La mirada llena de dolor de Danger la hizo sentir una agonía terrible.
Sus lágrimas se deslizaron por su rostro hasta caer por su cuello, no podía evitar llorar, no al ver lo que le estaban haciendo por su culpa.
—Dime que tu no me trajiste aquí para que ellos me capturaran —pidió Danger con voz mortificada—. Solo voy a creer en ti, dime que ellos te siguieron y...
—No —se esforzó por decir sin que su voz temblara pese a sus lágrimas—, ellos vinieron porque yo se los pedí, una bestia como tu merece estar encerrada.
Eso último que murmuró Frank le había dicho que debía decirlo y le había costado como nada, ella entendía el peso de esas palabras.
—Hora de irnos, bestia —dijo Frank con diversión.
Pero Danger no podía apartar la mirada de ella, el dolor, la rabia y la decepción que vio en sus ojos se quedaría para siempre tallada a fuego en su ser.
Recordándole lo que le había causado a quien ella creía su principe azul.*
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Verlo mirarla como si ella no lo hubiera traicionado años atrás la aliviaba pero también la confundía de sobremanera, no lo entendía.
Aunque por otro lado eso no le importaba demasiado, era como si despertara por fin de un largo sueño verlo ahí parado mirándola con una sonrisa que haría a cualquier chica suspirar, ella incluida.
—No puedo creerlo.
—¿El qué? ¿Qué esté fuera de mi hábitat natural o el verme ante ti?
Para ella no pasó desapercibida esa palabra que utilizó par referirse a su hogar, como si él fuera un animal.
Aquello le dolió pero bien se lo merecía o eso era lo que debía creer él, a sus quince años había salvado a su padre de una muerte segura pero con ello había condenado a su Danger.
—Yo... Dios, no puedo creer que vuelva a verte.
Él sonrió con una arrogancia que cuando niño no había poseído y esto confundió a Mariana sin embargo ella no dejó que lo notara.
—Casualidad o destino, a muchos les gusta llamarlo por alguna de las dos cosas, yo por mi parte lo llamo suerte, bendita sea la mía por volver a ver esos ojos que me hacían caer de rodillas ante ti —su ronca voz y el susurro de sus palabras la hicieron erizar al mismo tiempo que una revolución se formaba en su vientre a la vez que Dangerous giraba entorno a ella sin apartar su mirada cazadora de ella.
¿Desde cuando Dangerous era un seductor?
No se parecía nada al chico de catorce años del que estaba embelesada.
Pese a su cambio drástico ella estaba sintiendo algo inimaginable en su cuerpo por su cercanía, algo que no le había pasado con ningún otro hombre.
—Danger, yo pensé que tu...
Me odiarías.
Quiso decir pero él no la dejó terminar de hablar.
—Aunque eso pasó hace mucho tiempo, las cosas han cambiado, tanto como mis sentimientos y pensamientos.
Sobretodo lo último, porque desde que había visto a Mariana ahí no había podido dejar de imaginarla sobre él siendo poseída una y otra vez por su miembro el cual lo estaba delatando en esos momentos así que decidió sentarse en la mesa donde había estado el hijo de perra que se había atrevido a tocarla.
Por un instante casi pierde la cabeza al ver como ese imbécil la golpeó sin embargo decidió calmarse pues no quería llamar la atención a los humanos que estaban en el lugar.
Apretó la mandíbula con rabia por aquello que le hacía sentir esa bruja con el cuerpo de una sirena.
Los años habían pasado y su cuerpo se convirtió en el de una mujer sumamente irresistible.
Pero él obtendría su venganza y se olvidaría de ella para siempre.
— ¿Pasa algo Annie? —gruñó Sundown llegando al lado de ella nuevamente sin apartar su mirada fulminante del rostro de Dangerous.
—No realmente, Sundown, Annie ¿Podrías traerme una cerveza?
Mariana no pudo más que asentir bajo la incrédula mirada de Sundown quien apenas se daba cuenta quien era realmente el hombre sentado en la mesa.
Se apartó en silencio yendo por su pedido mientras algo extraño se retorcía en su interior.
¿Por qué se había sentido tan decepcionada cuando Dangerous había dicho que sus sentimientos habían cambiado?
Era una estúpida.
¿Qué creía? ¿Qué un hombre como él estaría solo?
La mera mención era ridícula.
Pero no por ello dolía menos.
Por lo menos le quedaba el consuelo de que después de esa noche no vería más a Danger pues él no volvería a un lugar donde ella estaría siempre.
O eso era lo que ella creía.Gracias por leer.
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Saludos desde Venezuela♥