Epílogo

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5 AÑOS DESPUÉS

«La carta que nunca imaginé escribir.»

―Jennifer

Estúpido Niall:

¿Sabes que eres el estúpido más lindo que he conocido en mi vida, cierto? Sí, creo que te lo he repetido muchas veces. Sobre todo en el último año. Pero lo tienes merecido, por afeitarte y no dejar la crema humectante en su lugar, por no bajar la tapa del inodoro cuando haces lo primero, por dejar tus libros de Popper y Althusser por todos lados, y sobre todo, por no haberme avisado antes del viaje a Olmosur para ver al segundo hijo de Greg. Eso fue mediocre de tu parte... sí, ya sé que fue hace más de tres meses, pero soy rencorosa. Lo sabes.

Nuestros días en la preparatoria te pueden dar un ejemplo... ¿recuerdas aquella vez que me hiciste la broma de que irías a la Universidad de Belmonte? Me enojé y no te hablé por tres semanas. Y en la universidad, la vez que fingiste estar enfermo para que me quedara en la fraternidad contigo. Cuando lo descubrí pasé más de un mes sin hablarte.

Pero aun así, estoy tan agradecida de haberte tenido.

Creo que de no ser por Aaron (¿lo recuerdas?, el bravucón de la prepa) y su broma del libro robado, nunca te hubiera dicho una palabra, ni hubiera visto tus hermosos ojos... sí, esos que lograron enamorarme a los diecisiete años y los que veo cada mañana cuando despierto.

Soy afortunada, la psicóloga más perra y afortunada de Castacana. O como dirían mis abuelos: una angelical nieta que tuvo la suerte de encontrar a un muchacho como Horan.

Quiero que sepas que cada día que paso contigo es un sueño hecho realidad. Eres la persona que siempre soñé, como un personaje de los libros de Nicholas Sparks. Incluso mejor.

Espero que te guste el regalo, te lo debía desde hacía varios años (si no te gusta puedes cambiarlo por el disco de Justin Bieber, aún quedan copias en las viejas tiendas de la ciudad).

Con amor, tu esposa.

P.D: Feliz primer aniversario de casados.

P.D2: La cigüeña está en camino...

Doblé la carta en dos y la metí en un sobre.

Y cuando terminé de ponerle el moño a la bolsa de regalo donde había metido el suéter de Mickey Mouse, guardé la carta allí y agregué la foto donde salíamos ambos dando el sí en el altar. Sonreí.

¿Quién iba a decir que acabaría casada con el nerd de Castacana?

Sentí una cola de gato acariciando mis pantorrillas desnudas y bajé la vista.

Sí, quizá sólo Cleo podría haberlo imaginado.

Estúpido NiallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora