Deseo Cumplido

270 21 0
                                    

Aviso: los personajes no me pertenecen, le pertenece a Ubisoft.

Este es un pequeño Extra, espero les agrade.
---------------------------------------

Deseo compartido
Ezio tenía el fruto en sus manos, después de pasar tantos problemas por aquel artefacto, tenía un deseo en mente, y utilizaría el fruto para obtenerlo, aunque sea por poco tiempo.
"Déjame tener a Altaïr un día más" pensó y dejó el fruto, si no se cumplía, igual debía dejarlo en algún lugar seguro.
Un peso familiar en su cintura lo despertó,  se dio la vuelta, notando a un hombre mayor, al principio Ezio se asustó, pero observó  detenidamente al sujeto, aquella cabellera de color café arenoso, un rostro serio, aquel detalle le pareció atractivo, su corazón se agitó, cuando supo quién era aquella persona
, sonrió de felicidad, el fruto le había concedido su deseo.
Después de mirarlo por un rato, se  levantó asombrado, se apresuró al baño por una balde de agua, y justo cuando estuvo a punto de lanzarle el agua, el hombre se levantó y cambio lugares, provocando que Ezio le cayera el agua, Altaïr empezó a reír.
-No importa cuántos años pasen, siempre serás un novicio- reía tocando su estómago, Ezio se sacudió el agua y lo miro.
-Eres de lo peor...-  dijo pero fue interrumpido por un gran beso necesitado y al mismo tiempo nostálgico.
-Te extrañe bastante-le dijo abrazándolo  fuertemente, respirando de nuevo su esencia, que jamás había olvidado.
-Hermano, tenemos que irnos- Claudia, hermana de Ezio le dijo desde la puerta, Altaïr se separó y Ezio sonrió.
-Ya voy hermana- contestó, miro a Altaïr, había cambiado bastante se veía más maduro, aun así seguía siendo una pieza de arte, se acercó otra vez, tomando al sirio  de las mejillas y lo beso, lento recordando el elixir que ambos compartían,  se separó sonriendo en los labios ajenos, sabía que debía vestirse así que empezó a quitarse el blusón, y colocarse el traje de asesino dándole una función a Altaïr,  mientras el sirio se sentaba en una silla, sin dejar de observar el cuerpo bien formado del italiano, disfrutando de su deliciosa función exclusiva para él.
-¿Cuánto años tienes ahora Ezio?- pregunto el sirio, Ezio lo miro y sonrió.
-32 años, ya soy mayor que tú- se burló.
-Lamentablemente para ti, tengo 38 años, y si se te ocurre decir algo de anciano, te castro-exclamó siniestramente Altaïr, Ezio suspiro, término de colocar su capucha, se acercó al sirio, y le dio un pequeño beso en la comisura de los labios.
-Eres demasiado atractivo para tener 38 años- le dijo, tomo su mano-Vamos, te enseñaré mi mundo- comentó y ambos salieron del cuarto.
Altaïr notaba las mujeres vestidas inapropiadamente, sus pechos salían del escote, y sus vestidos dejaban ver demasiada pierna,  algunas se acercaron a él, ofreciendo cualquier servicio de placer.
-Ezio...esto es...- empezó a decir, no tenía la palabra correcta para  describir el lugar.
-El Rosa in Fiore, un lugar donde los hombres pueden satisfacer sus deseos- Ezio comentó como si de un poema se tratará, llegaron al vestíbulo donde su hermana los esperaba.
-Mi querida hermana Claudia Auditore, administradora del lugar- presentó Ezio, dándole un beso en la mejilla a su hermana, Altaïr se acercó, tomando la mano de Claudia.
-Altaïr... Ahad- oculto su nombre, no sabía si era conocido, pero era mejor no dar indicios del pasado.
-Un placer, mi madre no tarda en llegar- Claudia hizo una pequeña reverencia, en ese momento una mujer de mayor edad, salió de la puerta al lado del escritorio y se acercó.
-María de Auditore, mi amada madre- Ezio se acercó y le dio un abrazo, y un beso en la mejilla, Altaïr miro la conmovedora historia.
-Aquel joven es...- mencionó mirando hacia Altaïr, este se acercó.
-Altaïr Ahad, un placer- tomó la mano dándole un beso, María se sonrojo.
-Que atentó joven, bien, vámonos ya- mencionó adelantándose, mientras Ezio miraba sospechosamente a Altaïr, este se encogió de hombro y siguió a las damas.
Ezio ayudaba a Claudia a subir la carreta, mientras Altaïr ayudaba a María, ambos se subieron a la carreta, sentándose adelante de las mujeres.
