La luz del sol había comenzando a entrar por los ventanales de la pequeña habitación despertando a la persona qué estaba sobre la cama.
— Mamá —soltó una pequeña risa a penas escuchó el quejido lastimero de su pequeño ángel, le amaba demasiado pero era hora de ir a la escuela.
Ladeó la cabeza y le sonrió a su bebé para encaminarse hasta la mullida cama dónde adorablemente despeino los cabellos del pequeño infante.
— Hora de levantarse, ángel. Tienes qué ir al instituto —canturreó alegremente para ver qué su pequeño castaño asentía con un adorable puchero.
Y así otra mañana comenzó...
Su padre le miró con cansancio y él sólo pudo bufar en descontentó — Deberías de aceptar qué tú flamante esposo no puede concebir, o no quiere hacerlo contigo —de inmediato le rugió al hombre qué estaba sentado en su sofá, quién no pareció intimidado a penas le escuchó.
— Tae es mí esposo, te guste o no —dejo el bolígrafo en la mesa y cerró brevemente los ojos, por desgracia su padre tenía razón, habían pasado seis años desde su matrimonio y no habían podido concebir un heredero, incluso los medios estaban sospechando sobre el porqué Taehyung no había quedado en cinta.
— Sí por mí fuera no te presionaría en lo absoluto, sin embargo, las empresas Park necesitan un heredero, a ésta edad tú ya comenzabas a entender los asuntos además tú madre... Merece conocer a su nieto Jimin, sabes qué no le queda demasiado tiempo —las últimas palabras del hombre sonaron desesperadas, su esposa estaba muriendo.
Él sabía, sabía qué a su madre no le quedaba demasiado tiempo, no había ya nada qué hacer, ése fue el diagnóstico médico, soltó un suspiró y sabía qué sí lo decía todo su mundo cambiaría.
— De hecho... Soy padre y ustedes abuelos —y lo sabía, por la mirada qué le dio su padre, lo sabía... Nada volvería a ser igual.
Sostuvo la sombrilla mientras mordía su labio haciendo pucheros, estaba lloviendo y no quería qué su pequeño nene enfermará, el pronóstico del clima había mencionado sol, no lluvia, soltó un bufido y entonces la gran puerta fue abierta por una de las profesoras.
Estiró el cuello en busca de su ángel y entonces lo vio, sin esperar demasiado caminó hasta éste, más sin embargo, chocó con una muralla, trastabilló y sabía qué caería al suelo, sólo qué una mano cálida le sostuvo atrayéndole a su torso, olía bien, a frutas, a pasto recién cortado y quizá por eso sus mejillas se colorearon de un rojo intenso.
— Mamá —sin ver al extraño ladeó la cabeza y admiró a Chenle, su ángel fruncía el ceño mirando la escena y cayó en cuenta, estaba abrazándose a un desconocido, de inmediato se soltó y miró a la persona delante suyo.
Vaya, ahora comprendía porqué las mujeres suspiraban por hombres atractivos y es qué él era jodidamente un Dios, sus cabellos castaños caían de una manera en qué te haría temblar, sus ojos miel y su piel dorada, sus grandes manos qué de cierta manera aún sostenían sus caderas.
Podía sentir lo caliente en sus mejillas, el desconocido le sonrió suavemente — ¿Te encuentras bien? —preguntó sin apartar su mirada de él en ningún momento, balbuceó algunas palabras antes de qué Chenle caminará hasta él y sujetará su mano tirando de ella para caminar, miró a su hijo pestañeando repetidas veces.
— Bebé —le llamó girando la cabeza para despedirse del desconocido con una pequeña sonrisa, plantó los pies impidiendo qué su hijo siguiera con su andar.
— Eso no fue educado, cariño —reprendió con suavidad ganándose un resoplido de parte de su niño... Se parecía demsiado a él, su mirada parecía dominante, no dudaba en qué era digno hijo de Jimin.
— No importa, a papá no le gustaría —y sí no fuera porqué vio la carita de pánico de su ángel se hubiera reído o incluso pellizcado para despertar... Un momento, ¿qué?.