"Lo mas peligroso en esta vida no son los vivos que no dan recuerdos, si no los fantasmas del pasado que nos atormentan"
Sebastian Ferreri es hombre mas poderoso de toda Italia, su tormentoso pasado y su fobia a las mujeres era algo que las perso...
Sé que no he actualizado constantemente, pero es que tengo dos historias y eso se me hace pesado, pero hoy lo he terminado, les pido paciencia y apoyo.
La mirada de Jade es otra de mis historias entonces las chicas que leen me piden constantemente actualización y me centro más en ella, hoy observe un mensaje de una personita pidiendo que actualizara esta, y aquí esta, he terminado.
Gracias, no olviden comentar, votar y seguirme.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Tengo que irme—Me detuve en seco cuando escuche esas palabras al llegar a su lado, lo observe guardar un arma debajo de su camiseta negra, acababa de llegar y ¿Pensaba irse de nuevo?
— ¿Ha pasado algo? —Pregunte mientras observaba que detrás de él había mas hombres guardando armas en una caja de metal color negra—Sebastián...por amor de dios acabas de regresar.
—Tuve unos problemas con un cargamento que pasaba a Roma, y según me han informado diez de mis hombres están muertos, los de Calabria los han interceptado antes de entregar la mercancía—Uno de sus hombres le tendió un cargador y él lo metió a un costado de sus pantalones—Es una suma millonaria que no puedo perder.
—Pero...Tus hombres pueden solucionarlo solo ¿No? No veo el motivo por el cual debas arriesgarte—El negó con la cabeza.
—Qué clase de líder seria si no muriera por mis hombres, lo lamento Artemis, le diré a Filippo que ponga a tres hombres custodiando la habitación en mi ausencia—Observo su reloj y ante mi sorpresa me dio un beso en la frente—Volveré, lo prometo.
Lo seguí hasta la puerta donde lo observe subirse a uno de los autos, Alda coloco una mano en mi hombro mientras ante mi sorpresa una lagrima traicionera resbalaba por mi mejilla.
—Probablemente regrese hoy en la madrugada o mañana antes del medio día—Dijo en tono calmado.
— ¿Siempre se marcha así? ¿Tan de repente? —Ella sonrió tristemente como si me compadeciera.
—Siempre lo hace, pero...nunca ha faltado a ninguna promesa—Dijo refiriéndose a lo Sebastián había dicho antes de marcharse—Volverá, siempre lo hace.
No tenía un buen presentimiento, esto sucedía de vez en cuando, cuando dentro de mi cuerpo se instalaban unas inmensas ganas de llorar sin motivo alguno, tenía miedo, un miedo que me impidió conciliar el sueño durante la noche y que provoco que los pocos minutos que logre cerrar los ojos pesadillas invadieran mis pensamientos.
Algo pasaría y no sería para nada bueno.
(...)
Nueve de la mañana.
Diez de la mañana.
Once de la mañana.
—No soporto más esto Alda—Me puse de pie rápidamente dejando sobre la pequeña mesa el té que la ama de llaves había preparado para mí—Quiero que le hables a alguien, quiero saber que ha pasado...Solo faltan treinta minutos para el medio día...la preocupación me está matando.