-Hijo, ¿de dónde viene tu amigo?- pregunto la mayor al ver la extravagante ropa del sirio, Altaïr noto que tenía el uniforme de asesino, pero con la túnica negra sobre su común traje, además de que la parte delantera de su traje era color rojo con pequeños detalles doradas, Altaïr le había dicho a Malik que no quería portar el uniforme de mentor, sin embargo el rafiq argumento que era obligatoria si quería por el momento satisfacer algunas facciones de la hermandad.
-De la habitación de Ezio- Claudia respondió con una pequeña sonrisa y mirando la ventana, María la miro y luego miro a su hijo.
-De Siria, madre- Ezio ignoro el comentario, Altaïr miraba la ventana, también portaba una pequeña sonrisa.
-¿A dónde vamos Auditore?- pregunto Altaïr, mientras veía el camino.
-A Florencia, iremos a ver un festival y....visitaremos la tumba de mi padre y hermanos- dijo Ezio, su voz ya no se escuchaba triste, entonces  Altaïr comprendió que ya había pasado el periodo de luto.
-Una disculpa- dijo Altaïr pero Ezio sonrió.
-Mantengo sus memorias - comentó, en ese momento la carreta fue estampada.
-Dios mío- Claudia se abrazó a su madre.
-Odio que los problemas me sigan- Ezio miro a Altaïr.-cuida a madre y hermana- le dijo y salió por la ventana, Altaïr suspiro, y miro a las mujeres delante de él.
-No pasa nada,- comentó el sirio, mostrando una sonrisa tranquilizadora.
Ezio derribo la otra carreta, y regreso a su carreta, notando la sonrisa de su hermana y madre, se extrañó del hecho, volvió a sentarse mirando a las damas reír.
-Vaya, veo que ustedes se divierten- les reclamó.
-Ezio, cariño, tú  amigo es muy divertido- María le dijo, y sonrió.
-¿En serio?- incredulidad fue su respuesta al escuchar aquel comentario.
-Vaya que jovencito-exclamó María  volviendo a su compostura, Ezio miraba a Altaïr, este sonrió un poco y siguió mirando la ventana.
-Cuando no este mi hermano, seguimos la plática- comentó Claudia, a lo que Altaïr asintió.
-¿Qué significa eso?- los celos eran obvio, y las damas como Altaïr rieron ante aquella reacción infantil.
Llegaron a Florencia, Altaïr se bajó seguido de Ezio y ayudaron a las damas a bajar de la carreta.
-Querido, ve por flores- su madre María le dijo mientras tomaba el brazo de Altaïr, este ofreció su otro brazo a Claudia, que lo tomo gustosa.
-Nosotros iremos a ver la posada- le dijo Claudia, Altaïr sonrió altaneramente.
-Debes traer las más bonitas, como estas preciosas damas que acompañare a la posada- le dijo Altaïr y ambas mujeres se sonrojaron de nuevo.
-Tú...- reprochó Ezio, pero su madre le envío una mirada de advertencia.-Así será- contestó resignado, mirando como su amante se iba tan feliz acompañado de su amada madre y hermana, una parte de él amaría vivir así, aun cuando la otra colocaba los pies en la tierra,  suspiro con felicidad y fue a buscar las  flores más lindas para la tumba de su padre y hermanos.
Altaïr miraba aquellas damas reír, y sintió la calidez de la familia, bueno, él ya tenía familia, pero es diferente el amor de esposa e hijos, al amor de hermanos y padres,  ahora envidiaba a Malik y a Ezio por tenerlo.
-Listo joven Altaïr, nosotros nos quedaremos con Paola en la rosa Colta, debido al  festival hay pocas habitaciones, por lo que deberá compartirla con mi hijo Ezio, ¿Espero no le importe?- una pequeña risita salió  de la madre de Ezio, Altaïr sonrió.
"Cuanta casualidad, las mujeres son tan observadoras" pensó, tomado la llave que le dio Claudia.
-Yo no tengo ningún problema- dijo sonriendo amablemente.
-Por favor, le pido que ayude  a mi hijo con las flores, y dígale  que tenga listo el carruaje a las 4 - le dijo María, tomó el brazo de Claudia y entraron  al prostíbulo, Altaïr activo su vista de águila visualizando el camino del florentino.
Ezio estaba rodeado de mujeres, todas y cada una de ellas mirándolo con deseo, sabía que era guapo y no podía negarlo, pero ahora tenía una misión.
-Señoritas, me gustaría complacerlas, pero tengo ahora algunos asuntos que atender- le dijo Ezio, las chicas suspiraron con decepción.
-Esta noche será el festival, mínimo baila una pieza con nosotras- aquellas mujeres se fueron dejando sólo al hombre, o eso pensó.
-El amor al italiano es un fuego que se prende a una pasión sin desenfreno para luego extinguirse lentamente ante el tiempo dejando las cenizas para que renazca- Altaïr mencionó, y Ezio lo miro.
-¿Quién te enseñó eso?- le pregunto sonriendo ante lo dicho.
-Experiencia- le dijo tomando algunas flores, tocando disimuladamente las manos del italiano.
-Jajay, ¿Qué tipo de experiencia has tenido con italianos?- Ezio enseño sus celos, mientras Altaïr sólo sonreía, no se daba cuenta que sólo le pertenecía a él.
-Vámonos torpe Auditore, tu madre dijo que pasáramos por ella a las 4- le dijo Altaïr y Ezio sonrió empezando a seguir al sirio, pero una voz lo detuvo.
-Ezio- la voz de Leonardo se hizo presente.
-Leonardo, amigo, ¿Que te trae a Florencia?- pregunto pues ambos habían estado en Roma buscando pistas para matar a César.
-Pues, vengo al festival- le dijo sonriendo, miro al otro asesino.- ¿Estabas ocupado?- le pregunto.
-Ahh, este es mi amigo Altaïr, viene se Siria- le dijo y Altaïr lo saludo.
-Ya veo, su nombre se parece al que está escrito en los pergaminos- Leonardo recordó haber leído en  las páginas del Codex.
-Si bueno, el nombre es famoso- mencionó sonriendo.
-Ya veo, Maquiavelo también está aquí- Leonardo lo miro, sonriendo, Ezio se preocupó, pues Maquiavelo era más analista.
-¿Maquiavelo?, ambos vinieron por el festival- le pregunto
-Ahh, si, ya sabes, es un gran festival- la dijo Leonardo- ahh, tengo que ver algunos amigos aquí, nos vemos- Leonardo salió apresurado.
-Si el logro descifrar los códices, entonces es un inteligente hombre- Altaïr miraba al apresurado hombre irse, recordaba que junto con Malik, habían diseñado el Codex, sin embargo apenas era un idea escrita en pergaminos.
-Sí, es un inventor y pintor, pero no es asesino- contestó, luego siguieron caminando, Florencia era un agradable lugar, con casas construidas a base de la renacentista Italia, sus bellas calles inspiraban amor, eso explicaba la sensual fuerza del italiano, Altaïr conocía la Italia pasada, pues había ocultado la mayoría de las cartas, pero el cambio había sido radical, ahora resplandecía aquella ciudad.
-Mira que trajo la marea- Maquiavelo les hablo, y miro sorprendido al otro asesino.-Un placer estar ante el mentor Altaïr- le dijo sonriendo.
-¿De que estas hablando Maquiavelo?- Ezio se sorprendió, Altaïr miro a  Maquiavelo dándole una mirada significativo.
-De nada, de nada, debo irme, me quedé de ver con alguien- le dijo, Altaïr sonrió.
-Vaya, aquí muchos saben de historia- le comentó Altaïr y Ezio lo miro.
-No lo comprendo- contestó Ezio y Altaïr río.
-Para un novicio  como tú,  es imposible darse cuenta- le dijo y ambos regresaron a la posada, donde Claudia los esperaba
-Hermano, vamos- le dijo mirando a Altaïr y sonrió.
-¿Podré acompañarlos?-pregunto Altaïr, y Ezio sonrió.
-Claro, mi padre querrá conocer al yerno- Claudia dijo, sonriendo con un secreto escondido en aquella sonrisa, María sonrió.
-Mamá, ¿De qué está hablando?- los celos de Ezio salieron de nuevo, pensando que su hermana se había fijado en aquel hermoso sirio, lo cual no la culpaba.
-Mi hermano es un tonto- Claudia sonrió, Altaïr río.
-Es un tarado- Altaïr miraba como Ezio discutía con su madre sobre el tema y ayudándola a subir la carreta.
-Vamos señorita- le dijo y Claudia asintió,
-La verdad no lo culpo, eres muy atractivo- le dijo y subió la carreta, Altaïr subió al lado de Ezio.
-Es imposible- le dijo y Altaïr lo miro.
-Vamos Ezio, eres demasiado tonto- río y empezaron el viaje.
Llegaron al cementerio donde habían enterrado a su padre y hermanos,  Ezio y Altaïr limpiaron las tumbas, quitando la mala yerba, mientras  María y Claudia acomodaban  las flores,  Ezio suspiro, su madre y Claudia lloraban, él sólo bajo la mirada, Altaïr miraba las tumbas, notando un brillo extraño, entonces activo su vista de águila, y noto el símbolo de los asesinos en las lápidas.
Cuando Claudia y su madre ya estaban en la carreta listas para irse, Altaïr llamó la atención, se acercaron de nuevo a las tumbas.
-Oye, ¿Quien colocó las marcas de asesino en las lápidas?- le pregunto, Ezio sólo se extrañó ante la pregunta.
-¿De qué hablas?- pregunto  y Altaïr señaló las lápidas
-Tienen la marca de asesinos grabada en ellas- le dijo y ambos activaron su vista de águila.
-Quizás mi tío las grabó, pero no sé,- el italiano tocó el símbolo y apareció un mapa, y muchos puntos, Altaïr tocó un punto que brillaba en Italia, y apareció otra imagen,  Ezio se vio a si mismo tomando un libro, pero tenía extrañas ropas, se desvaneció mostrando de nuevo el mapa, Ezio tocó el punto brillante que estaba ubicado en  Siria, y vio al sitio, leyendo un libro, sonreía, pero algo había cambiado, tenía un extraño objeto en sus oídos, todas las imágenes se desvanecieron.
-Demasiada información- Ezio suspiro frustrado.
-Aún no es tiempo para esta información- Altaïr le dijo, Ezio asintió y ambos fueron a la carreta.
Llegaron a la posada a descansar, Ezio entró a la habitación seguida de Altaïr, no estaban cansados, pero debían refrescarse.
-Altaïr, ¿Crees que estuvo mal usar el fruto para traerte aquí?- le pregunto Ezio, colocándose algunas bolsas, la mayoría de dinero.
-Te diría que sí, pero me alegra de estar aquí, no te arrepientas y muéstrame tu mundo- dijo besando al florentino, el sabor había cambiado, a uno más exótico, los besos habían mejorado a tal grado que los dejaba ver estrellas, y ambos amaban aquel sentimiento que calentaba sus corazones.
-Dios, te amo tanto- le dijo Altaïr colocó sus manos en las mejillas del menor, acariciando aquella zona.
-Yo igual te amo- contestó Ezio, tomando las manos de Altaïr.-Ven, voy a enseñarte algo- salieron de la habitación.
Llegaron a la catedral de Santa María de Fiore, subieron hasta el punto más alto de aquel lugar, mirando toda la región de Florencia.
-Es hermosa- Altaïr miro el atardecer de una ciudad tan pacífica.
-Aquí venía a reflexionar, y a veces a leer las cartas- confesó y Altaïr lo miro.
-Vaya, es tan tranquilo-se asombraba del lugar, luego miro al italiano -Entonces... ¿Si encuentra mis cartas?-.
-Si así es, sólo llevo 5 cartas- se sentó en la cornisa, Altaïr lo siguió y acomodo su cabeza en el hombro del menor, estuvieron en un silencio cómodo, mirando el horizonte.
-Es tan irreal- Ezio miro al sirio, este seguía mirando el paisaje, las aves, y el cielo que lentamente se volvía oscuro.
-No es irreal, es un deseo cumplido- miro al italiano y lo beso, un beso conmovedor, y delicioso.
-Definitivamente no me arrepiento de haber utilizado el fruto- le dijo, le quitó la capucha dejando ver al hombre mayor, con su cabello más corto, sus pómulos más afilados, pero sus ojos dorados ahora en la iluminación de atardecer se veía exquisito, como la primera vez que los vio, Altaïr sonrió.
-Ha puesto a que has quedado hechizado- Altaïr se acercó, y lo beso, amaba al florentino, aun cuando ya no era joven, la atracción lo cautivaba, mientras lo besaba igual le quitó la capucha dejando ver al hombre  con el cabello amarrado, y algunas cicatrices, lo hicieron más atractivo, estaba cautivado, hechizado como hace ya varios años atrás.
-Tú también quedas hechizado ante mí- el italiano coqueteo, Altaïr lo volvió a besar, no quería dejar aquellos adictivos besos, el cielo se iluminó de fuegos artificiales que asustaron al sirio, y terminaron  el beso.
-¿Qué es eso?- le pregunto mirando el cielo iluminado por miles de luces coloridas.
-Fuegos artificiales, traídos de China, son un invento hermoso- le dijo levantándose, ayudó a levantar a Altaïr y ambos veían el espectáculo que se mostraba.
-Vamos, es el inicio del festival- le dijo el italiano, Altaïr lo miro.
-¿Aquellos festivales que hablabas?- pregunto y Ezio  asintió, subió a la atalaya y suspiro el aire fresco, y se arrojó, Altaïr miro la ciudad por última vez, dejando que su memoria grabará cada detalle, y sea arrojó, cayendo en la carreta de paja, salió y Ezio lo esperaba.
-Te divertirás- le dijo y ambos fueron al festival.
Al llegar por las calles, empezaba a ver mujeres y hombres con elegantes vestidos, la mayoría tenía máscaras, los mercaderes vendían desde adornos hasta comida, Altaïr le alegraba el ambiente.
-Hermano- Claudia los vio, y se acercó.
