besos castos en sus labios que lograron serenarme y me alejé mordiendo su labio inferior.

Sabía que lo hecho tendría consecuencias. Y por la expresión de Jennifer, supe que no serían buenas.

Así que, adelantándome a su accionar ―o quizá evitándolo―, me fui de allí.

Estúpido NiallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora