Capítulo 2. Dolencias imborrables

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Haruka se desplomó en el suelo después de pronunciar aquel nombre, recordó todo lo ocurrido la primera vez que se cruzaron, recordó como lucho por alejarlo de Serena. Recordó que ella le había confiado la vida de su princesa, en el fondo sabía que no importaba si era Seiya o Fighter, la protegería con su propia vida.

Empezó a escuchar voces, Chibiusa pedía desesperada que despertase, al abrir los ojos casi se desmaya una vez más, pero no sé lo permitió. Las niñas estaban con ella y no las preocuparía, ayudada por el joven de cabello azabache se levantó, recargandose en su coche, Hera ocupo como abanico una de sus libretas para soplarle aire a Haruka.

– ¿Estás bien amigo? – preguntó el joven idol

– Sí ya estoy bien, gracias amigo... – tocaba su nuca, sentía un dolor punzante

– ¡Seiya! Kou Seiya, ese es mi nombre y no es nada.

– Mucho gusto soy Haruka Tenoh – le extendio la mano

Seiya la tomó sintió una punzada en el corazón, cuando escuchó el nombre de aquel caballero.  Ambos se miraron sin decirse nada, Chibiusa interrumpió aquel momento de miradas entre los dos.

– Haruka nos asustamos mucho, ¿Segura que estás bien? – preguntaba Chibiusa examinando que no se hubiera lastimada su tutora

– no te preocupes pequeña princesa, no fue nada importante.

Hera la miraba con igual preocupación – no te ves bien Haruka

– Deberíamos llamar a la superior Mizuno, no es prudente que conduzcas en ese estado. – Sugirió Deméter

– De verdad estoy bien, suban al auto, nos vamos. – Haruka intento moverse pero aún estaba mareada.

– sensei Haruka, no estás bien, lo siento pero llamaré a la superior Mizuno. – Hestia sacó su celular y llamó a Ami

– No es nada solo necesito un momento, de verdad.

– No te arriesgaremos sensei, lo siento. – Athenea abrió la puerta del co-piloto  y sentó a Haruka ahí

La Sailor del viento no tuvo mas remedio que aceptar las órdenes de aquellas jovencitas, no estaba en posición de discutir con ellas.

Seiya miró a Chibiusa – oye Tsukino, si necesitan que las lleve al hospital yo podría conducir o mi chófer si así lo prefieres.

Chibiusa se sonrojo al ver esa gesto de Seiya – Te agradezco la disposición, pero estoy muy segura de que Haruka no irá al hospital, es muy terca

– En ese caso, me retiro. – Seiya le extendio una tarjeta – si necesitas ayuda puedes llamarme, conejita...

Chibiusa tomó la tarjeta, tenía las mejillas coloradas, no se imagino que él le ayudaría, ni que fuera tan amable. Seiya le dio la mano a Haruka y a las cuatro chicas que la rodeaban, subió al auto donde su chófer lo esperaba y se perdió al final de la calle. Chibiusa miró con detenimiento a Haruka, aún se veía pálida. Antes de poder decirle algo, llegó Ami, traía su maletin de doctora.

– ¡Perdón la tardanza¡ – inmediatamente le tomó la presión a la rubia – Haruka, tienes la presión alta. Debo llevarte al hospital, niñas suban al auto, yo las llevaré.

Ami le dio instrucciones al chófer del palacio de regresar solo en su auto, también le pidio no comentarle nada a la reina, tan pronto termino de hablar arrancó el auto y se fueron al hospital.   Cinco minutos más tarde ya estaban frente a el.

Ami bajó del auto y le abrió la puerta a Haruka – ¿Puedes caminar sin ayuda?

– ¡Por supuesto! No me trates como a un  moribundo.

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