-¿Y madre?- pregunto y Claudia sonrió un poco triste
-Se ha quedado en la posada, estaba cansada- le dijo y Ezio suspiro.
-No volverá a hacer lo mismo- respondió en tono desanimado, Altaïr miro algunos lugares.
-Soy nuevo en esta ciudad, ¿Me enseñaran de que trata esto?- les pregunto a los hermanos Auditore, y ambos asintieron.
-Primero la puntería, quiero una pulsera que han traído de la India - Claudia los llevó al puesto donde debían tirar un dardo  para conseguir el premio, el primero en intentar fue Ezio, que no logró darle al premio, jamás había sido hábil para la puntería en dardos.
-Qué triste amigo, siguiente- dijo aquel gracioso vendedor.
-Si es muy triste- le dijo Altaïr burlándose, Ezio lo miro receloso, Claudia  se burló.
-Veamos como lo haces- le dijo Ezio retando al sirio, este miro a la menor Auditore.
-¿Podemos hacer un trato, señorita Auditore?- le pregunto Altaïr y Claudia lo miro curioso.
-¿De qué va el trato?- pregunto algo tímida.
-Yo obtengo la pulsera, y usted obtiene ese dije- le dijo señalando aquel dije en forma de A, que se mostraba colgado.
-Se ve difícil- contestó, miraba el dije, ella no había entrenado su puntería, había entrenado a usar algunas armas sin que su hermano lo supiera.
-Es fácil, mírame, y lo entenderás- Altaïr le guiño el ojo y se acercó al puesto, Ezio lo miraba, y sonrió, Altaïr tomó los dardos, y arrojo el primero, dando a la pulsera.
-Muy bien amigo, aquí está el premio- le dio la pulsera a Altaïr, este miro a Claudia, y Ezio miro a su hermana que tomó el Dardo.
-¿Qué haces Claudia?- le pregunto y Altaïr sonrió, la joven se veía muy decidida, respiro hondo y lanzó el dardo, dio justo en el dije, y sonrió.
-Muy bien, señorita, aquí su premio- el hombre le dio el dije y los tres se fueron, Altaïr intercambio el dije por la pulsara.
-Que buena puntería señorita Auditore, a diferencia de su hermano- Altaïr se burló sarcásticamente y Claudia se animó.
-Podré ser asesina- la emoción y adrenalina habían dejado ver el verdadero deseo de la dama.
-Eso no pasará, Claudia, ya lo hablamos-Ezio la miro, y Claudia se molestó.
-¿Por qué no?- reprochó y luego miro a Altaïr, tomando su brazo -él  cree en mi- dijo.
-¿Y eso que?- pregunto el italiano, su ceño se frunció ante aquel reclamó.
-Él es el mentor y puede hacerme asesina-  le dijo y Ezio se enojó
-Él no es mentor de este lugar- contrataco.
-Pues iré a donde este él- refuto indignada.
-Es imposible, yo no lo aceptaré,- le dijo, Claudia golpeó fuertemente el piso con su zapato y se fue indignada.
-Claudia- gritó Ezio pero Altaïr lo detuvo.
-Ahí esta Maquiavelo y Leonardo, déjala un momento- exclamó tranquilo, y ambos fueron por otro camino
-No dejaré que sea asesina, no la alientes- Ezio aún parecía enojado, pero Altaïr le importó poco.
-¿Por qué no?, tiene potencial- le dijo Altaïr caminando, el olor de comida le llamó la atención.
-Es mi hermana, la única que me queda viva- le dijo y Altaïr río.
-Con mayor razón debe ser asesina ¿no crees?, ambos son muy talentosos, tiene sangre de asesinos, la hermandad los llama-Altaïr le dijo, y señaló un puesto de comida, Ezio miro el puesto, y se acercaron, comprando algunas brochetas de carne.
-No dejaré que mi familia se involucre en la hermandad, es peligroso- la música ocultaba la conversación, además de que dejaba a Ezio un poco más tranquilo, sin embargo aún  era necio, Altaïr disfrutaba el agradable ambiente, lleno de luces, y las personas riendo y bailando.
-Malik y Kadar nacieron en la hermandad se cuidaban mucho, muchas familias están en la hermandad, a veces lo hacemos para que ellos aprendan a defenderse- comentó mientras comía, y sonrió.
-Si pero....me dolería si algo le pasará- le dijo bajando la mirada, aunque ya no sentía aquella doloroso opresión en el pecho al recordar la muerte de su padre y hermano, se juró a si mismo que jamás volvería a pasar tan cruel momento con su hermana.
