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«Mi nombre es Jennifer Whitney y acabo de conocer a un chico lindo.»

―Jennifer

Hacía dos semanas, tres horas y cinco minutos, Niall me había besado. A la vista de todos los estudiantes en la cafetería. Y sin lucir siquiera avergonzado.

Ese había sido mi plan... que me besara.

Lamentablemente, ese mismo plan no había resultado como yo lo había previsto. Y las consecuencias no me gustaban. Niall no había sido proclamado el nerd más estúpido por haberme besado, en cambio, todos lo miraban con lástima. Yo seguía siendo la perra porque, a pesar del «no» de Niall a Zayn antes de besarme, nadie creía que ese acto lo hubiese hecho voluntariamente. Ni siquiera yo. Es decir, sabía que él lo había hecho para dejarme bien a los ojos de todos... como una víctima. Igualmente, nadie le creyó.

Para mi sorpresa, el periódico escolar no publicó siquiera una nota diminuta de lo ocurrido entre Niall y yo. Ni en la sección de «rumores rosados» ni en la de «¡último momento!».

Y como para confirmar que toda la escena del beso había sido imaginada por mí, y que en realidad nunca había ocurrido, Niall parecía no prestarme atención. No me dirigía la palabra, no se acercaba a más de dos metros de mí... y tampoco me miraba de reojo.

Me sentí estúpida cuando, días después de aquel beso, me di cuenta que yo pasaba cada segundo en las clases que compartíamos buscando su mirada. ¿Por qué él me estaba ignorando? Sí, quizá podría preguntárselo. Pero no me atrevía, él lo había dejado bien claro cuando me había besado en la cafetería y se había ido a toda prisa: me despreciaba. ¡Y maldito fuese el momento en que yo me había quedado de pie paralizada en vez de haber salido corriendo detrás de él a exigirle una explicación! Si aunque sea me hubiese dicho que me odiaba, que quería alejarse de mí, que yo era una perra, yo no estaría tan inquieta y desesperadamente buscando una respuesta.

Una respuesta que en realidad ya la sabía, pero no quería aceptarla aún.

La había descubierto tan repentinamente que aún me costaba asimilarla. Porque cuando cerraba los ojos no podía dejar de ver un rostro anguloso, con cejas indefinidas, unos pequeños ojos azules escondidos detrás de unas gafas con marco negro y esos labios... Y juro que en ese momento sentí una punzada en mi pecho y mi estómago se estrujó cuando algo cosquilleó allí dentro.

¿Cómo pude enamorarme de Niall Horan?

Esa pregunta no tenía respuesta.

―Y recuerden que la próxima clase hay examen. Lean la novela porque las páginas no se meterán en sus cabecitas, ¿entendido? Oh, y olvidaba contarles... hace tres días me enteré que seré abuela y ya tengo el nombre pensado. Si es niña será Suzanne como la escritora de «Los juegos del hambre» y si es niño será John como el escritor del best seller «Bajo la misma estrella» ―completó la señora Green, profesora de Literatura, haciendo que todos rieran―. Que tengan un divertido fin de semana, adiós ―añadió cogiendo su maletín y saliendo del salón.

Rejunté mis cuadernos y lápices de mala manera, sin levantar la mirada, y me apresuré en salir. Había avanzado dos pasos cuando choqué con un cuerpo. Alcé la vista y sentí unas enormes ganas de salir corriendo, en cambio, sólo suspiré.

―Lo siento, no te vi ―me disculpé, sosteniéndole la mirada a Niall.

Sus ojos no parpadearon.

Él me miró por unos escasos segundos y asintió sin parecer afectado, dándose la vuelta y saliendo del salón. Odiaba admitirlo, pero me dolía que Niall actuase como si no me conociera, o peor, como si no existiera. Hice un mohín y caminé a mi casillero con los ojos ardiendo y un incómodo nudo en la garganta.

Estúpido NiallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora