Sirius Quebraderos-de-cabeza Black.

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Unos pasos acelerados y totalmente decididos fueron la banda sonora de los pasillos de piedra conformados en aquella escuela donde la magia y las hormonas a flor de piel eran los componentes estrella para describir Hogwarts. Podría decirse que dos leones iban encaminados en busca de su presa para poder deshacerse de ella en una sangrienta lucha, en este caso, la leona que encabezaba esa marcha era Evans mientras que Remus la seguía desde atrás intentando frenarla.

¡Lily, para, en serio, no pasa nada! —exclamaba el joven de pelo ceniza al tiempo que trastabillaba un poco con sus pasos. Tenía la costumbre de llevar los cordones de los zapatos un tanto flojos, así que se desataban rápido entre tanto traqueteo.

¡Sí, sí pasa! ¡Estoy harta de él! ¡Harta de su mala educación! ¡De sus risas burlonas! ¡De sus flirteos innecesarios! ¡De tu malestar por él! —exclamaba la pelirroja mientras buscaba con la mirada a su presa. Le daba igual que la miraran raro por armar escándalo, Sirius era el causante de todo.

Doblando una esquina (mientras que Lily seguía despotricando sobre el Black) fue cuando dieron con el joven liándose en mitad del pasillo con la alumna que anteriormente encontró y que al parecer ya le había cedido dichos apuntes. Su mano se tornaba sobre la zona del pecho para tantear la zona por encima de la camisa, y eso fue lo que a la leona le hizo estallar de furia.

¡Sirius Black! —exclamó como si de una madre se trataba a la hora de abroncar a un hijo.

El moreno frenó un momento aquel tórrido beso por el susto de escuchar una voz gritona llamándole, encontrando a Lily Evans tan roja que parecía un tomate. ¿Qué diablos le pasaba? Remus llegó un poco después algo fatigado por la carrera recién ejecutada, encontrando la imagen de Sirius con una mano sobre la chica, al igual que los labios estaban algo sonrojados por el roce producido ante tantos besos otorgados. Si no hubiera mucho ruido por los pasillos, juraría haber escuchado el corazón de Lupin romperse en mil pedazos.

¿Se puede saber qué te pica, Evans? —preguntó Black al tiempo que soltaba a la otra alumna. Esta se fue corriendo por la vergüenza—. Me espantas a las chicas. Aunque ya veo que el que se ha ido de la lengua es Lupin, muchas gracias, Rem, acabas de joderme el ligue. Si la querías, haberme parado los pies.

El colmo de los colmos. El gesto de la gryffindor se había endurecido más hasta el punto de tensar la mandíbula por tanto apretarla. A este paso iba a hacer estallar sus propios dientes.

Yo no... Yo... —balbuceó Lupin, no sabiendo qué decir. La verdad es que se encontraba de pena.

—¿Que tú no qué? ¿Por qué coño se lo dices a esta? —dijo el otro merodeador, señalando a Lily. La verdad es que le sentaba fatal cuando le cortaban el rollo.

—¡Esta tiene un nombre, imbécil! —replicó la otra mientras retomaba el paso hacia aquel que la apuntaba con el dedo. Sin pensarlo, le asestó un guantazo en aquella mano para que dejara de señalarla—. ¡Deberías de tener más consideración con Remus, al igual que con todas las chicas! ¡No son un objeto!

Lily, no... Para... —murmuró el otro de fondo, intentando acercarse a ellos. Mientras tanto, la leona llevaba las manos al cuello de la camisa del moreno para zarandearlo con movimientos bruscos—. ¡Lily!

Que estés amargada no significa mi puto problema, así que no me toques, que contigo no va la cosa. —replicó Black mientras intentaba deshacerse de aquel agarre. Su cabreo seguía creciendo más y más.

¡Amargada me tienes tú siendo tan profundamente idiota! —y así seguía la chica con su cabreo en aumento—. ¡Abre los ojos de una vez, estás haciendo daño a aquellos que sí te quieren de verdad! ¡Si tanto te importan, mira más por ellos!

¡Estás ida, tú! ¿¡Qué cojones le has dicho a Evans de mí, Lupin!? —la situación comenzaba a hacer que Sirius perdiera la paciencia entre los movimientos bruscos, los gritos y el hecho de no querer nada. Finalmente se deshizo del agarre de la leona al empujarla—. ¡Que no me toques tú! Mira, no sé qué coño le has metido en la cabeza a Evans, pero te juro que si te llego a tener delante a ti en vez de a ella, esas cicatrices no serían las únicas que te quedarían en el cuerpo, gilipollas. ¡A ver si ahora tengo que ser igual de triste y virgen como tú para que no vayas contando nada a nadie! ¿Y tú eres mi amigo? A mamarla, a mí no me lloriquees más.

Y sin decir nada más, Sirius Black realizó un corte de mangas hacia su compañero de habitación antes de marcharse del corredor por donde habían venido la pelirroja y Lupin, así que al pasar por al lado de él se chocó a posta en señal de molestia, dedicándole una mala mirada. Remus no sabía dónde meterse, y ahora esas palabras dolieron mucho más que el hecho de saber que Black se enrollaba con cualquier chica que pudiera aportarle algo.

Cuando la figura del gryffindor desapareció, el joven licántropo notó cómo sus ojos comenzaban a escocer debido a las ganas de querer llorar. Era tan sensible que su cuerpo temblaba como una telaraña ante una ligera brisa que intentaba acariciar dicho hilo. Lily había metido la pata hasta el fondo.

—Rem, yo... —dijo la joven algo nerviosa, pero con voz sosegada.

El chico había clavado la mirada al suelo al tiempo que sus labios se fruncían, incapaz de poder contener el llanto a pesar de intentarlo. Lily se acercó para acariciar su mejilla, pero él apartó la mano de esta. No quería contacto con nadie.

Gracias, pero necesito estar solo... —murmuró Lupin mientras seguía conteniéndose.

Pero...

Y tras ello, Remus negó para así encaminarse por el lado contrario de los pasillos para perderse entre ellos, necesitaba llorar. Necesitaba la soledad que siempre le acompañaba.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2019 ⏰

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