-Siento que eres egoísta, ¿Y si tus problemas la alcanzarán y no supiera defenderse por no ser una asesina?- pregunto casual, y vio dos sombras que sé le hicieron familiar, los siguió con la mirada, un joven de cabellos rebeldes, pero entretenido parecía rogarle al otro joven, que parecía más alto, ambos se veían felices, como todas las personas en el festival,  pero lo que le llamó la atención al sirio, fue que al mayor parecía faltarle la mano derecha, desaparecieron entre la multitud, Altaïr ya sabía quiénes eran, así que siguió que no le tomo importancia .
-Está en su derecho, Auditore, así que déjala- exclamó con infinita paciencia, sabía que el italiano era necio en cuestión de su familia, pero debía entender que su hermana tenía un potencial único.
Ezio suspiro, pero Altaïr fijo su vista a un tumulto, le llamó la atención así que se acercó, mientras Ezio lo siguió.
-Mientras más listones atrapen, podrán ganar un increíble premio- el vendedor hablaba emocionadamente.
-Quiero jugarlo- Altaïr sonrió, mientras Ezio río, recordaba que hace años jugó el mismo juego.
-¿Que tan seductor eres?- le pregunto y ambos fueron al puesto.
-Consigan más listones y ganan- le dijo y ambos empezaron a ver a las mujeres, después de media hora, ambos entregaron los listones.
-Vaya, este joven consiguió 8 listones,  que galán-el dueño del puesto, sonrió, en ese momento llegó Altaïr.
-Hola, aquí esta mis listones-exclamó sonriendo.
-Tenemos al ganador, con 15 listones, gana el caballero- le dijo y Ezio cruzó los brazos, indignación se veía en su rostro, pero una sonrisa traviesa se formaba en sus labios.
-Aquí tiene su premio- le dijo el vendedor, dándole una moneda de oro, grande, Altaïr miraba el premio con desconfianza, ¿Qué significaba eso?- puede cambiar la moneda por cualquier cosa del lugar-.
-Ya veo, grazie- le dijo y Ezio miro la moneda.
-Mira nada más, has cambiado- le dijo y Altaïr sonrió.
-Tengo muchos secretos- le guiño el ojo, y Ezio río, se adentraron al baile que aún seguí igual de vivo que hace horas, las personas querían olvidar sus problemas, la verdadera razón de aquel festival, mientras Ezio y Altaïr se negaban a bailar, Altaïr observó a lo lejos a Claudia quien aún se veía molesta.
-Ezio, tu hermana está más adelante, ve, baila con ella y discúlpate- le ordenó, Ezio sonrió, y se acercó a su hermana, esta parecía enojada, pero la personalidad de Ezio provocó que aceptará bailar con su hermana, Altaïr miraba con algo de envidia la tierna escena que se desarrollaba entre los hermanos.
-Veo que haces mucho por  Ezio- su voz se oía pacífica, por lo que Altaïr siguió con la guardia baja.
-Es...un gran amigo- confesó, no diría que era su amante, y dueño de su corazón, pero al menos dejaría claro su posición.
-Ya veo, parece un misterio, pero no preguntaré más, a veces es mejor no saber- Maquiavelo parecía inteligente, Altaïr lo miro, y sonrió.
-Te pido un favor, enseñarle a su hermana- argumento, Maquiavelo miro a los hermanos riendo, y asintió.
-Debo irme, tengo aún. Algunos asuntos antes de regresar a Roma, con su permiso Mentore- Maquiavelo se fue dejando sólo a Altaïr, este visitó algunos puestos más, y robo algunas cosa, no quería admitirlo, pero debía llevar algunos suvenires, pero un objeto llamó su atención, era un brazalete bastante llamativo, pero le recordaba a cierto momento de su vida, haberlo visto, tomó el brazalete y noto el grabado, era un objeto robado, pues tenía grabado el signo de los asesinos, claramente escondida, entre el grabado, estaba a punto de robarla, pero el vendedor le vio, no quería armar un alboroto, entonces saco su moneda de oro, y la entregó.
Ezio había tranquilizado a su hermana, quizás debía escucharla, pero por el momento debía dejarle claro que aún le faltaba bastante para ser una asesina.
-Ezio, estoy agotada, busca a Altaïr  y regresamos al prostíbulo- su hermana sugirió y Ezio asintió, no lo veía entre la multitud que por ser ya tarde, algunos ya estaban ebrios,  activo su vista de águila, notando el camino que tomó el sirio, hasta encontrarlo en uno de los puentes que estaban en Venecia y conectaba las calles, su mirada se veía tranquila, hasta que Ezio se acercó.
-Es un lindo lugar- su voz tranquila y mirando hacia el panorama, no era una gran vista como la mostrada en la Catedral de Santa Lucía, pero dejaba ver el cielo despejado en el reflejado en el agua, la fría brisa dejaba descansar su mente de  sus rápidos pensamientos, aunque el olor dejaba mucho que desear, era un pequeño detalle que no le molestaba.
-Mi hermana se ha cansado, debemos regresar- Ezio comentó no queriendo apartar la vista del hermoso sirio, este noto la mirada, y sonrió.
-Entonces, vámonos, ya he visto mucho de tu mundo- comentó y ambos llegaron a donde estaba Claudia.
En el prostíbulo Altaïr se despidió de Claudia, sabía que ya no la vería.
-Gracias por todo, mentor Altaïr- Claudia sonrió, y Altaïr sólo negó con la cabeza.
-Gracias a usted, me la he pasado bien, y créame, tiene potencial para lograr muchas cosas, señorita Auditore, no lo desperdicie- ordenó el sirio, Claudia sonrió, y miro a su hermano.
-Te envidio un poco, descansa hermano, mañana regresamos a Roma- le dijo dándole un beso en la mejilla, y entrando al prostíbulo.
-Hasta mañana hermana- Ezio respondió, empezaron a caminar, en las tranquilas calles de Florencia, estaba oscuro, pero para dos maestros asesinos, era algo que no les importaba.
-Te digo que no la animes- Ezio reclamó, pero Altaïr, ni siquiera se molestó en escucharlo.
Entraron a la habitación de la posada, y Altaïr río recordando tiempos antiguos al ver sólo una cama.
-Son tan parecidos, ahora entiendo su herencia- exclamó, mientras Ezio se desplomaba en la cama.
-Es mi familia, pensamos igual- comentó riendo, Altaïr se acercó, se subió arriba de él, descansando
-Se nota que estás cansado, ¿Te dejo dormir?- la pregunta venía con un tono de malicia, Ezio lo notó y sonrió.
-No estoy cansado- mentía, pero no se perdería una noche con el sirio.
-Bien, entonces juguemos un rato- seductor era la voz que salía de aquellos deliciosos labios, y Ezio cayó en aquella redes, lo beso, en la comodidad de la habitación, podía hacer lo que quisiera, y lo hizo, acarició sus mejillas y en el acto le quito la capucha al sirio, y pasando sus dedos por el cabello claro, los penetrantes ojos dorado miraban con deseo al italiano, y Ezio sonrió, amaba que aquella mirada sólo le pertenecía a él.
-Dime, le dedicas la misma intensidad a tu esposa- no quería sacar el tema, era irrespetuoso, y le dolía un poco, ya que odiaba compartir aquel pedazo de cielo.
Altaïr sólo río, se acercó al oído del italiano y murmuró palabras tan claras, que sólo sonrojaron a Ezio.
-Te volviste demasiado seductor-el italiano río, y volvió a besar al sirio, era extraño sonrojarse a su edad, pero ante el sirio, era inevitable.
-Tu barba te hace ver demasiado atractivo, te envidio por eso- el sirio beso el mentón del italiano, le picaba pero también le excitaba.
-Un trabajo constante, pero en el caso de tu rostro, se ve más hermoso sin ella- le dijo y Altaïr sonrió, empezó a quitarle el traje al italiano, sin urgencia, besando cada parte que desnudaba.
-Sedo el honor al mayor- Ezio sonrió, burlándose, pero al mismo tiempo deseando más.
-ha, ha- respondió el sirio, tocando todo el cuerpo del florentino, lo beso con desenfrenada pasión, e hicieron el amor, deseoso, asegurándose que el momento quede marcado en sus vidas, aun cuando el tiempo era un obstáculo, aun así dejaron la marca que sobrepasaría aquel obstáculo.
Saciados, descansando y recobrando la respiración, Altaïr sostenida al italiano entre sus brazos, mientras Ezio dormitaba.
-No quiero dormir, si duermo, te irás- el italiano tenía sueño, pero si dormía, ya no vería al sirio.
-Igual, me tengo que ir, pero antes de irme, debo decirte algo- Altaïr tocó sus mejillas, y obligó a que lo mirara, los ojos marrones se encontraron con los dorados, y como siempre ambos quedaron perdidos, pero Altaïr lo beso.-Te amo, eres y serás el único que tenga mi corazón y mi alma en tus manos, jamás lo olvides Ezio Auditore-.
-También te amo, y siempre tan amare, en tus manos dejó mi alma y corazón- le dijo besándolo, ambos sonrieron, Después de un rato en un silencio cómodo, Ezio hablo, su tono esperanzador, iluminaron el corazón de Altaïr.
-¿Crees que en otra vida nos encontremos?- pregunto
-No sé, pero si eso pasa, no permitiré que te alejen de mí, y  en cuanto te vea, te besare hasta que recuerdes nuestra promesa- le dijo abrazando más fuerte al italiano. Ezio sonrió.
-Genial, entonces yo te amarrare, para que nunca nadie te aleje- bostezo, entonces Altaïr colocó su mano en el suave cabello del italiano.
-Duerme Auditore, te amo- susurro en su oído, y noto como el italiano se quedaba dormido.
"Es hora" la manzana del Edén, reclamo al sirio, Altaïr aún seguí contemplando al italiano, pero sabía que debía volver a su época, le habían ofrecido un maravilloso regalo, aún por poco tiempo, se levantó con cuidado, y se vistió en silencio, para un asesino dormir como lo estaba haciendo Ezio estaba mal, pero Altaïr había sido inteligente al colocarle un tónico para dormir al italiano, y así no despertará, claramente le había ordenado a Maquiavelo que cuidará la posada en la mañana, para evitar que le hicieran daño a Ezio, se acercó al italiano, y le colocó el brazalete, le dio un último beso, y tomó el fruto, en esta ocasión la manzana se quedaría, pero él se iría, sintió el resplandor cegarlo, su cuerpo se sentía ligero y luego pesado.
Despertó en su cama estaba vacía, pues María se había levantado para hacer algunos deberes, sus hijos entraron mirando a su padre
-Padre - reclamaron, ambos niños tenían su uniforme de aprendices y Altaïr sonrió.
-Vayan a jugar, más al rato entrenaremos-  ordenó, ambos niños sonrieron y salieron de la habitación, Altaïr suspiro inconforme, empezó a vestirse cuando María entró.
-Pensé que no despertarías- confesó la mujer, se acercó y lo beso, se preguntaba cómo podía tocar otros labios, deseando los de Ezio.
-Estaba cansado pero ahora Malik me matara- dijo entre bromas, y colocó cada parte de su armadura, María tomó una pequeña bolsa, dándosela, no la había visto, y la curiosidad la intrigaba.
-Ahh- exclamó Altaïr, y la abrió, sacando un pequeño prendedor, que tenía una flor verde con el borde dorado, lo colocó en la capucha de María, Altaïr sonrió satisfecho, se veía tal y como quería,
-¿De dónde lo obtuviste?- pregunto la mujer, animándose por el pequeño detalle.
-Secreto- Altaïr sonrió, le dio un beso y salió de la habitación.
Camino hasta que encontró a sus hijos, los llamó, los niños se acercaron, y Altaïr les dio un pequeño dulce.
-Comerlo después de la comida- ordenó y los niños guardaron loa dulces, y volvieron a su juego, Altaïr suspiro alegre, luego recordó que debía ir con Malik, y la sonrisa desapareció.
Malik miraba algunos pergaminos, colocaba papeles en el escritorio de Altaïr, y los sellos correspondientes, sacó algunos libros, y limpio la mesa donde Altaïr se había quedado la otra noche y había dejado un desastre, sintió la presencia de Altaïr, y arrojó unos cuchillos en su dirección.
-Paz Malik- le dijo esquivando los cuchillos, se sorprendía como Malik tenía buena puntería considerando que le faltaba una mano.
-¿Qué te has creído llegando tarde?- reclamo a punto de enviar más cuchillos, pero Altaïr le mostró un muñequito de Kadar, con el típico traje italiano, Malik se detuvo, guardo loa cuchillos y tomó al muñequito en su mano.
-Quedas perdonado, te deje los pergaminos que has de firmar, los de la izquierda revísalos- dijo mirando al muñequito y sonrió, lo guardo en la bolsa de su túnica negra.
-Gracias- se alejó del rafiq, que ya había eliminado la jerarquía de rafiq pero Malik aún llevaba puesto aquel atuendo.
-¿Dónde lo conseguiste?- pregunto Malik extrañado.
-Secre...- un cuchillo aterrizó en su escritorio, no se inmutó, ya estaba acostumbrado, su escritorio tenía muchas marcas, pues cada vez que cometía un error Malik se desquitaba con el escritorio, por lo que tenía muchas marcas.
-No me vengas con eso, fuiste a Italia- reclamo, Altaïr no podía engañar a Malik, era más irrespetuoso.
-Creo que eso es imposible Malik- su voz era imperturbable.
-Te vi, en mi sueño, al lado del italiano- le confesó, había tenido un sueño donde iba con Kadar a disfrutar de un agradable festival.
-Entonces, estabas ahí- Altaïr dijo, pero Malik negó.
-A diferencia de ti, fue sólo una ilusión, o sueño- suspiro resignado, y luego miro a Altaïr.
-Bueno, vamos tenemos trabajo, y esconde ese dije, que María preguntará mucho por él-Malik se dio cuenta de aquel dije con la A, sabía a quién pertenecía.
-Si ya se- contestó, tocando el dije con amor, y suspiro empezando a firmar los pergaminos.

Espero les guste, Nos vemos en la próxima actualización

Cartas que transcienden en el tiempo [Ezio x Altaïr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora